viernes, 6 de noviembre de 2015

Viernes: EN RESPUESTA AL AMOR DE DIOS (Juan 3.16-21)

EN RESPUESTA AL AMOR DE DIOS

Juan 3.16-21
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

Dios es amor. Lo más probable es que hayamos escuchado estas palabras de 1 Juan 4.8 ("El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor."). Pero, ¿entendemos realmente lo que significan?

Juan 3.16 lo resume así: Dios amó tanto a la vil, pecadora y rebelde humanidad, que vino al mundo para sufrir una muerte horrible y salvarnos. Este no es un amor superficial. Sin embargo, algunas personas critican el sacrificio de Jesús. Dicen: El Señor pudo haber ideado una forma diferente de salvarnos. Después de todo, Él es Dios, por lo que debería ser capaz de hacer todas las cosas. Pero no consideran dos de sus atributos inmutables.

Primero, el Señor es santo por naturaleza. Esto significa que Él no puede contemplar el pecado y aprobarlo, por lo que tuvo que condenar la transgresión. Segundo, Dios es justo. Por tanto, todo pecado —sin excepción— tiene que ser castigado ("Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", Ro 6.23). Todos los actos del Señor tienen que ser consecuentes con su naturaleza.

Ninguno de nosotros está a la altura de la santidad de Dios, y Él no puede aceptarnos en nuestra condición caída, aunque desea tener una relación eterna con nosotros ("por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,", Ro 3.23). Por eso, dio la solución al enviar a su Hijo al mundo para que viviera como hombre y muriera en la cruz. Esta es la expresión suprema de amor. Como expresa 1 Juan 4.10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”.

La persona sabia aceptará la dádiva de la salvación. Es decir, recibirá a Jesús como su Señor y Salvador personal, y se consagrará a seguirle. ¿Cómo responderá usted a este asombroso amor?



No hay comentarios:

Publicar un comentario