jueves, 30 de junio de 2016

Jueves: CUANDO DIOS PERMITE QUE SUS HIJOS SE FRUSTREN Isaías 14.27

CUANDO DIOS PERMITE QUE SUS HIJOS SE FRUSTREN

Isaías 14.27
27 Porque Jehová de los ejércitos lo ha determinado, ¿y quién lo impedirá? Y su mano extendida, ¿quién la hará retroceder?

Puede parecerle extraño, pero ciertos períodos de frustración pueden ser emocionantes. Cuando siento cierto desasosiego seguido de insatisfacción, cuya causa no puede ser identificado, sabemos que Dios quiere captar nuestra atención. Las experiencias del pasado nos dicen que una vez que haga lo que Él desea, nuestra frustración cesará y podremos estar en armonía con su plan para nuestra vida.

La frustración es considerada un sentimiento negativo. Sin embargo, cuando Dios nos inquieta, su propósito siempre es bueno. A veces, Él utiliza nuestra sensación de insatisfacción, así como nuestros obstáculos espirituales y físicos, para darnos nuevas percepciones. Por ejemplo, como cuando despertamos un domingo por la mañana sintiéndonos muy inquietos; sin poder hacer nada, ni siquiera relajarnos y no saber el porqué. Entonces nos ponemos a orar y le pedimos al Señor que nos revele su voluntad puestos de rodillas para pronto descubrir que los planes que hemos hecho por un tiempo no eran sus planes. Si hubiera ignorado ese sentimiento habríamos perdido el llamamiento que realmente Dios tenía para ti.

En un mundo de tanto ajetreo, nos resulta fácil no hacerle caso al desasosiego. Pero la frustración que Dios nos manda tiene el propósito de captar nuestra atención. Él quiere que le preguntemos: “¿Qué me estás diciendo, Señor?”, y también: “¿Quieres que haga o piense algo diferente?” Tan pronto como expresemos nuestra disposición a enfrentar cualquier cosa que el Señor nos traiga a la mente, Él comenzará a revelarnos lo que necesitamos hacer.


miércoles, 29 de junio de 2016

Miércoles: CUANDO NOS SENTIMOS FRUSTRADOS (Filipenses 4.10-13)

CUANDO NOS SENTIMOS FRUSTRADOS

Filipenses 4.10-13
10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.
11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

Durante temporadas de frustración es natural culpar a las circunstancias o a los demás. Cuando algo nos ha impedido lograr nuestras metas, el descontento puede ser causado por factores externos, aunque la causa real sea interna. A veces, hacemos cambios, como dejar un empleo, poner fin a una amistad o dejar todo atrás, con el fin de ahorrarnos sufrimientos. Sin embargo, de esa manera no podemos hallar paz verdadera. Cuando nos sentimos frustrados, tenemos que identificar la causa. El descontento tiene tres razones internas:

Una es la incapacidad de aceptarnos tal como fuimos creados. La personalidad, los atributos físicos y las capacidades que hemos recibido pueden no ser lo que deseamos, pero son exactamente lo que necesitamos para cumplir con la voluntad de Dios. Estar pensando siempre en lo que no tenemos o en lo que nos gustaría cambiar, nos distrae del servicio al Señor.

La segunda razón es la renuencia a enfrentar nuestro pasado. Puede que tengamos recuerdos dolorosos o hayamos cometido errores que nos produjeron mucho sufrimiento. Pero solo al reconocer su influencia y confrontar las consecuencias psicológicas o emocionales, podremos seguir adelante en paz.

La última fuente de frustración es no querer enfrentar conductas o actitudes que están fuera de la voluntad de Dios. Aferrarse a un hábito pecaminoso nos conduce muchas veces a la inútil práctica de tratar una y otra vez de justificarnos ante el Señor y los demás.

La solución humana a la frustración —el cambio de nuestras circunstancias externas— fracasará siempre. La única manera de arrancar de raíz la frustración es confiar en Dios para que Él nos dé el poder para lidiar con ella.

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Ps. C. Stanley

martes, 28 de junio de 2016

Martes: UNA INVERSIÓN QUE VALE LA PENA HACER (Salmo 78.1-8)

UNA INVERSIÓN QUE VALE LA PENA HACER

Salmo 78.1-8
1 Escucha, pueblo mío, mi ley; Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en proverbios; Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,
3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.
4 No las encubriremos a sus hijos, Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su potencia, y las maravillas que hizo.
5 El estableció testimonio en Jacob, Y puso ley en Israel, La cual mandó a nuestros padres Que la notificasen a sus hijos;
6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,
7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandamientos,
8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

Dejar dinero como herencia a nuestros hijos no es tan importante como prepararlos con un legado espiritual que dure toda la vida. Pero qué tanto decidamos dedicar a la formación de la fe en nuestros herederos dependerá de nosotros.

En realidad, todo lo que un padre haga y diga —o deje de hacer y decir— es parte de ese legado. El entendimiento que llega a tener un niño acerca de Dios y del mundo se desarrolla a medida que toma nota del estilo de vida de sus padres, de los principios que rigen sus acciones y del poder de sus palabras. Los niños observan si los padres valoran la obediencia a Dios y notan lo que sucede cuando ellos obedecen (o no) su Palabra. Sus primeras lecciones en cuanto a perdón, generosidad y servicio a los demás las aprenden en el hogar, ya sean impartidas de manera intencional o no. Además, su hijo se dará cuenta de si sus principios y sus palabras no están en armonía.

Invertir en un legado espiritual no termina cuando un hijo llega a la edad adulta. Cuando nuestros hijos salen al mundo, seguimos teniendo la responsabilidad de transmitirles las lecciones que hemos aprendido como hijos de Dios. Mi madre me enseñó a tener fe inquebrantable y obediencia absoluta al Señor. Sus enseñanzas han seguido más allá de su vida, al pasar de una generación a otra.

Si alguien le hubiera preguntado acerca de su herencia, su madre habría dicho: “No tengo nada que dejarle a mi hijo”. Pero eso no es verdad. Ella derramó su vida en la mía, asegurándose de que yo supiera lo que era ser amado, conocer a Dios y vivir sabiamente en su voluntad. Esa es mi valiosa herencia espiritual.

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Ps. C. Stanley

lunes, 27 de junio de 2016

Lunes: SOLO POR FE Romanos (1.16, 17)

SOLO POR FE

Romanos 1.16, 17
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Si usted es demasiado orgulloso para doblegar su espíritu delante Dios, nunca llegará al cielo. Puede ser una persona amable, gentil —incluso— benévola y caritativa. Pero si su orgullo le impide reconocer su necesidad de Cristo, no aceptará el regalo de salvación que Él ofrece. Muchas personas han perdido la vida eterna porque sus corazones fueron demasiado duros y creyeron que eran demasiado inteligentes para el Dios que las creó.

Solo hay una manera de llegar al cielo. El Dios santo no puede tolerar el pecado en su presencia, y decretó que la pena por el pecado es la muerte  ("Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", Ro 6.23). Pero toda persona es pecadora ("por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,", Ro 3.23). Por tanto, para crear un puente entre la humanidad y Él, el Dios misericordioso envió a Jesús a morir en lugar del hombre. El sacrificio de Cristo es todo lo que necesita una persona para iniciar una relación con Dios Padre.

Una persona no entra al cielo por sus buenas obras o argumentos. El puente que conecta la brecha que hay entre cada persona y Dios solo lo hace posible un acto de fe, reconociendo la necesidad de un Salvador y aceptando la muerte de Cristo en la cruz como el pago por su pecado.

Tal vez usted esté pensando: quiero solo lo que merezco. Pero nadie merece la gracia (Ro 3.23, 24). Tal vez usted diga: quiero solo aquello por lo que he trabajado. Pero nadie puede ganar la salvación (c). Sin embargo, el Padre celestial quiere darnos gracia y salvación a todos, aunque no las merezcamos. Las personas verdaderamente sabias son las que han aceptado la verdad y doblegado su espíritu —y sus rodillas— delante del Señor.

Ro 3.23, 24
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Ef 2.8, 9
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.




domingo, 26 de junio de 2016

Domingo: FE VS. INTELECTO (1 Corintios 1.18-25)

FE VS. INTELECTO

1 Corintios 1.18-25
18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
19 Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.
20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?
21 Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
22 Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría;
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
24 mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

En los días de Pablo, los incrédulos rechazaban el evangelio de Jesucristo y buscaban acercarse a Dios por medio del conocimiento intelectual. Hoy, muchas personas proponen incluso conceptos sobre Dios y la salvación que son contrarios a lo que enseña la Biblia. Sus ideas suenan a veces tan razonables que engañan a muchos. Según la lógica humana, el hombre con más educación, más títulos e inteligencia debe tener el plan más razonable para llegar a Dios. Pero, como dijo el apóstol, la “sabiduría” del mundo es locura.

Dios prometió destruir la falsa sabiduría del mundo ("por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos.", Is 29.14; "Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos.", 1 Co 1.19), y por una buena razón: porque se usa para glorificar al hombre. Quienes rechazan la fe en favor de un enfoque estrictamente intelectual de Dios, tratan de ganar su aprobación por la lógica, la racionalización o sus esfuerzos. Por ejemplo, toda religión, excepto el cristianismo, tiene un plan o ritual por el cual supuestamente se gana con ello la aceptación del dios en quién creen. Esos planes se reducen a “si lo hago mejor, seré mejor; si soy mejor, entonces seré más aceptable para mi dios”. La persona hace su trabajo, y con ello se gana la gloria por ser un buen miembro de su religión. Pero el resultado final de todo ese esfuerzo es la muerte —la separación eterna del único Dios verdadero.

La fe cristiana glorifica a Dios y su obra. Somos considerados creyentes fieles cuando ponemos nuestra confianza en Él solamente, y creemos que Jesucristo dio su vida para que pudiéramos ser libres de las cadenas del pecado. Solo Él ha hecho un camino para que los creyentes sean reconciliados con Dios y hechos justos ante sus ojos.

sábado, 25 de junio de 2016

Sábado: LA FE SALVADORA Juan (1.12, 13)

LA FE SALVADORA

Juan 1.12, 13
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Hemos visto cuáles son las creencias fundamentales del cristianismo. Concentrémonos ahora en los otros aspectos de la fe. El conocimiento de quién es Jesús y de lo que hizo debe estar acompañado por la fe de que los hechos son ciertos y que se aplican a nosotros. Debemos comenzar por entender que hemos violado la ley de Dios, y eso nos hace pecadores. Todos hemos nacido con una naturaleza que se rebela contra el Señor. Segundo, reconocer que ninguno de nuestros esfuerzos puede hacernos merecedores de su perdón. Tercero, aceptar que Jesús murió por nosotros; Él pagó por todos nuestros pecados, no importa lo terribles que sean a los ojos del mundo.

Cuarto, entender que la muerte de Jesús fue el pago por nuestros pecados y que no se necesita nada más. Debemos aceptar que Él pagó nuestra condena y que sufrió la ira de Dios en nuestro lugar. Por último, aceptar por fe que hemos sido adoptados en la familia de Dios por la muerte expiatoria de Jesús. La invitación es para toda la humanidad, pero no todo el mundo tiene convicción verdadera. Muchos ven estos hechos como “información”, no como verdades transformadoras.

Una vez que estamos convencidos de que Jesús es nuestro Salvador, la fe se demuestra por medio de la acción. Como nuevas criaturas, ya no somos lo que éramos antes; ahora podemos tener valores y prioridades diferentes  ("De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.", 2 Co 5.17). Jesús, nuestro Señor, tiene autoridad sobre nuestra vida, y solo Él merece ser nuestra prioridad absoluta. Él sabe qué le agrada al Padre y envió a su Espíritu para vivir en nosotros y para enseñarnos.

viernes, 24 de junio de 2016

Viernes: LO QUE SIGNIFICA CREER EN JESÚS (Juan 3.16-18)

LO QUE SIGNIFICA CREER EN JESÚS

Juan 3.16-18
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 


El apóstol Pablo le dijo al carcelero de Filipos: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hch 16.31). El carcelero y su familia tuvieron fe para ser salvos: aceptaron la invitación y se unieron a la familia de Dios.

La fe salvadora tiene tres elementos: conocimiento, convicción y fe. Hoy veremos el componente del conocimiento. Para creer en Jesús como nuestro Salvador, tenemos que saber quién es Él, lo que hizo y por qué fue necesario que lo hiciera.

¿Quién es Jesús? Él es la deidad —Dios Hijo. Por petición de Dios Padre, Jesús dejó de lado sus derechos divinos, tomó forma humana y vivió en la Tierra (Fil 2.6, 7).

¿Qué hizo? Jesús vivió una vida perfecta, lo que lo calificó para ser nuestro sustituto y sufrir el castigo por nuestros pecados. Su muerte en la cruz hizo posible para nosotros obtener perdón y experimentar paz con Dios.

¿Por qué fue necesaria su muerte? Porque no podíamos salvarnos a nosotros mismos; todas nuestras “buenas obras” están manchadas por nuestra naturaleza pecaminosa. Cuando aceptamos la obra expiatoria de Cristo, pasamos de ser enemigos de Dios, a miembros de su familia.

Cuando fui salvo a los 12 años, comprendía solamente los aspectos más sencillos de estas verdades. Sabía que era un pecador que necesitaba del perdón de Dios, y que solo Jesús podía salvarme. Lo que importaba era que había creído de verdad, y el Señor me salvó.

El conocimiento sin convicción y sin fe no salva. Hasta los demonios saben que Jesús es el Hijo de Dios (Lc 4.41). ¿Cree usted que lo que sabe es verdad?

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Ps. C. Stanley

jueves, 23 de junio de 2016

Jueves: EL PODER DE LA ORACIÓN COLECTIVA (2 Crónicas 20.14-30)

EL PODER DE LA ORACIÓN COLECTIVA

2 Crónicas 20.14-30
14 Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión;
15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.
16 Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.
17 No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros.
18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová.
19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.
20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados.
21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre.
22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.
23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero.
24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.
25 Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho.
26 Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca,[a] hasta hoy.
27 Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos.
28 Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová.
29 Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel.
30 Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes. 

Cuando surgió la amenaza, lo primero que hizo Josafat fue dirigir su atención a Dios y proclamar un ayuno en toda Judá ("Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. ", 2 Cr 20.3). De todas partes vino gente para apoyar a su rey en oración ("Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos.", 2 Cr 20.13).

A veces, somos demasiado orgullosos para pedir a otros que oren por nosotros. Josafat era un rey, pero no tan autosuficiente como para no admitir que su ejército era insignificante frente a las tres fuerzas unidas contra él. Reconoció sus limitaciones y buscó la intervención divina. Aunque Josafat reinaba sobre sus súbditos, pidió que lo apoyaran en oración.

Una de las cosas más sabias que podemos hacer en medio de la dificultad es buscar la ayuda de alguien que sepa cómo hablar con Dios. El cuerpo de Cristo depende de la cooperación. Cuando el pueblo de Judá comenzó a orar, Dios le dio una solución por medio de un profeta fiel. Josafat fue humilde para escuchar y sabio para seguir las instrucciones (2 Cr 20.14-17). Como resultado, su pueblo se salvó. Los ejércitos que avanzaban se enfrentaron entre sí y se destruyeron unos a otros por completo. Sin disparar una flecha o sacar una espada, las fuerzas de Judá no sufrieron ni una sola baja. Gracias a que su humilde rey escuchó, el pueblo fue testigo de la extraordinaria victoria del Señor (2 Cr 20.22-30).

Tenemos que afinar nuestros oídos a la voz de Dios para escucharlo. A veces, Él habla a través de personas que no elegiríamos seguir, y a menudo dice cosas que no esperamos escuchar. Pero Él nos dará la solución a nuestros problemas, si estamos dispuestos a escucharlo.

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Ps. C. Stanley

miércoles, 22 de junio de 2016

Miércoles: UNA ORACION EQUILIBRADA (2 Crónicas 20.5-12)

UNA ORACION EQUILIBRADA

5 Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo;
6 y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?
7 Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?
8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo:
9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese;
11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión.
12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos. 

Los cristianos podemos aprender hoy buenas lecciones de las oraciones del Antiguo Testamento. Cuando Josafat le suplicó a Dios por ayuda, buscó un término medio entre su petición en cuanto a su necesidad y la alabanza de la grandeza de Dios. De igual modo, debemos hacer nuestras peticiones reconociendo quién es Dios. De lo contrario, el enfoque de nuestra oración se convierte en necesidad, debilidad, fracaso o temor.

Josafat clamó a Dios por su terrible situación, pero también exaltó sus atributos, reconociendo las grandes cosas que Él había hecho. Cuando oramos así, nos volvemos más fuertes, sinceros y audaces. Por eso es tan importante conocer la Palabra de Dios. Cuando leemos acerca de cómo ha obrado el Señor en la vida de los demás, entendemos su fuerza y poder maravillosos. Podemos así ver a hombres y mujeres del Antiguo Testamento como ejemplos a seguir, y comenzar a orar de manera parecida. El milagroso poder de Dios sigue estando disponible hoy, y Él quiere que sus hijos lo usen.

Al decir: “¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” (2 Cr 20.6), Josafat estaba alabando a Dios, y al mismo tiempo recordándose a sí la grandeza del Señor. Cuando usted ore, alabe a Dios por su gracia y misericordia, y piense en su gran poder.

¿Quiere revolucionar su vida de oración? Si centra la misma atención en la alabanza de los atributos del Señor, como lo hace en sus peticiones, sus oraciones tendrán una nueva dimensión. Dejarán de estar centradas en usted, para enfocarse en Dios.

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Ps. C. Stanley

martes, 21 de junio de 2016

Martes: RAZONES PARA OBEDECER A DIOS (Daniel 9.3, 4)

RAZONES PARA OBEDECER A DIOS

Daniel 9.3, 4
3 Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.
4 Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; 

Daniel y sus amigos estaban en una tierra extraña, cautivos de un rey que buscaba beneficiarse de sus habilidades e inteligencia superiores. Mientras avanzaba a la adultez, Daniel logró desenvolverse en el mundo extranjero sin faltar a su fe en el Padre celestial. No comía cosas prohibidas. No se inclinaba a ídolos. Mantenía con osadía sus tiempos de oración, incluso ante la persecución y el castigo. Dios honró la obediencia y la fidelidad de Daniel, salvándolo en el foso de los leones y bendiciéndolo con gran influencia. En toda encrucijada, Daniel escogía obedecer al Señor. Por eso tuvo que soportar situaciones difíciles, pero Dios siempre lo protegió y ayudó.

Los principios bíblicos vigentes durante el cautiverio babilónico siguen siendo válidos hoy. Dios promete proteger a quienes obedecen su Palabra. No dice que escaparemos de pruebas y tiempos difíciles, pero sí que nos acompañará y ayudará durante todo el camino. Proverbios 12.13 dice que el justo saldrá del aprieto ("El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; Mas el justo saldrá de la tribulación.").

Si usted sabe que hay pecado en su vida, entonces el miedo, la duda y la frustración le asaltarán. La consoladora seguridad del Señor está al alcance de cualquier persona, pero el prerrequisito es la obediencia a su Palabra. No espere la bendición de Dios si está viviendo en rebeldía.

No olvide que, la obediencia trae a su vida valentía y contentamiento, más allá de sus circunstancias. Durante toda su vida, Daniel se negó una y otra vez a cambiar o renunciar a sus principios, aun frente a lo que parecía ser una muerte segura. Dios intervino una y otra vez —y lo mismo hará Él con usted.

lunes, 20 de junio de 2016

Lunes: AFFERRADOS A NUESTRA ESPERANZA (1 Samuel 1.1-18)

AFFERRADOS A NUESTRA ESPERANZA

1 Samuel 1.1-18
1  Hubo un varón de Ramataim de Zofim, del monte de Efraín, que se llamaba Elcana hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, efrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de una era Ana, y el de la otra, Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.
3 Y todos los años aquel varón subía de su ciudad para adorar y para ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes de Jehová.
4 Y cuando llegaba el día en que Elcana ofrecía sacrificio, daba a Penina su mujer, a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.
5 Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos.
6 Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos.
7 Así hacía cada año; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9 Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo de Jehová,
10 ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente.
11 E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.
12 Mientras ella oraba largamente delante de Jehová, Elí estaba observando la boca de ella.
13 Pero Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y Elí la tuvo por ebria.
14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás ebria? Digiere tu vino.
15 Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová.
16 No tengas a tu sierva por una mujer impía; porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
17 Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste.

La situación de Ana parecía irremediable. Estaba angustiada porque “Jehová no le había concedido tener hijos”. Lo cual por sí solo, era un gran motivo de desgracia para una mujer hebrea. Pero Ana sufría aún más por la burla de la otra esposa de su marido, quien había sido bendecida con hijos.

Aferrarnos a nuestra esperanza puede ser difícil cuando las circunstancias son amargas y no hay señales de progreso. Para los creyentes, esto puede ser todavía más desalentador, porque saben que Dios puede satisfacer sus esperanzas y remediar la situación, pero no lo ha hecho.

Ana era una mujer de gran fe, incluso en medio de su frustración y de su dolor. Año tras año seguía yendo a Silo para adorar al Señor. La perseverancia es una cualidad que Dios valora mucho en su pueblo. El aguante en las pruebas da un carácter piadoso y una esperanza que no avergüenza (Ro 5.3-5).

Romanos 5:3-5
3 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia;
4 y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza;
5 y la esperanza no averg:uenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

El dolor agudo muchas veces lleva al Señor. Ana había adorado fielmente a Dios en compañía de todo Israel, pero esta vez fue sola al tabernáculo para orar al Único que podía ayudarla. Con lágrimas amargas derramó su alma delante del Señor, puso su esperanza a sus pies y le ofreció el sacrificio de lo que ella más valoraba: un hijo.

Aquello a que nos aferramos solo podremos conservarlo si lo rendimos a Dios. Este principio bíblico se aplica a nuestras esperanzas y a nuestra vida misma ("Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.", Lc 9.24). Aprenda del ejemplo de Ana, y derrame su corazón a Dios. Ponga sus esperanzas delante de Él, el Único que puede satisfacer sus deseos o cambiarlos para armonizarlos con su voluntad.

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Ps. C. Stanley


domingo, 19 de junio de 2016

Domingo: VICTORIA SOBRE LA DEBILIDAD (Jueces 16.1-31)

VICTORIA SOBRE LA DEBILIDAD

Jueces 16.1-31
16  Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella.
2 Y fue dicho a los de Gaza: Sansón ha venido acá. Y lo rodearon, y acecharon toda aquella noche a la puerta de la ciudad; y estuvieron callados toda aquella noche, diciendo: Hasta la luz de la mañana; entonces lo mataremos.
3 Mas Sansón durmió hasta la medianoche; y a la medianoche se levantó, y tomando las puertas de la ciudad con sus dos pilares y su cerrojo, se las echó al hombro, y se fue y las subió a la cumbre del monte que está delante de Hebrón.
4 Después de esto aconteció que se enamoró de una mujer en el valle de Sorec, la cual se llamaba Dalila.
5 Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
6 Y Dalila dijo a Sansón: Yo te ruego que me declares en qué consiste tu gran fuerza, y cómo podrás ser atado para ser dominado.
7 Y le respondió Sansón: Si me ataren con siete mimbres verdes que aún no estén enjutos, entonces me debilitaré y seré como cualquiera de los hombres.
8 Y los príncipes de los filisteos le trajeron siete mimbres verdes que aún no estaban enjutos, y ella le ató con ellos.
9 Y ella tenía hombres en acecho en el aposento. Entonces ella le dijo: !!Sansón, los filisteos contra ti! Y él rompió los mimbres, como se rompe una cuerda de estopa cuando toca el fuego; y no se supo el secreto de su fuerza.
10 Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho mentiras; descúbreme, pues, ahora, te ruego, cómo podrás ser atado.
11 Y él le dijo: Si me ataren fuertemente con cuerdas nuevas que no se hayan usado, yo me debilitaré, y seré como cualquiera de los hombres.
12 Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y le ató con ellas, y le dijo: !!Sansón, los filisteos sobre ti! Y los espías estaban en el aposento. Mas él las rompió de sus brazos como un hilo.
13 Y Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me engañas, y tratas conmigo con mentiras. Descúbreme, pues, ahora, cómo podrás ser atado. El entonces le dijo: Si tejieres siete guedejas de mi cabeza con la tela y las asegurares con la estaca.
14 Y ella las aseguró con la estaca, y le dijo: !!Sansón, los filisteos sobre ti! Mas despertando él de su sueño, arrancó la estaca del telar con la tela.
15 Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza.
16 Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia.
17 Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres.
18 Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero.
19 Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él.
20 Y le dijo: !!Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.
21 Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel.
22 Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado.
23 Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo.
24 Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.
25 Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas.
26 Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas.
27 Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón.
28 Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.
29 Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra.
30 Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida.
31 Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años.

Los padres tratan normalmente de dar a sus hijos todo lo que necesitan, con la esperanza de que se conviertan en adultos exitosos. Como cristianos, queremos especialmente ayudar a nuestros hijos a crecer en el conocimiento de Dios y de su Palabra, en el amor a Jesús, en aprecio por su iglesia y en el deseo de servir al Señor. Los niños tienen, con frecuencia, mucho entusiasmo por las cosas del Señor. Pero, a medida que crecen, a veces se alejan de la fe.

Sansón es un ejemplo de ese triste alejamiento. Tuvo una educación que le enseñó acerca de Dios, pero, al final, la tentación sexual se convirtió en demasiado atractiva para él.

La Biblia revela varias ocasiones en las que Sansón cedió a su deseo. Por ejemplo, deseó a una mujer pagana de Timna; y, a pesar de la advertencia de sus padres, violó el mandamiento de Dios al casarse con ella (Jue 14.1-3). Un segundo incidente casi lo llevó a la muerte; se salvó solo por su fuerza sobrenatural (Jue 14.12-20). Quizás el ejemplo más trágico fue la traición de Dalila, la mujer impía a la que amó. La lujuria de Sansón le impidió verla tal cual era. Como resultado, fue capturado, y los filisteos le sacaron los ojos.

Si no nos controlamos, el pecado se infiltrará y dominará nuestra vida, y afectará a otros. El primer paso hacia el éxito es reconocer nuestras debilidades. Después, aceptar que somos impotentes para vencerlas sin ayuda. Por último, es importante admitir la suficiencia de Dios para salvarnos. Al final, Sansón reconoció su necesidad de Dios, y le pidió fuerzas para vengarse de los filisteos (16.28). Si acudimos al Señor, como Sansón, podremos obedecerle y tener la victoria.


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Ps. C. Stanley

Jueces 14:1-3
1  Descendió Sansón a Timnat, y vio en Timnat a una mujer de las hijas de los filisteos.
2 Y subió, y lo declaró a su padre y a su madre, diciendo: Yo he visto en Timnat una mujer de las hijas de los filisteos; os ruego que me la toméis por mujer.
3 Y su padre y su madre le dijeron: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo nuestro pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los filisteos incircuncisos? Y Sansón respondió a su padre: Tómame ésta por mujer, porque ella me agrada.

Jueces 14:12-20
12 Y Sansón les dijo: Yo os propondré ahora un enigma, y si en los siete días del banquete me lo declaráis y descifráis, yo os daré treinta vestidos de lino y treinta vestidos de fiesta.
13 Mas si no me lo podéis declarar, entonces vosotros me daréis a mí los treinta vestidos de lino y los vestidos de fiesta. Y ellos respondieron: Propón tu enigma, y lo oiremos.
14 Entonces les dijo:
    Del devorador salió comida,
    Y del fuerte salió dulzura. m Y ellos no pudieron declararle el enigma en tres días.
15 Al séptimo día dijeron a la mujer de Sansón: Induce a tu marido a que nos declare este enigma, para que no te quememos a ti y a la casa de tu padre. ¿Nos habéis llamado aquí para despojarnos?
16 Y lloró la mujer de Sansón en presencia de él, y dijo: Solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo. Y él respondió: He aquí que ni a mi padre ni a mi madre lo he declarado, ¿y te lo había de declarar a ti?
17 Y ella lloró en presencia de él los siete días que ellos tuvieron banquete; mas al séptimo día él se lo declaró, porque le presionaba; y ella lo declaró a los hijos de su pueblo.
18 Al séptimo día, antes que el sol se pusiese, los de la ciudad le dijeron:
    ¿Qué cosa más dulce que la miel?
    ¿Y qué cosa más fuerte que el león? m Y él les respondió:
    Si no araseis con mi novilla,
    Nunca hubierais descubierto mi enigma. m
19 Y el Espíritu de Jehová vino sobre él, y descendió a Ascalón y mató a treinta hombres de ellos; y tomando sus despojos, dio las mudas de vestidos a los que habían explicado el enigma; y encendido en enojo se volvió a la casa de su padre.
20 Y la mujer de Sansón fue dada a su compañero, al cual él había tratado como su amigo.


sábado, 18 de junio de 2016

Sábado: SIN CEDER A LA DEBILIDAD (Jueces 13.24, 25)

SIN CEDER A LA DEBILIDAD

Jueces 13.24, 25
24 Y la mujer dio a luz un hijo, y le puso por nombre Sansón. Y el niño creció, y Jehová lo bendijo.
25 Y el Espíritu de Jehová comenzó a manifestarse en él en los campamentos de Dan, entre Zora y Estaol.

En el momento en que una persona es salva se convierte en una creación totalmente nueva, apartada para los propósitos de Dios ("De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.", 2 Co 5.17). Él tiene un plan específico para la vida de cada creyente ("Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.", Ef 2.10), y da a cada uno de sus hijos lo necesario para lograr ese plan ("Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,", 2 P 1.3).

Piense en la vida de Sansón. Cuando nació, Israel estaba bajo el dominio de los filisteos. En esa perversa cultura “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jue 21.25). Dios dispuso que Sansón fuera apartado para su servicio, y así comenzara “a salvar a Israel de mano de los filisteos” (Jue 13.5). Para prepararlo, el Señor le dio padres temerosos de Dios, buena crianza y fuerza humana extraordinaria. Fue grandemente bendecido a medida que maduraba, y se convirtió en juez de Israel, con la autoridad para llevar a cabo la voluntad de Dios.

Sansón estaba equipado con todo lo necesario para cumplir con el propósito del Señor. Pero tenía una gran debilidad: la lujuria —la cual finalmente lo llevó a su caída. Como resultado, terminó siendo un prisionero, y ya no estuvo en condiciones de cumplir con la responsabilidad dada por Dios.

El equipamiento de Dios incluye la capacidad de no ceder a nuestras debilidades. Pero debemos estar dispuestos a huir de la tentación y obedecer al Señor. Sansón tenía un enorme potencial para hacer lo correcto para Dios, y nosotros también. Pero eligió el pecado y sufrió las consecuencias. ¿Qué va a elegir usted hoy: acudir a Dios en busca de ayuda o ceder a su debilidad?

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Ps. C. Stanley
 

viernes, 17 de junio de 2016

Viernes: LAS RECOMPENSAS DE UN SERVIDOR (Hebreos 6.10)

LAS RECOMPENSAS DE UN SERVIDOR

Hebreos 6.10
10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
Por su gracia, Dios da salvación a quienes ponen su fe en Jesús. No podemos ganarnos este regalo, ni tampoco lo merecemos. Pero nuestro Padre celestial sí ve nuestras buenas obras, y promete recompensarnos según lo que hayamos hecho para Él.

El servicio tiene lugar cuando dejamos que el Señor obre por medio de nosotros, para su honra y gloria; cuando los recursos divinos satisfacen las necesidades humanas mediante nosotros.

Apocalipsis 22.12 nos estimula: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Ya sea grande o pequeño, todo servicio hecho en el nombre de Jesús será recompensado. Pero debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean para la gloria de Cristo. Si la motivación es nuestra propia gloria, la única recompensa que recibiremos será la alabanza (si acaso) de quienes nos rodean. Y sabemos que la aprobación de los hombres no satisface ni es duradera.

Si bien algunas recompensas serán dadas en el cielo, otras pueden recibirse ahora mismo. Por ejemplo, el gozo que sentimos al permitir que Dios bendiga a otros por medio de nosotros, y al agradar a Cristo. Además, hay un profundo sentido de satisfacción cuando llevamos a una persona a Jesús y la enseñamos a andar por fe.

Servir a los demás es una gran bendición y una responsabilidad. Debemos considerar sinceramente cuál es nuestra motivación para estar seguros de que nuestro propósito sea glorificar a Cristo. Solo así recibiremos las recompensas que nos serán dadas, no solo en la eternidad, sino también en la Tierra.

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Ps. C. Stanley

jueves, 16 de junio de 2016

Jueves: ES BUENO SER AFLIGIDOS (Salmo 119.71-76)

ES BUENO SER AFLIGIDOS
Salmo 119.71-76
71 Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos.
72 Mejor me es la ley de tu boca Que millares de oro y plata.
73 Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.
74 Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado.
75 Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
76 Sea ahora tu misericordia para consolarme, Conforme a lo que has dicho a tu siervo.

David se regocijaba en la aflicción porque las pruebas le permitían conocer más a Dios. Las lecciones de constancia, gracia y provisión del Señor eran más valiosas para él que el dinero. Además, el corazón y el espíritu de David se enriquecían, también.

La aflicción actúa como un fertilizante espiritual en la fe del creyente. Analice la búsqueda radical del Señor que David desarrolló mientras huía de un rey asesino. Los años transcurridos entre su victoria sobre Goliat y su ascensión al trono fueron físicamente exigentes y emocionalmente agotadores. Pero los problemas hicieron del futuro rey un líder sabio, un guerrero astuto y un siervo humilde de Dios.

Los salmos de David revelan que sus luchas le enseñaron la dependencia en Dios (Sal 4), la perseverancia (Sal 13) y muchas otras valiosas cualidades espirituales. El Señor también lo confortaba mientras ensanchaba la fe del guerrero y poeta ("Haz conmigo señal para bien, Y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; Porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste.", Sal 86.17). Tal y como Dios lo dispuso, las palabras de David nos ofrecen consuelo cuando pasamos por momentos de sufrimiento.

Dios moldea a sus hijos por medio de la aflicción para convertirlos en dadores de consuelo ("el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.", 2 Co 1.4). El mensaje que ofrecemos es el que aprendimos en nuestras pruebas: Que Dios es al Único que necesitamos. Él puede satisfacer las necesidades cuando el foso sea profundo, los obstáculos gigantes o el sufrimiento prolongado.

Segunda a los Corintios 2.14 nos dice que los creyentes son un olor grato en el mundo ("Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.", 2 Co. 2.14). A quienes Dios lleva al triunfo sobre la aflicción, se convierten en la fragancia de su cuidado. Llevamos ánimo y alivio a los que sufren, y el mensaje del amor de Cristo.

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Ps. C. Stanley

miércoles, 15 de junio de 2016

Miércoles: DIOS TIENE EL CONTROL (Marcos 9.17-27)

DIOS TIENE EL CONTROL

Marcos 9.17-27
17 Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
18 el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo.
20 Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.
21 Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos.
23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
24 E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.
25 Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27 Pero Jesús, tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó.
En el pasaje de hoy, un padre le lleva al Señor su hijo poseído por un demonio. Nada es más importante para este padre que ver a su hijo sano, y cree que Jesús tiene el poder para hacerlo.

Cuando, por fin, llega a Jesús, el padre experimenta una ligera vacilación en su fe. Le pide: “Si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos”(Mr 9.22). Jesús, sintiendo la duda sutil del hombre, responde: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mr 9.23).

Sin vacilar, el padre se da cuenta de la disparidad entre sus palabras y su acción, y clama: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Mr 9.24). ¡Qué extraña declaración! ¿Tenía fe o no este hombre?

Cuando analizamos más, nos damos cuenta de que este padre estaba clamando al Señor con toda honestidad. Sabía que no tenía sentido intentar “inflar” su fe delante de Jesús. Reconoce humildemente que, aunque cree en el poder salvador de Jesús, algunas cosas —tales como su preocupación por su hijo— pueden obstaculizar su fe en Dios.
El Señor es soberano sobre todas las cosas ("Jehová estableció en los cielos su trono,Y su reino domina sobre todos", Sal 103.19). ¿Cree usted que Él tiene el poder de cambiar su vida? ¿Permite que las influencias externas afecten su confianza en Jesucristo? Si es así, sea honesto con Dios en cuanto a su fe fluctuante, pero recuerde siempre que el poder de Dios no fluctúa con nuestra confianza en Él. No importa cómo nos sintamos, Dios tiene siempre el control.

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Ps. C. Stanley 

martes, 14 de junio de 2016

Martes: LAS COSAS INALTERABLES (Hebreos 12.25-29)

LAS COSAS INALTERABLES

Hebreos 12.25-29

25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.
26 La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.
27 Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.
28 Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
29 porque nuestro Dios es fuego consumidor.

El Señor se está preparando hacia el momento decisivo cuando este mundo será sustituido por un nuevo cielo y una nueva tierra. Con ese objetivo, Él extirpa todo lo engañoso y perverso, tanto de las naciones como de las personas. Según la Biblia, este proceso se acelerará a medida que se acerque el fin del mundo. Dios quitará todo lo que puede ser sacudido para que permanezcan solo las cosas inalterables (He 12.27).

Los cristianos tienen una morada imposible de cambiar. Cuando decidimos poner la fe en el Salvador, nacimos en el reino de Dios y recibimos una posición nueva y segura “en Cristo Jesús” ("Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.", Ro 6.11). Ninguna fuerza externa puede destruir el reino, ni esta relación.

Porque, ¿qué poder puede sostenerse delante de nuestro soberano Señor Jesucristo? Todo lo que existe tendrá que someterse a Él. Aunque las guerras hagan estragos, la injusticia se extienda y los gobiernos caigan, Él sigue teniendo el control absoluto. Al hombre se le ha permitido ejercer la maldad para que lo que haya en su corazón sea revelado y sienta la gran necesidad de un Salvador. Hasta el tirano más despreciable tiene la oportunidad de arrepentirse. Pero quienes rechazan su gracia divina serán destruidos juntamente con todo lo que viola el perfecto orden de Dios.

Vivimos en tiempos angustiosos. A medida que las condiciones empeoran, se vuelve más fácil ver el porqué la Biblia llama a Dios fuego consumidor (He 12.29). Él está quemando todo lo que le desagrada. Y lo seguirá haciendo hasta que los únicos que queden sean los justos que estén bajo el señorío de Cristo y esperan su reino en la Tierra.

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Ps. C. Stanley