lunes, 8 de agosto de 2016

Lunes:COSAS PEQUEÑAS Y GIGANTES (Lucas 19:1-10)

COSAS PEQUEÑAS Y GIGANTES

Lucas 19:1-10
1 Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
2 Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,
3 procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.
4 Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
6 Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
7 Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
8 Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
9 Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
10 Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. 


La historia de Zaqueo satiriza la enana condición espiritual del hombre. Zaqueo pensaba que su situacion económica, política y social privilegiada le permitiría ver al Señor Jesucristo desde un asiento preferencial o le abrirían paso para dejarle cómodamente alcanzar la gracia del Mesías.

Su limitación liliputiense no le dejó otra opción que arrimarse ridículamente a un árbol para ser visto por el Rey del Universo. Su audacia no pasó inadvertida para el Señor: "Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.". No suena raro que Jesús se haya autoinvitado, porque lo que realmente Zaqueo necesitaba era que el Señor cenara y posara en su casa. 

Lo único gigante en la vida de Zaqueo era su orgullo y vanidad que quedaron abandonados esa tarde en ese rústico sicómoro. Poner los ojos en Jesucristo provocó otra perspectiva de altura en Zaqueo ("Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.", Ro. 10:11).

El pecado de Zaqueo era la avaricia, el amor al dinero. Su pecado se interponía entre Jesucristo y él y la única manera de desprenderse de sus riquezas mal habidas era haciendo un compromiso matemáticamente imposible de cumplir, llevándolo a él de seguro a la pobreza: "He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.". Una vez liberado del tropiezo, ese día le fue concedida su salvación y la de los suyos ("Hoy ha venido la salvación a esta casa").

"Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido". No te de vergüenza, haz como Zaqueo, No creas que eres tan pequeño como para no buscar a Cristo o tus pecados tan grande como para que la obra de Cristo en la cruz no pueda cubrir.. Jesús te ha amado primero. Entrega toda tu carga a Él y acepta su "autoinvitación" de entrar a tu corazón y cenar contigo.

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envío a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.", (1 Juan 4:10)
----
E. Serrallés Sagalowitz

No hay comentarios:

Publicar un comentario