sábado, 30 de abril de 2016

Sábado: REQUISITOS DE LA SANTIDAD (1 Corintios 1.1-9)

REQUISITOS DE LA SANTIDAD

1 Corintios 1.1-9
2 a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
3 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
4 Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús;
5 porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia;
6 así como el testimonio acerca de Cristo ha sido confirmado en vosotros,
7 de tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuesto Señor Jesucristo;
8 el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo.
9 Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor.

Muchas personas tienen un concepto errado de la santidad. Su idea de un santo es una persona que ha llevado una vida tan ejemplar, que es venerado por la iglesia, aunque la Palabra de Dios presenta un cuadro bastante diferente. La iglesia en Corinto tenía todo tipo de problemas de conducta, pero Pablo describe a los creyentes como “los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos” (1 Co 1.2).

Santificar significa apartar del uso común para el uso sagrado. A lo largo de la Biblia, el Señor ha santificado días (tales como el día de reposo), lugares (el tabernáculo), cosas (el arca del pacto) y personas. Un santo es simplemente una persona que Dios ha escogido para sus propósitos. Esto significa que todo creyente es santo.

Antes de que usted fuera salvo, su posición en relación con Dios era de enemistad ("Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.", Ro 5.10). Pero en el momento que confió en Cristo como su Salvador personal, el Señor cambió su posición y le apartó para Él. Nació de nuevo y ahora es su hijo. Le perdonó sus pecados y le declaró justo. Un santo no es una persona perfecta, sino alguien que está en una relación correcta con Dios. Aunque nuestra posición de santificación no se basa en la buena conducta, el Señor espera que vivamos de una manera que le honre.

Dios le apartó a usted para un propósito santo. Eso significa que está en este mundo, no para vivir como quiera, sino para glorificar a Dios. El Señor nos llama a vivir de acuerdo a nuestra nueva posición en Cristo. Rechazar esta responsabilidad de la santidad es un claro acto de ingratitud que entristece el corazón de Dios.

viernes, 29 de abril de 2016

Viernes: NADA PUEDE SEPARARNOS (Romanos 8.32-39)

NADA PUEDE SEPARARNOS

Romanos 8.32-39
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
36 Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.
37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Hemos estado aprendiendo sobre el asombroso plan del Señor para salvarnos por toda la eternidad. Un argumento convincente para creer en la seguridad eterna se encuentra en dos de las preguntas del escritor en Romanos 8.

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? La respuesta es sencilla: nadie puede acusar a los creyentes y condenarlos. Satanás trata de hacerlo, desde luego, pero Dios nos ha justificado por medio de su Hijo Jesucristo; Él ha declarado que ya no somos culpables. No importa qué nuevo pecado podamos cometer después de ser salvos, no podemos ser juzgados en el tribunal de Dios por segunda vez. Si usted cae en una fase de incredulidad o en una vida pecaminosa, perderá su recompensa, pero no su eternidad en el cielo con Dios (1 Co 3.12-15).
1 Co 3.12-15
12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? Sin duda, hay muchas experiencias que ponen a prueba nuestra fe, pero en última instancia somos salvos por la gracia de Dios. Jesús entiende nuestras pruebas y dudas, y no está interesado en desecharnos al primer paso en falso que demos. Dios ha sabido siempre que cometeríamos miles de errores después de recibir a Cristo, pero Él nos salvó de todos modos.

A algunos seguidores de Cristo les preocupa que recibir la seguridad eterna motivará a las personas a tener una vida de pecado, porque no tienen nada que perder. Pero, si pensamos en la maravilla y la majestuosidad de nuestro Padre celestial, ¿no tiene más sentido que las personas se sientan motivadas a alabarle por agradecimiento? Cuanto más conocemos a Jesús y de su amor por nosotros, más le amamos y más queremos agradarle, por siempre.

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Ps. C.Stanley

jueves, 28 de abril de 2016

Jueves: LA CERTEZA DE LA SEGURIDAD ETERNA (Hebreos 7.24-25)

LA CERTEZA DE LA SEGURIDAD ETERNA

Hebreos 7.24-25
24 mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable;
25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Pasamos mucho tiempo preocupándonos por nuestras necesidades materiales —casa, auto, comida, finanzas y salud. Todas esas cosas son importantes para nuestra vida, pero hay una garantía que está por encima de todas. Dios desea que vivamos confiados en Él y en su gracia salvadora. Y nos da varias razones para tener la certeza de nuestra seguridad eterna.
  • Jesús hace una promesa a todos los creyentes: “Nadie los arrebatará de mi mano” (Jn 10.28); y Él no hace ninguna promesa que no tenga la intención de cumplir. Pensar que podemos tomar una acción que nos separará del Señor una vez que hemos sido salvos, lo convertiría en un mentiroso.
  • La mano de Dios se usa en la Biblia como símbolo de su poder. Después de que hemos recibido a Cristo, estamos a salvo en su palma, y ninguna fuerza o acción podrá sacarnos de ella. Si Satanás pudiera arrebatarnos, ya sea tentándonos a pecar o mediante su poder, significaría que es más fuerte que Dios. Sabemos que no es así, pues Dios es omnipotente  ("Y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿no está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?", 2 Cr 20.6).
  • Jesús es nuestro abogado ante un Dios santo que no puede mirar el pecado. En efecto, Hebreos 7.25 nos dice que Cristo “[salva] perpetuamente”, porque Él está dispuesto a interceder ante el Padre a favor nuestro. En términos humanos, Jesús está a la diestra de Dios como un recordatorio tangible de que nuestra deuda de pecado fue pagada por completo.
Por medio de su Hijo Jesucristo, Dios nos ha ofrecido más que salvación, nos ha ofrecido salvación eterna, sin salvedades o interrogantes. ¡Usted puede tener esta seguridad!

miércoles, 27 de abril de 2016

Miércoles: LA VIDA REFLEXIVA (Salmo 25.8-15)

LA VIDA REFLEXIVA

Salmo 25.8-15
8 Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.
9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.
10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.
11 Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande.
12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.
13 Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.
14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.
15 Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.

¿Tiene una vida reflexiva y con propósito, o está viviendo de manera descuidada? Es muy fácil levantarnos cada mañana, hacer nuestro trabajo, disfrutar de entretenimiento e irnos a la cama cada noche sin pensar para nada en la intervención de Dios en nuestra vida diaria. Pero ignorar la manera en que nos ha bendecido, guiado y protegido es una manera insensata de vivir. Pensemos en los beneficios de mantener nuestros ojos y oídos espirituales abiertos durante todo el día.

Cuando estamos conscientes de la presencia del Señor en nuestras actividades cotidianas, disfrutamos de la paz de saber que Él siempre está en control y trabajando para llevar a cabo sus buenos propósitos. Las experiencias de cada día con Él nos enseñan a conocerle y amarle más.

Si aprendemos a ver las huellas de Dios a lo largo de cada semana, estaremos conscientes del alcance de su intervención en la vida de sus hijos. Quizás nos fortaleció para una tarea, o nos abrió una puerta de oportunidad. Tal vez guió nuestras decisiones y nos ayudó a responder de buena manera a una persona descortés, ante una situación difícil.

Si nuestros oídos están atentos a las advertencias e instrucciones del Señor, no repetiremos los mismos errores una y otra vez. Pero si permanecemos sordos a su voz, corremos el riesgo de seguir con patrones de pensamiento perjudiciales, de emociones negativas y de respuestas poco sabias.

Cada noche, tome algún tiempo para reflexionar sobre las actividades del día. El Padre celestial está constantemente con usted, guardando y guiando su camino. Él quiere que usted le vea en todo y que entienda la vida desde su perspectiva, confiando en su dirección y en su poder ante cualquier dificultad.

martes, 26 de abril de 2016

Martes: DAVID: UN MODELO DE SERVICIO (2 Samuel 7.8-17)

DAVID: UN MODELO DE SERVICIO

2 Samuel 7.8-17
8 Ahora, pues, dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel;
9 y he estado contigo en todo cuanto has andado, y delante de ti he destruido a todos tus enemigos, y te he dado nombre grande, como el nombre de los grandes que hay en la tierra.
10 Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio,
11 desde el día en que puse jueces sobre mi pueblo Israel; y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. Asimismo Jehová te hace saber que él te hará casa.
12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.
13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.
14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;
15 pero mi misericordia no se apartará de él como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti.
16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente.
17 Conforme a todas estas palabras, y conforme a toda esta visión, así habló Natán a David.

David sirvió a Dios en muchos roles, desde un sencillo pastor de ovejas, hasta un gobernante valeroso. Al observar las distintas etapas de su vida, podemos ver claramente cómo su devoción al Señor permitió que fuera usado poderosamente por Él.

Pastor. David fue ungido rey mucho antes de dirigir algo que no fueran ovejas (1 S 16.1-13). Proteger las ovejas era un trabajo que tomaba en serio. Durante ese tiempo, aprendió a ser fuerte y valiente, y a cuidar de seres más débiles que él. Una vida temprana de obediencia a su padre terrenal le enseñó la humildad que necesitaría más tarde para depender de Dios.

Salmista. Los escritos de David revelan su anhelo de Dios. Habla acerca de temas como temor, depresión, fracaso, soledad y tristeza. Al hablar de sus valles de sombras, y de su comunión con el Padre celestial en las vigilias de la noche, David nos dio atisbos íntimos del Dios que él conocía tan bien.

Líder. Por su relación sexual con Betsabé, la vida del rey estuvo plagada de congoja, dolor, sufrimiento y conflictos. David había pecado enormemente, pero Dios lo perdonó y siguió usándolo. Gobernó Israel durante 40 años, y su pueblo llamó a Jerusalén la “Ciudad de David”. Su restauración nos enseña sobre las consecuencias del pecado y la gracia infinita de Dios.

David cumplió el propósito de Dios mientras vivió y su impacto sigue presente siglos después; cada seguidor de Cristo ha sido bendecido por la obediencia, el servicio y las dotes literarias de David. Él es un gran ejemplo de lo que Dios puede hacer por medio de nosotros si rendimos nuestra vida a Él.

1 S 16.1-13
1 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.
2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido.
3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere.
4 Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
5 El respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.
6 Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.
7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a éste ha escogido Jehová.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido Jehová.
10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a éstos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

lunes, 25 de abril de 2016

Lunes: ¿QUÉ HARÁ USTED CON JESÚS? (Juan 10.22-30)

¿QUÉ HARÁ USTED CON JESÚS?

Juan 10.22-30
22 Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
23 y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
24 Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
25 Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
26 pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
29 Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
30 Yo y el Padre uno somos.
31 Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
32 Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis?

Jesús es el personaje más importante y controversial que ha existido. Su nombre despierta el odio más grande en algunas personas, y una profunda devoción en otras.

Jesús dijo ser el Hijo de Dios, y por ello toda persona tiene que decidir qué hará con Él. Jesús no nos dejó la opción de ignorarlo o de lavarnos las manos en el asunto. Hay solo dos opciones: creer en Él o rechazarle. El rechazo acarreará condenación y la separación eterna de Dios ("El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.", Jn 3.18), pero Jesús promete vida eterna a quienes pongan su fe en Él.

El creyente tendrá también que decidir qué hará con Jesús después de ser salvo. La fe en Él no es solo el camino a la vida eterna en el cielo; implica también nuestra manera de vivir. Si creemos en Jesús:

Le seguiremos. Las ovejas de Cristo oyen su voz y se someten a su dirección.

Le adoraremos. Al crecer en amor y fe hacia el Salvador, nuestra respuesta natural será adorarle y alabarle.

Le hablaremos a otros de él. Desearemos que todos conozcan este Dios maravilloso que rescató y transformó nuestra vida.

Le esperaremos con ansias. Estar con Jesús cara a cara es nuestro mayor gozo y esperanza. Esta vida es apenas un soplo en comparación con el tiempo que pasaremos con el Señor en la eternidad.

Si usted nunca ha tomado una decisión en cuanto al Señor Jesucristo, ahora es el mejor momento de hacerlo. Y si ya es su seguidor, busque hoy las maneras de demostrar su fe en Él. Esté preparado y alerta para aprovechar todas las oportunidades de obedecerle, adorarle y anunciar las buenas nuevas del evangelio con otros.

domingo, 24 de abril de 2016

Domingo: CÓMO DAR (2 Corintios 8.1-6)

CÓMO DAR

2 Corintios 8.1-6
1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;
2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,
4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.
5 Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;
6 de manera que exhortamos a Tito para que tal como comenzó antes, asimismo acabe también entre vosotros esta obra de gracia.

La iglesia de Jerusalén del primer siglo era una iglesia pobre, debido a que los judíos que se hacían cristianos eran con frecuencia marginados. Esto afectaba su capacidad de ofrendar a la congregación local, y aumentaba el número de miembros pobres. A medida que la iglesia crecía, los recursos se hacían cada vez menores. Por eso, cuando viajaba, el apóstol Pablo les pedía a sus congregaciones que ayudarán a la iglesia madre.

Muchas de esas iglesias tenían serios problemas económicos, pero prometían ayudar a Jerusalén. La iglesia de los corintios estaba entre las que prometieron enviar ayuda ("Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo, desde el año pasado.", 2 Co 8.10). Para inspirarles a cumplir y superar el monto prometido, Pablo usó de ejemplo a la ofrenda de los macedonios. Señaló que, a pesar de su pobreza, esa iglesia se las arregló para dar más allá de su capacidad, y lo hizo con alegría. Igual que la viuda a quien Jesús alabó por dar sus últimas monedas al tesoro del templo ("Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca;", Mr 12.43), la congregación confiaba en que Dios proveería la ofrenda, y que seguiría supliendo sus necesidades.

Los creyentes de hoy tienen mucho que aprender del ejemplo de los macedonios. La cantidad que podamos dar para la obra de Dios en el mundo no es tan importante como nuestro deseo de dar. La generosidad es una cualidad del corazón, una actitud que brota de la gratitud del creyente por la provisión espiritual y material del Señor. Dios quiere que seamos dadores, porque el acto de dar enriquece espiritualmente al dador. El Señor derramará bendiciones sobre el corazón generoso, de acuerdo con su promesa en Lucas 6.38: “Con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.

sábado, 23 de abril de 2016

Sábado: EL CAMBIO DE LAS PERSONAS MEDIANTE LA ORACIÓN (1 Juan 5.14, 15)

EL CAMBIO DE LAS PERSONAS MEDIANTE LA ORACIÓN

1 Juan 5.14, 15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

A veces, nuestras oraciones están más llenas de dudas que de confianza. Sabemos que, para que Dios responda nuestras peticiones, ellas deben armonizar con su voluntad. Por tanto, preguntarnos si estamos orando de acuerdo con su voluntad puede hacernos tropezar, y ante la incertidumbre, caer de vez en cuando.

La voluntad de Dios es que todos tengamos una vigorosa relación espiritual con Él por medio de su Hijo Jesucristo. Eso significa conocer al Padre con una intimidad cada vez mayor, y ser cada vez más y más como el Señor Jesús. Al centrar usted sus oraciones para tener este tipo de relación con el Señor, se le hará más fácil saber qué decir al orar. Simplemente, consiga un pasaje que diga algo sobre el carácter de Dios, y utilice esas palabras tanto para usted como para otros. Como resultado usted:

Podrá orar con confianza, porque Dios quiere que sus hijos sean como Jesucristo.
Podrá orar con seguridad, porque sabe que Él hará su voluntad en nuestra vida.
Podrá cooperar con el Espíritu Santo mientras Él obra para desarrollar la misma cualidad en usted.
La oración no es como un juego donde tenemos que adivinar cuándo hablar con el Señor, o sobre qué. La Biblia está llena de atributos de Dios y de sus deseos. Elija uno, y comience a orar. La oración ataca al espíritu orgulloso, al corazón endurecido y a la mente incrédula. Por tanto, ore buscando la voluntad de Dios, y vea cómo le cambia la vida.

viernes, 22 de abril de 2016

Viernes: LA TAREA DEL CREYENTE (Romanos 12.6-8)

LA TAREA DEL CREYENTE

Romanos 12.6-8
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;
7 o si de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza;
8 el que exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría.

Algunos cristianos no entienden el regalo de la salvación. No se les da, como piensan algunos, para que tengan una vida feliz y “color de rosa”(de hecho, pasajes como Santiago 1.2-4 afirman que debemos esperar tener problemas en esta vida).
Santiago 1.2-4
2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,
3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.
4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Sin embargo, nuestro Padre celestial tiene muchas otras razones para querer redimirnos. Además de expresar su gran amor por nosotros, quiere ser glorificado por medio de la vida de sus hijos. Esto sucede cuando sus seguidores se vuelven cada vez más semejantes a la imagen de su Hijo  ("Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.", Ro 8.29), hacen discípulos en todas las naciones ("Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;", Mt 28.19), y realizan las buenas obras para las cuales les creó.

Efesios 2.10 afirma: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. El Padre celestial nos bendice a cada uno con capacidades y circunstancias que nos permiten hacer su obra; Él planeó todo esto, aun antes que naciéramos. Además, cuando somos salvos, nos da dones espirituales que se adaptan perfectamente a su propósito para nuestra vida.

El Señor quiere que descubramos nuestros talentos y dones espirituales para que podamos utilizarlos para su gloria. Esta es la única manera de encontrar gozo y satisfacción verdaderos en este mundo.

¿Está usted sirviendo a Cristo mediante los dones que ha recibido? Si necesita orientación para descubrirlos, puede recibirla respondiendo un cuestionario de dones espirituales. Averigüe si hay alguno en su iglesia, o consiga por la Internet un cuestionario electrónico.

jueves, 21 de abril de 2016

Jueves: EL JUICIO DE LOS CREYENTES (2 Corintios 5.1-10)

EL JUICIO DE LOS CREYENTES

2 Corintios 5.1-10
1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

Como creyentes en Jesucristo, tenemos la seguridad de nuestra salvación. No tenemos que temerle a la eternidad, porque sabemos que moraremos para siempre con el Señor en el cielo. ¡Qué bendición!

Pero la salvación implica más que solo entrar al cielo. También tiene que ver con el proceso de ser cada vez más como Jesucristo mientras vivamos en la Tierra. Pero un día se nos pedirá que demos cuenta de la manera como utilizamos las oportunidades, capacidades y recursos que tuvimos.

En su parábola de los talentos, el Señor Jesús habló de la importancia de invertir sabiamente todo lo que nuestro Padre celestial nos ha concedido (ver Mt 25.14-30). Dios da a sus hijos diferentes tipos y cantidades de riquezas, dones, bendiciones y circunstancias. Lo que le importa al Señor es cómo utilizamos esas cosas, no cuánto tenemos. ¿Acaso vivimos usando solo para nuestro bien y nuestra protección todo lo que Él nos ha dado? ¿O tomamos con generosidad y alegría lo que tenemos para usarlo en el servicio a los demás? Estas son preguntas que tendremos que responder en el día del juicio.

Esta rendición de cuentas, por supuesto, no será la llave para nuestra eternidad en el cielo (este asunto ya fue resuelto cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador), pero seremos recompensados por la manera en que invertimos nuestra vida. Piense en las bendiciones que tiene. ¿Cómo utiliza todo lo que el Padre celestial le ha dado, es decir, tiempo, capacidades y dinero? Cada uno de nosotros debe decidir cómo vivirá. Nuestra responsabilidad es ser fieles al Dios vivo, haciendo todo lo que nos llame a hacer.
Mt 25.14-30
14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

miércoles, 20 de abril de 2016

Miércoles: EL PAPEL DE LOS IMPÍOS EN EL PLAN DE DIOS (Marcos 15)

EL PAPEL DE LOS IMPÍOS EN EL PLAN DE DIOS

Marcos 15
(ver texto al pie)

Con centenares de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías, no debe sorprendernos que Dios haya utilizado a toda clase de personas para asegurarse de que la vida terrenal del Salvador se desarrollara conforme al plan. Por ejemplo, César Augusto ordenó un censo que llevó a José y María a Belén, la ciudad del nacimiento de Cristo ("Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.", Mi 5.2; Lc 2.1-4).
Lc 2.1-4
1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado.
2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;

Además, Dios utilizó a algunos de los hombres más poderosos de la época para que se produjera la muerte propiciatoria de su Hijo. Los cargos inventados por los fariseos y los saduceos ayudaron a que la gente se volviera contra Jesús (Mr 15.9-11). Pilato lo condenó, y los romanos llevaron a cabo la crucifixión; los cuales, incluso, echaron suertes sobre sus vestiduras, y decidieron no quebrar sus piernas, como había sido profetizado (Jn 19.24, 36).
Jn 19.24, 36
24 Entonces dijeron entre sí: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será. Esto fue para que se cumpliese la Escritura, que dice: Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes. Y así lo hicieron los soldados.
36 Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo.

Durante los días transcurridos entre la crucifixión y la resurrección, los discípulos debieron haber creído que el plan mesiánico se había frustrado. Pero el propósito de Dios no era producir una revolución política como algunos creían. Él envió a su Hijo para redimir a la humanidad.

Desde antes de la fundación del mundo, Dios había hecho planes para la salvación de cada tribu y nación. A lo largo de toda la historia, Él dirigió los acontecimientos para cumplir su propósito, utilizando aun a impíos para seguir adelante con su plan. Muchos tuvieron que ver con el desarrollo de la historia del Salvador, pero la responsabilidad final fue del Padre. Él entregó a su unigénito Hijo a favor de toda la humanidad por amor  ("Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.", Jn 3.16). Tanto los justos como los inicuos estuvieron siguiendo el orden de eventos designados por Dios.

Marcos 15
Jesús ante Pilato
1 Muy de mañana, habiendo tenido consejo los principales sacerdotes con los ancianos, con los escribas y con todo el concilio, llevaron a Jesús atado, y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.
3 Y los principales sacerdotes le acusaban mucho.
4 Otra vez le preguntó Pilato, diciendo: ¿Nada respondes? Mira de cuántas cosas te acusan.
5 Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.

Jesús sentenciado a muerte
6 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.
7 Y había uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido homicidio en una revuelta.
8 Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como siempre les había hecho.
9 Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?
10 Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales sacerdotes.
11 Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase más bien a Barrabás.
12 Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que haga del que llamáis Rey de los judíos?
13 Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale!
14 Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale!
15 Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.
16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía.
17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas,
18 comenzaron luego a saludarle: ¡Salve, Rey de los judíos!
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias.
20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.

Crucifixión y muerte de Jesús
21 Y obligaron a uno que pasaba, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, a que le llevase la cruz.
22 Y le llevaron a un lugar llamado Gólgota, que traducido es: Lugar de la Calavera.
23 Y le dieron a beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.
24 Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes sobre ellos para ver qué se llevaría cada uno.
25 Era la hora tercera cuando le crucificaron.
26 Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.
27 Crucificaron también con él a dos ladrones, uno a su derecha, y el otro a su izquierda.
28 Y se cumplió la Escritura que dice: Y fue contado con los inicuos.
29 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza y diciendo: ¡Bah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo reedificas,
30 sálvate a ti mismo, y desciende de la cruz.
31 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciendo, se decían unos a otros, con los escribas: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar.
32 El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le injuriaban.
33 Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías.
36 Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber, diciendo: Dejad, veamos si viene Elías a bajarle.
37 Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
38 Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
40 También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé,
41 quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.

Jesús es sepultado
42 Cuando llegó la noche, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo,
43 José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.
44 Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya estaba muerto.
45 E informado por el centurión, dio el cuerpo a José,
46 el cual compró una sábana, y quitándolo, lo envolvió en la sábana, y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
47 Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían.

martes, 19 de abril de 2016

Martes: EL LIBRO DE LOS LIBROS (Hechos 17.10-12)

EL LIBRO DE LOS LIBROS

Hechos 17.10-12
10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los judíos.
11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres.

La Escritura nos da una descripción precisa del carácter del Padre celestial, y de sus acciones y propósitos. Combinados, el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento nos enseñan que el problema de la humanidad es el pecado, y que el único remedio es la fe en el Hijo de Dios: Jesucristo. Por medio de la Biblia sabemos lo que sucede en el momento de nuestra salvación: nuestra deuda por el pecado se considera pagada, el poder del pecado sobre nosotros es destruido, y el Espíritu Santo se convierte en nuestro acompañante.

Dios nos ha hecho saber, por medio de su Palabra, quién es Él, qué está haciendo y cuál será el futuro de la humanidad. El propósito de tener la Biblia es llevarnos a tener una relación personal cada vez mayor con el Padre, y capacitarnos para dar un servicio fructífero como embajadores de Cristo  ("Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.", 2 Co 5.20). En esta posición, somos llamados a seguir el ejemplo de Jesús de glorificar a Dios Padre ("Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.", Mt 5.16); nuestro Salvador no se enfocó en sí mismo, sino en el Padre celestial, cuyo propósito era, y sigue siendo, alcanzar a todo el mundo con su gracia redentora.

La voluntad del Padre incluye ciertas tareas que cada uno de sus hijos debe realizar (Ro 12.4-6). Al meditar en los principios y ejemplos de la Biblia, podremos discernir su voluntad para nosotros. La obra de Jesús fue hacer la voluntad de su Padre, y ese debe de ser también nuestro llamado.
Ro 12.4-6
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,
5 así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
6 De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe;

¿Qué lugar tiene la Biblia en la fijación del rumbo de su vida? Aparte tiempo hoy y cada día para escuchar al Señor, participar de su sabiduría y saber lo que le está diciendo personalmente. Al hacerlo, orientará su mente hacia las prioridades, voluntad y mente del Señor.

lunes, 18 de abril de 2016

Lunes: LA PALABRA QUE NUNCA FALTA (Josué 23:14)

LA PALABRA QUE NUNCA FALTA

Josué 23:14 
14 Que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.

Es increíble ver cómo en estos tiempos modernos la palabra del hombre se ha ido devaluando poco a poco. Esa es la  “moda  cultural” y la gran enfermedad social de nuestro siglo. Hemos pasado de la palabra “empeñada” a la palabra “empañada”.  Se ha perdido el sentido del honor y del compromiso, y ya las palabras no valen nada. Para muchos, faltar a su palabra es un chiste, y aún más, hay quienes han convertido las artimañas de sus palabras en un negocio lucrativo, como han hecho los políticos del todo el mundo.  La palabra ha dejado de ser un activo valioso; ha perdido la solidez en la que una sociedad debe apoyarse como garantía para que su gente pueda crecer sana, con principios éticos y valores imperecederos e inamovibles.

A la palabra la nutre la verdad y la debilita la mentira. Cuando la palabra pierde su credibilidad se convierte en una puerta por donde todos los males sociales pueden introducirse. No hay nada más perverso que la mentira generalizada, sin embargo, mentir y embaucar es el pan nuestro de cada día en casi todos los ámbitos: mienten los niños; miente el vendedor ambulante, la secretaria, el jefe, el mecánico, el plomero, el médico, el obrero, el profesor, el policía, el abogado, el político, el empresario, se mienten las naciones entre sí. Se firman acuerdos que no se van a cumplir, y nunca se pretendieron cumplir; se hacen promesas que nunca se tuvo la intención de honrar,  en fin, el mundo yace bajo una mentira global, con la honrosa excepción del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

El caos reina soberano; vivimos en un mundo peligroso e inhóspito dirigido por el poder engañoso de Satanás, quien es el originador de toda maldad y mentira ("Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.", Jn 8:44). Pero ¡qué diferente es nuestro Dios!, que nunca ha dicho una sola mentira. Nuestro fiel y santo Dios nunca ha prometido nada que no vaya a cumplir, que no haya cumplido o que no tenga la intención de cumplir.  Las palabras de Josué  en la perla de hoy nos fortalecen en nuestra confianza hacia todo lo que Él ha prometido en su Palabra: “No ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas” (Jos 23:14). Todo cuanto Dios prometió a Abraham y a los patriarcas se cumplió al pie de la letra. Todo cuanto fue anunciado por boca de los profetas ha llegado a su fiel cumplimiento en Cristo Jesús: “porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Co 1:20). 

Medita en la experiencia de tu propia vida, ¿ha habido alguna promesa que le hayas reclamado a Dios que Él te la haya negado? ¿Qué cosas hay escritas en su Palabra que Dios no haya cumplido? Nada, supongo que esa es tu respuesta.  Y aún así, ¿no vamos a esperar y a creer a Dios? Los hombres son mentirosos por naturaleza: “Se desviaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Sal 58:3) "mas, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso" (Ro 3:4).  Dios es inmanentemente fiel y verdadero, y su Palabra es la verdad única, infalible e inerrante. Fuera de Dios y su revelación, todo es error, mentira, confusión y falsedad; mas su Palabra siempre habrá de cumplirse. Amén

Ad majorem Dei  gloriam
Reynaldo Perez
 

domingo, 17 de abril de 2016

Domingo: EL DIOS QUE PERDONA (Mateo 6.9-13)

EL DIOS QUE PERDONA

Mateo 6.9-13
9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
11 qEl pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Jesucristo nos dio un modelo para la oración, que incluye el pedir perdón cada día. La invitación al arrepentimiento no es un medio de renovar nuestra salvación, sino un plan para mantener nuestra comunión con el Señor.

Cuando confiamos en Jesús como nuestro Salvador, nuestros pecados son perdonados para siempre. Las manchas de nuestros pecados pasados, presentes y futuros son borradas de nuestro historial; sin embargo, somos personas caídas, y por eso seguimos cometiendo pecados.

A excepción de Jesucristo, nadie es perfecto. El pecado es simplemente una realidad de la vida. El pago que hizo el Señor por nuestros pecados significa que podemos esperar una eternidad en la presencia de Dios, en vez de recibir el castigo que merecemos. En este mundo, sin embargo, tenemos que lidiar con nuestra tendencia a hacer el mal, y también con las consecuencias. La advertencia del Señor de que busquemos el perdón cada día es un recordatorio para que confesemos nuestros pecados y nos alejemos de ellos.

La gracia de Dios no es una licencia para pecar, sino una razón para seguir lo recto. Las malas actitudes, las acciones irreflexivas y las palabras duras no corresponden con nuestra condición de hijos de luz. Somos nuevas criaturas en Cristo, compradas por precio y hechas libres para vivir como participantes de su gracia. La salvación es el camino para entrar a la presencia de Dios, mientras que la confesión regular y el arrepentimiento conservan bien ese camino ("Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.", 1 Jn 1.9). La oración de arrepentimiento del pecador para recibir a Cristo se hace una sola vez, pero el creyente aprovechará el perdón de Dios cada día de su vida.

sábado, 16 de abril de 2016

Sábado: EL DIOS QUE SALVA (Efesios 2.8, 9)

EL DIOS QUE SALVA

Efesios 2.8, 9
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Hablando con cualquier hombre sobre su vida espiritual surge la pregunta retórica: “¿Es usted salvo?” - “No, pero estoy trabajando en eso”. Al pedirle más detalles al respecto, respondería que está haciendo algunos cambios en su vida. De hecho argüiría que ha dejado de fumar y beber, entre otras cosas, sólo para darnos cuenta que necesita ayuda para entender algunos principios importantes, ya que su única confianza hasta ese momento era mejorar su condición física.

Lo que este hombre necesitaba entender es que lo que hagamos o abandonemos por Jesús no tiene importancia. El Señor no está buscando a personas que cambien algunos hábitos por la pura fuerza de voluntad; está llamando a personas a rendirse a Él. La única acción que Dios espera de alguien que le busca es que crea en Jesús; en que Él es quien dice ser; en que hará lo que dice; en que tiene la autoridad para perdonar; y en que equipará a su pueblo para tener una vida agradable a Dios. Por estas convicciones, el nuevo cristiano tiene la capacidad de apartarse de su vieja vida; en otras palabras, para arrepentirse y comenzar el proceso de convertirse en “una nueva criatura” ("De modo que si alguno", 2 Co 5.17).

No nos convertimos en personas salvas eliminando viejos hábitos y comenzando otros de tipo religioso; somos transformados por el poder salvador de Jesucristo cuando creemos en Él. Puesto que no podemos ganar la salvación, nadie puede jactarse delante de Dios. Toda nuestra moralidad, buenas obras y esfuerzos por cambiar, no son más que basura en comparación con la santidad de Jesucristo ("Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.", Is 64.6). Solo su justicia puede cubrir nuestros pecados y hacernos justos delante del Padre.

viernes, 15 de abril de 2016

Viernes: JUVENTUD DIVINO TESORO (Lamentaciones 3:27)

JUVENTUD DIVINO TESORO

Lamentaciones 3:27
Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. 

Tomando la conocida frase de Rubén Darío: “Juventud, divino tesoro”, alguien tristemente parafraseó: “Juventud, divino problema”. Con un corazón pastoralmente desgarrado tenemos que reconocer que la juventud nacional está sumida en una crisis profunda, de la cual no vemos posibilidades reales de salir de ella por ahora, y menos con los métodos seculares y convencionales que la sociedad les provee. Los estudiosos de la conducta humana nos revelan resultados desastrosos sobre lo que diariamente pasa en el mundo de los jóvenes: cada día aumenta el número de embarazos entre las adolescentes. La tasa de suicidio por insatisfacción ha ido en franco aumento, ya que muchos jóvenes sienten que su futuro está hipotecado. Tenemos cada vez más cárceles y lugares de reclusión, que bibliotecas, canchas y escuelas.

Existen graves problemas con el consumo de alcohol en jóvenes de corta edad; hay un incremento en el uso de las drogas en sus diversas modalidades: como el uso de la hookah... La tasa de abortos entre adolescentes y jóvenes se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para las autoridades, sin que tengan a la mano una solución factible ni a corto ni a largo plazo. La violencia (bullying) entre estudiantes de las escuelas se multiplica cada día. Existe una elevada deserción escolar, desempleo, depresión, problemas emocionales, jovencitas que hoy son madres solteras sin ningún tipo de preparación ni ayuda económica; el amplio sector de la juventud involucrada en crímenes y asaltos callejeros; en fin, un andanada de problemas que tocan muy de cerca el corazón mismo de nuestros imberbes muchachos.

Amados, ante un panorama tan desgarrador, ¿qué podemos hacer nosotros como la iglesia viviente del Señor Jesucristo? Llevarles la hermosa recomendación que nos brinda la perla de hoy: “Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”. Evidentemente, ese yugo del que habla el texto no es el yugo del pecado, sino el yugo de Dios, como dice el mismo profeta: “… porque es Dios que se lo impuso” (v. 28). El problema actual de la juventud moderna es que pretendiendo ser libre, en verdad se encuentra atada por mil cadenas de pecados. Ellos aborrecen cargar el yugo de Dios desde su juventud, para arrastrar entonces la carga pesada del pecado.

El problema es que muchos reaccionan cuando escuchan la palabra “yugo” y de una vez piensan en algo gravoso, molesto e insufrible, cuando la realidad es, como dijo Cristo: “... Mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mt 11:30). El mensaje de hoy nos dice que lo mejor que le puede pasar a los jóvenes es llevar el yugo de Dios desde su juventud, porque es la única forma en que pueden encontrar verdadera libertad del pecado. Ellos no tienen que esperar llegar a ser unos viejos achacosos para entonces entregarle a Dios el bagazo de sus vidas, Dios los ama  y los necesita desde ahora. Joven que puedes recibir estas palabras: es un privilegio y una bienaventuranza servir a Dios de la juventud; así eres preservado de muchos males, y eres conservado para ser una persona útil a la sociedad como lo fueron José, Daniel, Tito, y Timoteo: jóvenes que vivieron vidas ejemplares, dignas de ser imitadas. ¡Juventud, divino tesoro para Dios!  Amén

jueves, 14 de abril de 2016

Jueves: CUANDO LLEGAN LAS TORMENTAS (Mateo 14.22-33)

CUANDO LLEGAN LAS TORMENTAS

Mateo 14.22-33
22 En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.
23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.
25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.
26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.
27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: Tened ánimo; yo soy, no temáis!
28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.

Las tormentas son inevitables. En la naturaleza, las fuertes tempestades dejan a su paso paisajes totalmente cambiados. Asimismo los problemas pueden alterar la dirección de nuestra vida.

Cuando surgen dificultades, es posible que le diga al Señor: “Estoy haciendo lo que me pediste; entonces, ¿por qué me sucede esto?” Este razonamiento considera que estar en el centro de la voluntad de Dios nos exime de problemas. En Mateo 14, vemos que Jesús mandó a los discípulos que entraran en la barca y que le esperaran en la orilla opuesta. Mientras le obedecían, surgieron olas y vientos fuertes. En verdad, las tormentas pueden surgir aun cuando nos encontremos exactamente donde Dios quiere que estemos ("Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.", Jn 16.33).

Otra pregunta que nos hacemos a veces es: “Señor, ¿qué he hecho mal?” Muchos pensamos que somos parte del problema. Dios utiliza, en efecto, las pruebas para corregirnos, pero no todas las situaciones provienen de nuestros errores. Él puede permitir las dificultades para perfeccionarnos, es decir, para hacernos más semejantes a Cristo. Eso sucedió con los discípulos. El Señor Jesús sabía lo que les esperaba, y deseaba que fueran aptos para la obra que les estaba llamando a hacer. Los impetuosos vientos crearon un ambiente propicio para que aprendieran una lección clave para su ministerio futuro.

Dios usa maneras diferentes para capacitarnos, pues quiere que seamos siervos de Jesucristo fuertes y dinámicos. Entendamos que nada puede sucederle a un hijo de Dios, a menos que Él lo permita. En vez de bajar nuestras cabezas ante las luchas de la vida, alcemos nuestros ojos al Señor, y busquemos sus propósitos en los retos que enfrentemos.


miércoles, 13 de abril de 2016

Miércoles: CONOCER A DIOS POR MEDIO DE JESÚS (Miqueas 6.6-8)

CONOCER A DIOS POR MEDIO DE JESÚS

Miqueas 6.6-8
6 ¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año?
7 ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
8 Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Hay un mensaje sencillo que se repite una y otra vez en toda la Biblia: Dios se goza más por nuestros esfuerzos en conocerle, que por cualquier otra cosa que pudiéramos ofrecerle. Dios nos creó con un profundo deseo de que le conozcamos; por tanto, no debiera ser difícil entender que buscarle expresa nuestro amor mucho mejor que las palabras.

Comenzamos a aprovechar nuestro gran privilegio de conocer personalmente a Dios cuando recibimos su regalo de vida nueva en Cristo. A partir de ese momento somos llenos de su Espíritu Santo. El Señor Jesús, nuestro mediador, salvó la brecha de pecado que separaba a Dios y al hombre. Por su muerte en la cruz, hizo posible que, a pesar de lo pecadores que éramos, nos convirtiéramos en hijos de Jehová de los ejércitos, cuya santidad abrumó a Isaías (Is 6.1-7). Es imposible conocer verdaderamente a Dios, sin conocer primero a Jesús.
Is 6.1-7
1 En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.
2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
4 Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.
5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos.
6 Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas;
7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.

Si nos centramos exclusivamente en nuestras preocupaciones, aprenderemos muy poco acerca del Señor. Para hacer nuestro el privilegio que Cristo nos ha dado —el de conocer al Padre— tenemos que estar interesados en lo que le interesa a Él. Al observar con atención su manera de hacer las cosas, podemos llegar a entender lo que considera importante. Sabemos que a Dios le importan los que andan en oscuridad, los que no tienen a nadie que les ayude, los enfermos, los que sufren y los que mueren. Para aprovechar al máximo el privilegio de conocer al Señor más profundamente, debemos llevar su amor al mundo, e involucrarnos cada día en lo que está haciendo a nuestro alrededor.