lunes, 30 de noviembre de 2015

Lunes: DIOS ES BUENO (Salmo 100)

DIOS ES BUENO

Salmo 100
1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo.
3 Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre.
5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.

Una de las primeras verdades que un niño aprende en la iglesia es que Dios es bueno. La sencillez de esta declaración enmascara la profundidad de ese notable atributo del Señor. Él es absolutamente santo y perfecto, lo que significa que solamente Dios es la norma de toda verdad. Y puesto que la expresión de la bondad del Padre se revela en sus acciones, todo lo que Dios hace es bueno y justo, pues no puede violar su misericordiosa naturaleza.

Dios también es inmutable y, por tanto, su relación con nosotros está determinada por su carácter, no por nuestra conducta. Aunque estemos viviendo en rebeldía, Él sigue siendo bueno. Como un Padre celestial amoroso, responde con disciplina para restaurar la relación que tiene con nosotros, no para destruirnos por ser rebeldes.

La bondad del Señor se expresa de una multitud de maneras. Él es nuestro Creador y nosotros somos su pueblo. Cada respiración la recibimos de Dios. Como nuestro amoroso Pastor que vela por cada uno de sus hijos, Él provee para cada una de nuestras necesidades. Pero la mayor expresión de la bondad de Dios, es la cruz de Cristo. Lo que parecía ser desde una perspectiva humana la mayor crueldad e injusticia, era la única manera de redimir a la humanidad de su separación eterna del Señor.

Creer en la bondad de Dios es uno de los pilares de nuestra fe. Esta verdad nos llena de alegría en los momentos felices, y nos da confianza cuando la vida es dura, injusta o dolorosa. Cuando no entendamos lo que el Señor está haciendo, podemos confiar en su amor, y saber que es bueno.


domingo, 29 de noviembre de 2015

Domingo: VICTORIA SOBRE EL SENTIMIENTO DE CULPA (Juan 1.9)

VICTORIA SOBRE EL SENTIMIENTO DE CULPA

Juan 1.9
9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

A veces, las personas siguen siendo prisioneras de la culpa mucho tiempo después de que este sentimiento debería haberse resuelto. Para algunos es natural que sea así, porque se niegan a abandonar el pecado que la produjo. Por otra parte, otros sufren el peso de la culpa falsa, ya que albergan una vergüenza que ya no deberían tener. Cualquiera que sea la causa de su autocondenación, el plan de batalla sigue siendo el mismo.

La victoria sobre la culpa comienza con la comprensión de que el Salvador llevó nuestra vergüenza a la cruz y pagó nuestro castigo. Sin Jesús, la deuda no habría sido pagada, porque no hay manera de que podamos pagar por nuestro pecado. Pero necesitamos identificar sinceramente la fuente de nuestra culpa y confesarla ante Dios. Eso significa, primero, reconocer que Dios llama pecado a lo que hicimos; y segundo, arrepentirnos y apartarnos del mal para hacer lo correcto.

Confrontar la culpa de esta manera sustituye nuestra vergüenza con paz y alegría. Además, nos da sabiduría para hablar de eso con otros. La franqueza en cuanto a nuestros errores del pasado puede ayudar a que los que están en nuestra esfera de influencia lleguen a conocer al Señor. Por medio de nuestro testimonio, Dios puede llegar a otros que necesitan que sus cadenas de culpabilidad sean rotas.

La batalla para vencer el sentimiento de culpa es una que no debería demorarse. Este sentimiento no se marchará solo. Verdadera o falsa, su autocondenación debe ser tratada con rapidez. Es hora de ponerle fin a su cautiverio, y empezar a caminar en el gozo de la bendición de Dios.



sábado, 28 de noviembre de 2015

Sábado: EL SIGNIFICADO DE LA CULPA (Juan 8.1-11)

EL SIGNIFICADO DE LA CULPA

Juan 8.1-11
1 y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2 Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio,
4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?
6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra.
9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.

La culpa por algo que viola la conciencia es un sentimiento normal. Sin embargo, vivir bajo una nube de remordimiento sin una razón clara no lo es. El Señor creó los sentimientos de culpabilidad y remordimiento para que sirvieran como recordatorios de que hemos hecho algo malo, y que necesitamos arrepentirnos. Pero Satanás usa tales sentimientos para tener cautivas a las personas, pues quienes viven con un sentimiento de culpa no están seguras del amor de Dios.

La culpa buena —la herramienta efectiva del Señor para impulsar al arrepentimiento— es un regalo que nos ayuda a encontrar la senda correcta. Pero el diablo estimula la culpa falsa, que implica hacernos responsables por cosas que están fuera de nuestro control, y sufrir autocondenación por no ser capaces de cambiar las consecuencias. Este tipo de culpa es también un problema generalizado de quienes están en iglesias legalistas o que tienen ciertos estilos de vida; ciertas actitudes o pensamientos son considerados pecaminosos, y entonces las personas se sienten avergonzadas por hacer o pensar en esas cosas.

La autocondenación le impide a las personas el desarrollo de una relación con Cristo. Atrapadas por la culpa, temen ser rechazadas. La confianza en sí mismas es casi imposible, porque están esperando que la condenación de Dios caiga sobre ellas.

El Señor no vino para acusarnos o condenarnos. Cristo regeneró nuestra alma y nos hizo justos delante de Dios, y por eso nuestra culpa ha sido quitada. Si nuestro Salvador perdonó a la mujer sorprendida en adulterio, piense en cuán dispuesto está Él a quitar nuestro sentimiento de culpa (Jn 8.11).




viernes, 27 de noviembre de 2015

Viernes: LOS CRISTIANOS EN EL LUGAR DE TRABAJO (Filipenses 2.5-8)

LOS CRISTIANOS EN EL LUGAR DE TRABAJO
Filipenses 2.5-85 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.


Uno de los mayores obstáculos para la efectividad del evangelio es la manera como actúan los cristianos en la iglesia, y como lo hacen en otros lugares. La manera como vivimos para Dios debería permear todas los aspectos de nuestra vida. El lugar de trabajo no es una excepción.

La manera como actuamos refleja nuestra fe. Entonces, si decimos ser cristianos, nuestros compañeros de trabajo, jefes y empleados equipararán nuestras actitudes y acciones con el Señor Jesús. ¿Ven las personas que trabajan con usted un reflejo positivo de Dios en su ética de trabajo?

Echemos un vistazo a un modelo bíblico a seguir. Primero, debemos vernos como servidores. Segundo, nuestro verdadero jefe es Cristo; por tanto, trabajemos con interés e integridad, sabiendo que nuestra recompensa viene de Él ("Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;", Col 3.23). Tercero, ya que toda autoridad en la tierra ha sido dada por Dios (Ro 13.1), debemos obedecer con agrado a nuestros superiores, a menos que, por supuesto, nuestro jefe nos pida que hagamos algo contrario a la Palabra de Dios. Y, por último, todos aquellos con quienes trabajamos son valiosos para el Señor y debemos tratarlos con respeto (1 Jn 4.7, 8).
1 Jn 4.7, 8
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

Piense en cómo se aplica aquí la regla de oro: “Traten a los demás como quisieran ser tratados”. Dicho de otra forma, imagínese a usted como jefe y pregúntese: ¿Cómo me gustaría que trabajaran los empleados? Debemos trabajar como si Dios fuera nuestro jefe. Esto significa hacer las tareas con alegría, actitud servicial y respeto por los demás, con diligencia y obediencia a quienes tienen posiciones de autoridad. Imagínese lo que podría ser el lugar de trabajo si todos los creyentes vieran sus empleos de esta manera.




jueves, 26 de noviembre de 2015

Jueves: EL PROCESO DEL QUEBRANTAMIENTO (Romanos 8.29-31)

EL PROCESO DEL QUEBRANTAMIENTO

Romanos 8.29-31
29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Resulta muy tentador pensar que es muy poco lo que necesitamos mejorar. Pregunte y escuchará a muchas personas admitir que tal vez pudieran hacer un poquito de “mantenimiento” en uno o dos aspectos problemáticos de su vida. Pero la mayoría dirá: “Soy una persona buena”. No se engañe: el Padre celestial se niega a aceptar la pobre visión que tiene la persona de lo que significa “ser buena”.

Dios ve a cada creyente como la persona que será cuando esté plenamente rendida a Jesucristo. Entonces, Él comienza a hacer esa renovación total transformándola a la imagen de su Hijo.

Podemos decir que Dios es nuestro “diseñador de interiores”. Un paso esencial en la remodelación implica la eliminación de todo lo innecesario, dañado o pasado de moda. En nuestro caso, lo que tiene que desaparecer es la rebeldía. Puedo decirle por experiencia propia que ser un hombre en construcción no es cómodo.

Dios apunta a costumbres, actitudes y relaciones en las que actuamos fuera de su voluntad, y luego aplica presión para que dirijamos nuestra atención a ellas. El Señor se apodera de lo que amamos para extraernos la humilde pregunta: “¿Qué más quieres que te entregue?”

Conformar nuestra voluntad a la de Dios cambia lo que somos. En medio de nuestra transformación, el dolor de lo que Él utiliza puede impedirnos ver temporalmente la belleza de su diseño. Pero no hay nada mejor para Dios que seamos sus seguidores fieles y obedientes a toda costa. Sométase al Señor para que Él pueda transformarle en el siervo que Él desea.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Miércoles: LA VICTORIA SOBRE LA FALTA DE PERDÓN (Mateo 18.21-35)

LA VICTORIA SOBRE LA FALTA DE PERDÓN

Mateo 18.21-35
21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes.
29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía.
35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.

Inmediatamente después de enseñar a sus discípulos cómo orar, el Señor Jesús hizo una advertencia en cuanto a no dejar que la falta de perdón se anide en el corazón. Dijo que quienes se niegan a perdonar a otros no serán perdonados por el Padre.

Los creyentes no pierden su salvación cuando rehúsan perdonar pero interrumpen su relación con Dios. La actitud rencorosa estorba la confesión y el arrepentimiento. El Señor no puede pasar por alto el pecado, y su Espíritu le hará saber al creyente cuando exhibe una conducta pecaminosa, hasta que se ocupe de ella.

El perdón es un acto de la voluntad más que del corazón. Muchas veces, las personas no sienten que deben tener misericordia con quienes las han agraviado. Pero un espíritu rencoroso se convierte en una carga terrible. El Señor sabe que el perdón es lo mejor, aun cuando sea difícil.

Usted no se encargará de un pecado hasta que lo vea como Dios lo ve. Por tanto, acepte toda la responsabilidad por su actitud, y reconozca que eso es una violación de su Palabra. Acuda a la misericordia divina, y pídale a Dios que le dé fuerzas para despojarse de la ira y el resentimiento. Como parte de su decisión de avanzar en la gracia, cultive el hábito de orar por quienes le hirieron. Y si el Señor lo impulsa a hacerlo, busque el perdón de esas personas por su actitud pecaminosa.

Un espíritu de amargura y resentimiento no corresponde con lo que somos en Cristo. Ni tampoco es saludable andar con una actitud de enfado. Por eso es tan importante perdonar. Decida verse libre de su carga; el Señor prometió hacernos libres si le entregamos nuestros pecados ("Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.", Jn 8.36).



martes, 24 de noviembre de 2015

Martes: PARA SUPERAR EL FRACASO (Romanos 7.15-20)

PARA SUPERAR EL FRACASO

Romanos 7.15-20
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
16 Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17 De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.
18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.
20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí.

La voluntad de Dios para la vida del creyente es que obtenga la victoria. Pero, a veces, podemos encontrarnos cayendo una y otra vez en un mismo pecado. Como resultado, nuestra vida de oración se caracteriza por promesas incumplidas de no reincidir en las faltas. Le decimos al Señor que anhelamos hacer lo correcto, pero a menudo nuestro deseo se desvanece cuando la integridad ya no es conveniente, placentera o rentable. Muchos creyentes se enojan con Dios porque no les da la victoria, pero el pecado es siempre elección nuestra, no del Señor.

Si una conciencia atormentada y sufrimientos son el resultado de nuestra decisión de pecar, ¿por qué seguimos pecando? Una de las razones es la falta de arrepentimiento total. Es posible que experimentemos dolor, humillación y vergüenza por el pecado, y no estar verdaderamente arrepentidos. La razón es que la mortificación no es cuestión de llorar o sentirse culpable; en vez de eso, el arrepentimiento verdadero es aceptar lo que Dios dice. Cuando lo hacemos, el corazón da un giro en dirección contraria a la transgresión persistente.

La segunda razón del fracaso es una visión inadecuada de nuestra verdadera identidad en el Señor. Nosotros, como hijos de Dios, tenemos al Espíritu Santo viviendo en nosotros para darnos poder. Si entendemos esta verdad, reconoceremos que el pecado no corresponde con quienes somos, y dejaremos de justificar nuestras faltas. Nuestro arrepentimiento genuino se basa en una comprensión plena y sincera de nuestra identidad.

Cuando juntamos estas dos verdades, creamos una herramienta poderosa contra Satanás. Nuestro Padre celestial quiere que seamos victoriosos, y que superemos nuestros fracasos al recordar que Cristo es la fuente de vida.



lunes, 23 de noviembre de 2015

Lunes: NUESTRO ACOMPAÑANTE INCOMPARABLE (Juan 14.16-18)

NUESTRO ACOMPAÑANTE INCOMPARABLE

Juan 14.16-18
16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

La soledad se hará presente en la vida de toda persona en algún momento. Sin embargo, los creyentes nunca estamos solos, porque Dios nos ha dado un acompañante permanente —el Espíritu Santo. Él es el Consolador o Ayudador que está con nosotros para siempre.

Nadie puede prometer estar siempre disponible para otra persona; el tiempo, la distancia, e incluso la muerte, pueden separar a dos personas que habrían preferido enfrentar las dificultades juntas. Afortunadamente, por haber enviado al Espíritu Santo a habitar dentro de nosotros, Jesucristo mantiene su promesa de nunca dejarnos ni desampararnos ("Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;", He 13.5). Esto significa que la relación con nuestro Acompañante es más grande que cualquier relación humana que tengamos. Puesto que el Espíritu de Dios es una persona de la Trinidad, Él es capaz de dar respuesta a todas nuestras necesidades.


Dios nos diseñó para estar completos solamente cuando habita en nosotros su Espíritu, lo cual se produce en el momento de la salvación. Sin embargo, tenemos la opción de ignorar al Espíritu Santo. Por ejemplo, algunas personas intentan tercamente saltarse lecturas de la Biblia cuando encuentran inconveniente la Palabra de Dios. Esta clase de vida se caracteriza por descontento, paz fugaz y soledad permanente en el corazón.

El Espíritu Santo es nuestro parakletos, o acompañante que “camina a nuestro lado”. Si nos mantenemos alejados de Él, nos distanciamos del Padre, también. Pero si le pedimos al Espíritu que guíe nuestros pasos y abra nuestra mente a los caminos de Dios, Él estará disponible para hacerlo.


domingo, 22 de noviembre de 2015

Domingo: CÓMO APLICAR LOS PRINCIPIOS BÍBLICOS (Salmo 119.17-24)

CÓMO APLICAR LOS PRINCIPIOS BÍBLICOS

Salmo 119.17-24
17 Haz bien a tu siervo; que viva, Y guarde tu palabra.
18 Abre mis ojos, y miraré Las maravillas de tu ley.
19 Forastero soy yo en la tierra; No encubras de mí tus mandamientos.
20 Quebrantada está mi alma de desear Tus juicios en todo tiempo.
21 Reprendiste a los soberbios, los malditos, Que se desvían de tus mandamientos.
22 Aparta de mí el oprobio y el menosprecio, Porque tus testimonios he guardado.
23 Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,
24 Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros.

La idea de aplicar los principios bíblicos es malentendida con frecuencia. No es simplemente un proceso de tres pasos: escuchar, creer y aplicar. Pues entre creer y aplicar hay otros dos pasos: explorar y descubrir.

Explorar un principio bíblico significa estudiar la Biblia para entender 1) cuál es el contexto que lo rodea, 2) lo que significa el principio, y 3) lo que revela acerca de Dios. Además, debemos tener en cuenta cómo se relaciona este principio con el resto de la Biblia. Escudriñar la Palabra de Dios ablanda la mente y el corazón para que la nueva doctrina se plante con profundidad.

Al arar más profundamente en la Palabra, el nuevo concepto se vuelve real para nosotros. Descubrimos cómo funciona el principio, y la forma correcta de aplicarlo a nuestra vida. Al hacerlo, la rica verdad llega a ser nuestra. No es simplemente pegada a nuestras acciones como una influencia externa; en vez de eso, ponemos la verdad en nuestro corazón y nuestra mente, lo que le permite transformarnos desde el interior.

Hacer de los principios de Dios una parte integral de nuestra vida es una gozosa experiencia. En vez de sentir un gusto pasajero por un nuevo concepto, la persona que se apropia de un principio se regocija en él. Y sigue cavando en la Palabra para aprender más de los estatutos del Señor.

Un creyente que no tiene mucho que decir en cuanto a la obra de Dios en su vida, probablemente no está aplicando la Sagrada Escritura. Escuchar y creer simplemente no hace que un concepto se vuelva nuestro. Un principio es suyo cuando explora la verdad, descubre el lugar de ella en su vida, y aplica el concepto de modo que Dios pueda hacerlo funcionar.




sábado, 21 de noviembre de 2015

Sábado: CUANDO SE IGNORA LA PALABRA DE DIOS

CUANDO SE IGNORA LA PALABRA DE DIOS

Salmo 119.9-16
9 ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.
10 Con todo mi corazón te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos.
11 En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti.
12 Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos.
13 Con mis labios he contado Todos los juicios de tu boca.
14 Me he gozado en el camino de tus testimonios Más que de toda riqueza.
15 En tus mandamientos meditaré; Consideraré tus caminos.
16 Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras.

Jaime compró un juguete para sus nietos. Después de dar una rápida mirada a las instrucciones, puso el folleto a un lado y se dedicó a armarlo. Después de algunas horas de frustración, Jaime leyó humildemente las instrucciones otra vez y siguió los pasos para armar el juguete. Pronto lo tuvo armado, y los nietos se pusieron a jugar alegremente.

Jaime sabía que el fabricante tenía un plan de cómo armar el juguete. Pero él es un hombre inteligente y dio por sentado que podría hacerlo sin ayuda. Muchas personas actúan como Jaime cuando se trata de seguir lo que la Biblia dice. En vez de tratar a la Palabra de Dios como un manual para la vida, le dan un mirada rápida cuando no están seguros de qué hacer después.

La Biblia es el manual del Padre celestial. Enseña a los creyentes quién es Él, lo que piensa, y cómo actúa. Conocer los caminos del Señor garantiza que podemos tomar decisiones sabias que le honran.

Hago hincapié en que debe leerse todos los días, porque los creyentes no podemos ser exitosos o victoriosos espiritualmente sin ella. En el pasaje de hoy, leemos que si una persona quiere ser recta, su vida debe ajustarse a los principios bíblicos. Por supuesto, la única manera de saber cuáles son esos principios es por medio de la lectura, estudio y reflexión de la Palabra de Dios.

La Palabra de Dios es nuestra posesión más valiosa. Ignorarla es tan absurdo como arrojar una billetera llena de dinero. Entre las riquezas de la Biblia están historias que nos enseñan cómo servir al Señor y cómo agradarle. También contiene abundantes instrucciones para tener una vida recta y con propósito.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Viernes: LA RENDICIÓN PERSONAL DE CUENTAS Romanos 14.12 12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Si usted no tiene a alguien a quien rendirle cuentas de sus acciones, entonces se está perdiendo de uno de los mejores regalos de la vida. La Biblia nos dice que el Señor Jesús rendía cuentas al Padre celestial (Jn 8.28, 29); la iglesia está sujeta a Cristo ("Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.", Ef 5.24); y Pablo se sentía responsable ante la iglesia de Antioquía ("Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grande", Hch 14.27). Cuando tenemos a alguien con quien compartir nuestros fracasos, debilidades, aciertos y anhelos, nos beneficiamos de muchas maneras. Jn 8.28, 29 28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo. 29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. Con nuestra rendición de cuentas a un hermano en la fe, desarrollamos un sentido de responsabilidad que conduce a un mejor desempeño en todo lo que hacemos. Dar cuentas a nivel personal fomenta la integridad y nos protege del mal uso de nuestra libertad. Además, aprender a examinarnos a nosotros mismos y a evaluar a otros nos protege de relaciones insanas y nos mantiene tomados de la mano de Dios, lo cual nos ayuda a madurar. Puesto que un confidente puede ver nuestros puntos ciegos y debilidades, está en una buena posición para aconsejarnos, alentarnos o reprocharnos con amor. Para escoger la persona adecuada, hay que buscar un creyente lleno del Espíritu Santo dispuesto a dar dirección santa basada en la Palabra de Dios. Asimismo, necesitamos rendir cuentas a una persona que nos acepte y nos ame tal como somos, pero que también tenga la valentía de encararnos cuando estemos equivocados. Es importante encontrar a alguien que realmente vele por lo que más nos conviene. Entonces, ¿dónde encontrar una persona así? En el banco, en la iglesia o entre sus amigos. Comience a orar hoy por alguien a quien rendir cuentas, y pídale a Dios que le muestre claramente a la persona correcta. Viernes: LA RENDICIÓN PERSONAL DE CUENTAS (Romanos 14.12)

LA RENDICIÓN PERSONAL DE CUENTAS

Romanos 14.12
12 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

Si usted no tiene a alguien a quien rendirle cuentas de sus acciones, entonces se está perdiendo de uno de los mejores regalos de la vida. La Biblia nos dice que el Señor Jesús rendía cuentas al Padre celestial (Jn 8.28, 29); la iglesia está sujeta a Cristo ("Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.", Ef 5.24); y Pablo se sentía responsable ante la iglesia de Antioquía ("Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán grande", Hch 14.27). Cuando tenemos a alguien con quien compartir nuestros fracasos, debilidades, aciertos y anhelos, nos beneficiamos de muchas maneras.
Jn 8.28, 29
28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.
29 Porque el que me envió, conmigo está; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada.

Con nuestra rendición de cuentas a un hermano en la fe, desarrollamos un sentido de responsabilidad que conduce a un mejor desempeño en todo lo que hacemos. Dar cuentas a nivel personal fomenta la integridad y nos protege del mal uso de nuestra libertad. Además, aprender a examinarnos a nosotros mismos y a evaluar a otros nos protege de relaciones insanas y nos mantiene tomados de la mano de Dios, lo cual nos ayuda a madurar.

Puesto que un confidente puede ver nuestros puntos ciegos y debilidades, está en una buena posición para aconsejarnos, alentarnos o reprocharnos con amor. Para escoger la persona adecuada, hay que buscar un creyente lleno del Espíritu Santo dispuesto a dar dirección santa basada en la Palabra de Dios. Asimismo, necesitamos rendir cuentas a una persona que nos acepte y nos ame tal como somos, pero que también tenga la valentía de encararnos cuando estemos equivocados. Es importante encontrar a alguien que realmente vele por lo que más nos conviene.

Entonces, ¿dónde encontrar una persona así? En el banco, en la iglesia o entre sus amigos. Comience a orar hoy por alguien a quien rendir cuentas, y pídale a Dios que le muestre claramente a la persona correcta.



jueves, 19 de noviembre de 2015

Jueves: EL PODER DE LA ORACIÓN (2 Crónicas 20.1-15)

EL PODER DE LA ORACIÓN

2 Crónicas 20.1-15
1  Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra.
2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.
3 Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.
4 Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.
5 Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo;
6 y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?
7 Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?
8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo:
9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto,sino que se apartase de ellos, y no los destruyese;
11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión.
12 !!Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
13 Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos.
14 Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión;
15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.

En la Biblia encontramos ejemplos de personas que oraron con autoridad. Elías desafió valientemente a los profetas del falso dios Baal, porque sabía que el Señor escucharía y respondería. El rey Josafat se enteró de que un gran ejército venía contra Israel, por lo que buscó a Dios por dirección y fuerzas, e hizo un llamamiento a la nación a hacer lo mismo.

Estos ejemplos pueden enseñarnos acerca de cómo orar con poder.

Depender de Dios. Las peticiones de ambos hombres mostraban su gran confianza en el Señor. Por saber que la victoria sobre los enemigos de Israel estaba más allá de sus propias capacidades, le pidieron al Señor que interviniera.

Centrarse en su plan. El profeta hizo las cosas a la manera de Dios con enormes posibilidades en su contra, y con un gran riesgo personal (1 R 19.1, 2). Y, al mismo tiempo, el rey llamó a la nación a ayunar, mientras él buscaba conocer la estrategia del Señor.
1 Reyes 19:1-2
1  Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas.
2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.

Tener una motivación pura. Ambos líderes tenían intenciones centradas en Dios, con el propósito de apoyar los planes del Señor. No estaban tratando de ganar nada para sí.

Confiar en la fidelidad del Señor. Ninguno de los hombres dudó en pedir públicamente la ayuda divina. Elías explicó el plan a los 450 profetas enemigos, y Josafat exhortó a todo Israel a unirse a él en oración.

Si sus oraciones parecen estar teniendo poco efecto, pregúntese: ¿He estado confiando en mis fuerzas para resolver las cosas? ¿Hay una razón egoísta en mi petición? ¿Me falta confianza en Dios (Stg 1.5-7)? Si es así, vuélvase al Señor, confiese su pecado y busque seguir el ejemplo de Elías y Josafat.
Santiago 1:5-7
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.



miércoles, 18 de noviembre de 2015

Miércoles: ORAR CON AUTORIDAD (1 Reyes 18.19-39)

ORAR CON AUTORIDAD

1 Reyes 18.19-39
19. Envía, pues, ahora y congrégame a todo Israel en el monte Carmelo, y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera, que comen de la mesa de Jezabel.
20. Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel, y reunió a los profetas en el monte Carmelo.
21. Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
22. Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.
23. Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
24. Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.
25. Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos un buey, y preparadlo vosotros primero, pues que sois los más; e invocad el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.
26. Y ellos tomaron el buey que les fue dado y lo prepararon, e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
27. Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando, o tiene algún trabajo, o va de camino; tal vez duerme, y hay que despertarle.
28. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.
29. Pasó el mediodía, y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecerse el sacrificio, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase.
30. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.
31. Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre,
32. edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
33. Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.
34. Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez,
35. de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.
36. Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
37. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.
38. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja.
39. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!


Dios ha dado a sus hijos el privilegio de acudir a Él para todas sus necesidades; aun más, ha prometido responderles. También ha incluido el derecho que tenemos de hacerle peticiones en favor de los demás. La Biblia nos dice que la oración del justo puede mucho ("Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.", Stg 5.16).

Para ser considerados justos a los ojos del Padre, tenemos que haber aceptado su regalo de salvación. Antes de ser redimidos, éramos personas inicuas bajo condenación ("Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados", Ef 2.1, 3). Pero, por la fe en Cristo como nuestro Salvador, somos hechos nuevos y declarados santos delante de Él. Entonces, para que nuestras peticiones sean poderosas y eficaces, tienen que estar de acuerdo con su voluntad (1 Jn 5.14, 15). El secreto para hacer peticiones que se ajusten a su plan es conocer el carácter y las prioridades del Padre celestial.
1 Jn 5.14, 15
14. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

Elías es un buen ejemplo de alguien que oraba con autoridad. El Señor lo envió a enfrentarse al impío rey Acab y a los 450 profetas de Baal. Se trataba de un conflicto espiritual para demostrar quién era el Dios verdadero: Baal o el Señor de Israel. Las armas de Elías eran su conocimiento del plan del Padre celestial, y la autoridad que tenía en la oración como profeta de Dios. Su petición, hecha públicamente delante de sus adversarios, armonizaba con la voluntad del Señor de que supieran quién era Jehová ("Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos.", Ex 7.5; 1 R 18.37). Cuando Dios respondió la oración de Elías, el pueblo declaró: “¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” (1 R 18.39).

¿Es usted hijo de Dios? Si lo es, puede orar con autoridad y poder, seguro de que sus peticiones están de acuerdo con la voluntad del Señor.

martes, 17 de noviembre de 2015

Martes: LA FORTALEZA VIENE CON LA ESPERA (Isaías 40.28-31)

LA FORTALEZA VIENE CON LA ESPERA

Isaías 40.28-31
28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

El agotamiento es un resultado del exceso de compromisos y responsabilidades. En nuestro esfuerzo por lograr todo lo que esperamos, tratamos con frecuencia de ir más rápido y de atiborrarnos de tareas. Pero, al hacerlo, terminamos emocional y físicamente agotados. El Señor ofrece un estilo de vida radicalmente diferente, y además renueva nuestras fuerzas y vigor.

Quienes esperan en el Señor tienen la promesa de su poder sobrenatural. De hecho, la Biblia dice que ese poder superará la fuerza y el aguante de los jóvenes. El acceso a este poder divino se logra, no yendo más rápido sino más despacio, deteniéndonos para sacar tiempo y concentrarnos en Dios, buscar su dirección, y pedir su poder para llevar a cabo lo que nos encomienda.

Cuando era más joven, me agotaba debido a mi impaciencia, tratando de sacar adelante al ministerio a mi manera y en mi tiempo. Desde entonces, he aprendido que cuando hago una pausa y me humillo ante el Señor, reconociendo que no tengo fuerzas sin Él, Dios me sostiene emocional y espiritualmente. No hay ninguna explicación humana para lo que Dios quiere y puede hacer en un cuerpo humano rendido a Él. Su Espíritu Santo es como el viento debajo de nuestras alas, que hace posible que nos remontemos como las águilas.

La próxima vez que esté al borde del agotamiento, tómese un tiempo para centrarse en el Señor. ¿Está usted caminando al ritmo de Dios, o se le ha adelantado? Vaya de la mano del Señor, y haga suyo el poder que ofrece sin restricciones a quienes andan obedientemente dentro de su voluntad.


lunes, 16 de noviembre de 2015

Lunes: CUANDO DIOS NOS HACE ESPERAR (Salmo 25.4, 5)

CUANDO DIOS NOS HACE ESPERAR

Salmo 25.4, 5
4 El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño.
5 El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación.

En el camino de la vida, las decisiones cruciales son como intersecciones que nos llaman a elegir qué camino tomar. Si nos apresuramos a actuar sin buscar saber qué piensa el Señor, el camino que tomemos puede dar lugar a remordimientos y sufrimientos. Aunque el Señor está listo y dispuesto a ofrecer dirección clara, Él no siempre la da con rapidez. Saber que Él tiene una buena razón para no dar su instrucción de inmediato, puede ayudarnos a esperar su dirección con paciencia.

A veces, Dios permite que estemos confundidos para llamar nuestra atención. Cuando todo está funcionando sin problemas, tendemos a olvidarnos del Señor. Pero la incertidumbre nos lleva de regreso a Él como si fuera un imán. Al alinear nuestros pasos con los suyos, y andar en sumisión al Espíritu Santo, abrimos nuestros oídos para escuchar su voz.

Nuestro período de espera es el tiempo de preparación de Dios. Para lograr sus propósitos soberanos, Él puede hacernos esperar mientras coordina los hechos para que coincidan con su voluntad. A veces, el Señor tiene que trabajar en nosotros antes de que estemos listos para encargarnos de lo que ha dispuesto para nuestro futuro. Además, la espera nos ayuda a crecer espiritualmente —si recibiéramos la dirección de Dios al instante, rara vez tendríamos la oportunidad de ejercitar nuestra fe. La madurez se hace evidente en la capacidad de esperar con confianza.

Si la impaciencia le hace adelantarse al tiempo del Señor, se arriesga a salir de su voluntad y a perder sus bendiciones. Pero si espera hasta que Él le dé dirección clara, usted andará en la paz de Dios con seguridad, en vez de estar dando vueltas con ansiedad y confusión.



domingo, 15 de noviembre de 2015

Domingo: LA GRACIA PARA SEGUIR ADELANTE (2 Corintios 12.7-10)

LA GRACIA PARA SEGUIR ADELANTE

2 Corintios 12.7-107 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Cuando usted escucha hablar a alguien, ¿qué da peso a las palabras de esa persona? ¿Qué le hace escuchar lo que dice? Casi siempre, medimos el mensaje de una persona a la luz de su experiencia, rechazando las palabras que no concuerdan con la historia personal de quién habla.

Por consiguiente, cuando llegamos al argumento de Pablo en cuanto a la suficiencia de Dios, preguntamos: “¿Es esto algo de lo que Pablo puede realmente hablar?” Podemos leer la Biblia y ver por medio de la vida del apóstol que la respuesta es un rotundo sí.

El testimonio de Pablo describe las dificultades que enfrentó (2 Co 11.22-28)
(*). Fue encarcelado, golpeado, amenazado, apedreado, robado, sufrió naufragios y fue perseguido. Además, tenía un aguijón implacable que lo afligía (12.7, 8).

Uno pensaría que Dios mantiene a sus servidores en perfectas condiciones y con una salud inmejorable. Sin embargo, aquí vemos que, aunque Pablo oró pidiendo ser sanado, la respuesta de Dios no fue la esperada. En vez de recibir una magnífica y total sanidad, Pablo recibió una respuesta más profunda: “Bástate mi gracia” (v. 9).

Por medio de esa dificultad, Dios le enseñó a Pablo una lección vital: no importa lo débil que pensemos ser, o qué tan oprimidos o heridos estemos, en las manos de Dios, nuestra debilidad significa que hay espacio para su poder. Y es por medio de su poder —y solo por su poder— que somos capaces de hacer cosas asombrosas.

(*) = 2 Co. 11.22-28
22 ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.
23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

sábado, 14 de noviembre de 2015

Sábado: LA FE PARA SEGUIR ADELANTE (Santiago 1.2-12)

LA FE PARA SEGUIR ADELANTE

Santiago 1.2-122 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.
5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.
7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
9 El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación;
10 pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba.
11 Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas.
12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.


Cuando llegan tiempos difíciles, ¿cuál es su reacción? Aunque puede parecer tentador querer salir del problema, lo que Dios quiere en realidad es que sus hijos nos mantengamos sujetos a Él, aunque no le ponga fin a nuestro sufrimiento. Pero es la voluntad del Señor que mantengamos la cabeza en alto, y que sigamos adelante en medio del dolor.


Esto es algo que sorprende a muchos nuevos creyentes. Después de poner su fe en Jesús, se asombran cuando aparece alguna dificultad inesperada. Es incorrecto esperar una vida fácil después de poner nuestra fe en el Hijo de Dios como Señor. De hecho, la Biblia nos asegura todo lo contrario. Jesús mismo declaró que si estamos con Él, seremos afligidos por el mundo ("
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.", Jn 16.33).

En Santiago 1.2, se nos dice que consideremos nuestras luchas como una fuente de “sumo gozo”. Esto tiene sentido solo cuando vemos nuestras dificultades a través de los ojos de Dios como oportunidades para crecer. Una fe no probada es débil e ineficaz. Al igual que nuestros músculos, nuestra fe debe ser ejercitada contra cierta resistencia. Si enfrentamos las pruebas con sabiduría, y soportamos con piadosa paciencia, descubriremos bendiciones que nunca imaginamos.

Al final de la lucha, veremos a Dios esperándonos con nuestra recompensa: la corona de la vida (v. 12). Utilizando una imagen del mundo del deporte, la “corona de la vida” es básicamente la medalla de oro que Dios nos da por un trabajo bien hecho. ¿Quiere usted tener el reconocimiento del Señor por su victoria espiritual? Entonces, siga adelante en medio de las dificultades, y descubra lo que hay más allá de la prueba.



viernes, 13 de noviembre de 2015

Viernes: EL AJETREO DEL DOMINGO (Salmo 100.1-5)

EL AJETREO DEL DOMINGO

Salmo 100.1-5


1 Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
2 Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
3 Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
4 Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.
5 Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones.

Para muchos creyentes, la mañana del domingo comienza apagando la alarma del reloj, para luego seguir durmiendo, porque la diversión de la noche del sábado parecía más emocionante que las responsabilidades de las primeras horas del domingo. Luego saltan apurados de la cama. Despiertan a sus hijos a gritos. Corren por toda la casa, sacan a las mascotas, comen un plato de cereal y hacen planes para el almuerzo con los suegros. Escoltan a los hijos al automóvil mientras intentan responder a la pregunta: “¿Por qué siempre estamos retrasados?” Tratan de encontrar puesto de estacionamiento en la iglesia. Entran corriendo al santuario. Se desploman en un banco. Abren un himnario. Cantan algunos himnos. Escuchan la predicación. Salen de la iglesia para encontrarse con los suegros en el restaurante. Vuelven a casa y toman una siesta.

¿Le suena familiar? Obviamente, algo no está bien en este escenario: ¿Dónde está la adoración? Sí, claro; esta familia fue a la iglesia, pero el tiempo apartado para la alabanza y el estudio de la Palabra fue simplemente algo más en su lista de actividades. Fue algo que hicieron porque sintieron que tenían que hacerlo. No hubo espacio para un encuentro con Dios, ya que el tiempo de adoración parecía ser una interrupción de su domingo, no el eje del mismo.

El Salmo 100.1-5 nos dice: “Entrad . . . por sus atrios con alabanza”. ¿Caracteriza esta admonición su entrada a la adoración cada semana? No deje que el “ajetreo del domingo” se convierta en un problema para su familia. Recuerde que la adoración no es algo que usted tiene que hacer; es algo que usted quiere hacer. Por tanto, planifique con anticipación y prepare su corazón, mente, y familia para encontrase con el Rey.

jueves, 12 de noviembre de 2015

Jueves: BUSQUE AL SEÑOR CON FERVOR (Salmo 27.4-8)

BUSQUE AL SEÑOR CON FERVOR

Salmo 27.4-8
4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.
5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; Me ocultará en lo reservado de su morada; Sobre una roca me pondrá en alto.
6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, Y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; Cantaré y entonaré alabanzas a Jehová.
7 Oye, oh Jehová, mi voz con que a ti clamo; Ten misericordia de mí, y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová;

Mi vida fue influenciada radicalmente por mi abuelo, quien buscaba apasionadamente al Señor. Yo quería tener esa misma clase de relación con Dios, y sabía que la única manera de que fuera así, era si yo le buscaba con fervor. Después de todos estos años, puedo decir sinceramente que lo más emocionante de mi vida es humillar mi rostro delante de Dios en una comunión íntima.

Pero esta clase de relación no sucederá por casualidad. Requiere la decisión deliberada de volver a poner en orden nuestras prioridades, para hacer espacio a la búsqueda de Dios. La intimidad con Él no es algo que uno puede adquirir en una inspiradora conferencia de un fin de semana, no se logra leyendo un capítulo o dos de la Biblia, ni orando durante diez minutos cada día. Buscar a Dios con fervor es un compromiso tenaz que dura toda una existencia, día tras día, y año tras año.

Demasiados creyentes están satisfechos con tener una relación superficial con el Señor. Buscan respuestas a la oración en momentos de sufrimiento, pero no están dispuestos a sentarse tranquilamente por un buen tiempo, solo para llegar a conocer a Dios mediante la oración y su Palabra. Cuando en realidad, la ocupación más importante en la vida de un creyente en Jesucristo es cimentar su relación con Dios. Renunciar a esta gran bendición es una tragedia.

Dios no necesita nada de usted, pero desea tener su amorosa devoción y su comunión. ¿Es eso lo que usted quiere, también? Buscar al Señor no es algo que se puede hacer apresuradamente. Le costará tiempo y esfuerzo, pero las recompensas valdrán cualquier sacrificio.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Miércoles: LA CLAVE PARA LAS COSAS BUENAS DE LA VIDA (Esdras 8.22)

LA CLAVE PARA LAS COSAS BUENAS DE LA VIDA

Esdras 8.22
22 Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan.

El título de la meditación de hoy suena como el de un libro de autoayuda, que promete fama, riqueza y prestigio si usted sigue diez pasos sencillos. Pero Dios define a las cosas buenas de una manera totalmente diferente, que solo se consiguen buscándolo a Él. Cuando hacemos del Señor la prioridad absoluta de nuestra vida, podemos esperar las bendiciones de . . .

Una estrecha relación de amor. Quienes buscan a Dios con pasión aprenden a conocerle genuinamente, y experimentan un sentimiento de unidad con Él. El Señor no es ya una deidad distante, sino un amigo íntimo. Y a medida que crezca su consagración, sentirá un amor que trasciende a cualquier relación humana.

Satisfacción. El vacío que hay en todo corazón puede ser llenado únicamente por el Señor. Toda la búsqueda terrenal de placer o propósito palidece en comparación con la satisfacción de su presencia.

Gozo. Cuando buscar con afán al Señor se convierta en la prioridad de su vida, encontrará un gozo que nada podrá quitarle. Los sufrimientos y las dificultades no le destruirán, porque verá todo desde la perspectiva del Señor.

La ayuda de Dios. Como dice el versículo de hoy, la compasiva mano de Dios está sobre aquellos que lo buscan con ahínco. De hecho, Él se complace en ayudar y suplir sus necesidades.

¿Qué ocupa la prioridad en su vida? Aquello en lo que piensa revela sus verdaderas prioridades. Si usted puede pasar el día sin pensar en Dios es porque no lo está buscando fervientemente. Pero, si el Señor es la delicia de su vida, usted no podrá olvidarse de Él.


martes, 10 de noviembre de 2015

Martes: CÓMO CORRER LA CARRERA DE LA FE (Hebreos 12.1-3)

CÓMO CORRER LA CARRERA DE LA FE

Hebreos 12.1-3
1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

Los corredores en un maratón deben seguir una ruta claramente marcada. Supongamos que uno de los atletas decide tomar su propia ruta. Recorre los 42 km y pone su línea de llegada en el mismo punto de la oficial, pero corre a través de alrededores con menos colinas y menos gente. Su plan le parece excelente a él, pero cuando cruza la línea de llegada, no le espera ninguna cinta o medalla.

¡Lo que hizo es una tontería! Sin embargo, los creyentes caen en esta trampa cuando deciden cuál será el curso que tomarán sus vidas, en vez de correr la carrera que Dios dispone. Cuando nos sometemos a su voluntad, haciendo lo que dice, y yendo hacia donde nos dirige, nos mantenemos en el camino correcto. Pero en el momento que volvemos a nuestros viejos hábitos y comenzamos a tomar decisiones basadas en nuestro propio criterio, tomamos un camino alejado de Dios.

Para los creyentes, la línea de llegada es la misma —el cielo—, ya sea que corran a la manera de Dios, o a su manera. Sin embargo, la diferencia estará en lo que habremos de mostrar al llegar allí. Nadie quiere decir: No logré nada de valor. No importa cuán grandiosa sea la herencia que alguien deje, lo único que realmente vale la pena es lo que hizo para el Señor, en el poder del Espíritu Santo.

Y podemos estar seguros de que sin importar cuán lejos nos apartemos de la ruta, el Espíritu Santo seguirá presente. Nos recordará el camino correcto, como también la posibilidad de volver a ella y perseverar. La ruta ya está marcada, y usted sabe lo que tiene que hacer. Corra la carrera que tiene por delante, y termine bien.


lunes, 9 de noviembre de 2015

Lunes: VALENTÍA PARA OBEDECER (Josué 1.1-9)

VALENTÍA PARA OBEDECER

Josué 1.1-9
1 Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
2 Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
3 Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.
4 Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Eufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio.
5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos.
7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas.
8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.

La mayoría de las personas se deleitarían en aceptar el honor de dirigir una nación. Quizás Josué se sintió así, aunque estaba consciente de la enorme tarea y responsabilidad que sería ser el líder de los israelitas al salir del desierto.

El pueblo hebreo no era nada fácil. No solamente se quejaba de la comida, el agua, la seguridad y las normas; también cuestionaba el liderazgo de Moisés, y casi tan pronto como él se daba vuelta, se rebelaba contra Dios. Ahora Josué, un hombre a quien una vez trataron de apedrear ("Entonces toda la multitud habló de apedrearlos. Pero la gloria de Jehová se mostró en el tabernáculo de reunión a todos los hijos de Israel,", Nm 14.10), debía introducir en la tierra, sanos y salvos, a estos rebeldes nómadas del desierto. Su tarea era realmente colosal.

Pero Josué, al final asumió el manto de liderazgo con valentía. Cualquier incertidumbre fue sustituida por valentía y determinación. Puso su fe en Dios, quien nunca le había fallado al pueblo. Josué esperaba que el Señor fuera fiel a su palabra una vez más, y los introdujera en la tierra prometida. No sé qué problema esté usted enfrentando, pero sí sé que Dios le permitirá encararlo con valentía y calma, para que salga victoriosamente. Si usted es una mujer que está sufriendo en su matrimonio; o un padre de familia que está pensando en retomar sus estudios; o una persona en las garras de una enfermedad terrible, Dios le dice: “Esfuérzate y sé valiente” (Jos 1.9).

La valentía de Josué se debía a los muchos años de fidelidad de Dios en su vida. No importa si usted es cristiano desde hace cinco minutos o cincuenta años, puede tener la misma confianza. La Biblia promete que Él es suficiente para saciar sus necesidades y sacarle adelante en su andar hasta que llegue al cielo ("Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.", Fil 4.19).