viernes, 10 de junio de 2016

Viernes: LA PREPARACION PARA VER A DIOS (Proverbios 3.24-26)

LA PREPARACION PARA VER A DIOS

Proverbios 3.24-26



24 Cuando te acuestes, no tendrás temor,
Sino que te acostarás, y tu sueño será grato.
25 No tendrás temor de pavor repentino,
Ni de la ruina de los impíos cuando viniere,
26 Porque Jehová será tu confianza,
Y él preservará tu pie de quedar preso.

David tenía la confianza de que el Señor estaba siempre a su mano derecha ("A Jehová he puesto siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.", Sal 16.8). Sus salmos revelan que, al examinar su vida, veía la huella de Dios. Como David, debemos preparar nuestros ojos espirituales para percibir la evidencia de la presencia de nuestro Padre celestial. Ver a Dios con ojos espirituales no es verlo de vez en cuando; es un estilo de vida. En el Sermón del monte, Jesús dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5.8). Quienes andan delante del Señor con una conciencia limpia controlarán sus pensamientos pecaminosos, hábitos, actitudes y palabras. Echan fuera el pecado, y viven rectamente. Estos creyentes tienen una claridad espiritual que agudiza su conciencia de la presencia de Dios y de sus bendiciones.


Desarrolle un hábito que lo ayudade a enfocarse en Dios: cuando se acueste, hable con el Señor antes de dormirse, y trate de recordar qué cosas le sucedieron en el día. En realidad, a donde nos lleva esto es el buscar evidencias de la actividad del Señor. ¿Cómo guió Él cierta decisión? ¿Cuál fue su respuesta a algún problema? ¿Cómo le protegió en alguna situación? El ver la actividad de Dios por segunda vez (incluso cuando la experiencia inicial fue difícil), grabará más profundamente en su corazón la realidad de su amor.

La evidencia del gran poder de Dios está en toda nuestra vida. Ver al mundo con ojos espirituales bien abiertos cambia nuestra perspectiva. En vez de decir: “No puedo”, diga: “Puedo, porque el Señor me da poder”. Viva confiado en nuestro amoroso y omnipotente Dios, quien mora en usted.

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