jueves, 31 de marzo de 2016

Jueves: PARA APRENDER A ESTAR QUIETOS (1 Pedro 4.12, 13)

PARA APRENDER A ESTAR QUIETOS

1 Pedro 4.12, 13
12 Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,
13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.

Ayer vimos el Salmo 46.10, que nos manda a “estar quietos” durante los tiempos de dificultades. Ese versículo nos recuerda que debemos dejar de manipular nuestras circunstancias, y permitir que Dios actúe. Sin embargo, entender un versículo es una cosa, pero ponerlo en acción puede ser algo muy diferente. ¿Cómo puede un creyente estar quieto?

Primero, debemos entender que el Señor está permitiendo nuestras dificultades. Si creemos que Dios tiene el control, debemos también creer que Él permitió que pasara lo que sucedió.

Segundo, puede ser difícil comprenderlo, pero hay un propósito detrás de nuestras pruebas, aunque eso nos deje perplejos. Dios no permitirá que tengamos pruebas en la vida sin una buena razón.

Tercero, puesto que hay un propósito para nuestras dificultades, estas tienen el potencial de ser experiencias positivas. Eso no significa que todo saldrá perfectamente de acuerdo con nuestros planes y criterios, pero si reaccionamos de manera correcta podremos ver la experiencia como un catalizador para el crecimiento de nuestra vida espiritual.

Romanos 8.28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. Es posible que usted haya escuchado muchas veces este conocido versículo, pero para manejar con éxito las tormentas de la vida, uno tiene que entender la verdad que encierra. Dios no ha desaparecido ni tampoco nos ignora. Él tiene un propósito para todo, incluso en las circunstancias más difíciles.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Miércoles: ¡ESTAD QUIETOS! (Mateo 11.28-30)

¡ESTAD QUIETOS!

Mateo 11.28-30
28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;
30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.

Todos hemos experimentado tentaciones, pruebas y sufrimientos. Aun los cristianos debemos padecer sufrimientos, ya sea por la muerte de seres queridos, bancarrotas, pérdida de empleo o relaciones rotas. Pero, aunque no somos inmunes a los tiempos de dificultades, tenemos el poder, por medio del Espíritu Santo, de soportarlos. El Salmo 46.10 dice: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. La expresión “estad quietos” indica que nuestra mejor respuesta a las frustraciones es confiar en el Señor.

¡Qué admirable es saber que, como hijos de Dios, tenemos una línea de comunicación directa con el Padre, aun en medio de las dificultades! Por tanto, no tenemos que reaccionar como lo hace el mundo, con ira, depresión y venganza. Tampoco tenemos que arreglar las cosas con nuestras fuerzas. Es seguro que seremos tentados por la carne, pero si “estamos quietos” aprenderemos a confiar más en Dios cada día.

La verdad es que las dificultades no forman el carácter; solo lo revelan. Una de las respuestas más comunes a las dificultades es la ira. En momentos de frustración, corremos el riesgo de tomar decisiones impulsivas que podrían afectar el resto de nuestra vida. Pero, en vez de dejarnos vencer por las emociones, debemos estar quietos y confiar en Aquel que puede hacer que todo resulte para nuestro bien ("Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.", Ro 8.28).

En este mundo, los problemas no van a desaparecer ("Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.", Jn 16.33). Pero cuando las tormentas amenacen en el horizonte, abróchese el cinturón y confíe en que Dios le guiará. En Él, y solo en Él, podrá usted mantenerse quieto y tranquilo.

martes, 29 de marzo de 2016

Martes: EXPRESIONES DE ALABANZA (Salmo 34.1-3)

EXPRESIONES DE ALABANZA

Salmo 34.1-3
1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.
2 En Jehová se gloriará mi alma; Lo oirán los mansos, y se alegrarán.
3 Engrandeced a Jehová conmigo, Y exaltemos a una su nombre.

Glorificar al Señor no es solo rendirle culto en la iglesia, es también permitir que la alabanza impregne la vida del creyente.

Una manera de alabar al Señor es con nuestra voz. Podemos adorarle con nuestras palabras o cantándole. Los escritores de los Salmos ponían su adoración en palabras, y su amor en música. La verdadera adoración fluye de los labios de los creyentes que se centran en los atributos de Dios. Desean honrarle, por ser Él quien es, lo que ha hecho y lo que ha prometido para el futuro.

La adoración genuina le permite al Señor llenar nuestra mente y corazón con su presencia. Sin embargo, alabarlo por el motivo equivocado es un acto vacío. Por ejemplo, si levantamos nuestras manos y cantamos en voz alta solamente porque nos hace sentir bien y buscamos exaltación emocional. Esta clase de “alabanza” vana y egoísta no llega al cielo.

Nuestro Dios es alabado cuando le servimos. Las personas han sido creadas para que glorifiquen y honren su nombre. Por tanto, nada debe limitar nuestro deseo de trabajar para el Rey, sobre todo cuando tenemos la oportunidad de darlo a conocer a los demás. Cristo es honrado cuando sus seguidores hablan con osadía de su gracia y de su obra; el testimonio de los creyentes es una manera estupenda de alabanza que enaltece el nombre de Dios.

Jesucristo vale más que cualquier tesoro que ofrezca este mundo. Amarle, y entender lo que ha hecho por usted, debe ser toda la motivación que necesite para alabarle con su vida. No se limite a cantar; sírvale para su reino y comparta el evangelio. Ayude a que el trono de Dios resuene de adoración.


lunes, 28 de marzo de 2016

Lunes: SU EXTRAÑA OBRA (Isaias 28:21)

SU EXTRAÑA OBRA

Isaias 28:21
Porque Jehová se levantará […] para hacer su obra, su extraña obra, y para hacer su operación, su extraña operación. 

La perla de hoy contiene una de las declaraciones más extrañas que encontramos en toda la Escritura; le llama al obrar de Dios: su extraña operación.  El proceder de Dios, la mayoría de las veces, será impredecible para el hombre. El Señor siempre tendrá mil maneras en que podrá sorprendernos. Nunca podremos anticiparnos a su accionar, porque siempre nos llevará la milla. Amados, cuántas veces estamos convencidos de que Él obrará de tal o cual forma, sin embargo, cuando el Señor llega con su milagrosa respuesta nos quedamos boquiabiertos. Él siempre impondrá su voluntad para hacer su obra, su extraña obra; su operación, su extraña operación, como dice nuestro texto.

Cuando el pasaje habla de su extraña obra, no significa que Dios actúa de forma alocada y sin sentido, ¡nooo!, eso sería algo contrario a su naturaleza previsora y prudente. Dios ha diseñado sabiamente todo desde la eternidad pasada, de manera tal que Él no tiene la necesidad de improvisar nada, de alterar el curso de sus planes exquisitos, o de modificar las circunstancias porque haya surgido algún detalle que se ha escapado de su control, ¡eso es sencillamente imposible! Cuando el texto habla de su “extraña operación” lo que quiere significar es que sus pensamientos siempre estarán muy por encima de los nuestros, y que sus procederes lucirán en ocasiones como locura, como inalcanzables, incomprensibles y misteriosos ante nuestros ojos,  aunque perfectamente adecuados y en consonancia con su carácter y propósito.
 
 En la Biblia hay un registro abundante del sorprendente accionar de Dios: frente a las tropas de faraón, Dios abrió en dos el mar Rojo. Josué oró para que el sol se detuviera, y el Señor respondió sin dilación la oración de su siervo. Jonás fue transportado a Nínive en el vientre de un gran pez para llevar las buenas nuevas de paz. Lázaro fue resucitado con 4 días de muerto, ¡extrañٌísimo! ¡Verdad! Y qué del ciego al que Jesús sanó escupiendo en tierra, y haciendo lodo con sus dedos le ordenó lavarse en el estanque de Siloé para que recuperara la vista. ¡Qué extrañas son todas esas cosas!, inexplicables para una mente natural que no ha sido adiestrada espiritualmente para entenderlas.
 
Los recursos que Dios tiene disponibles para su pueblo son tan infinitos como su propio Ser. Dios siempre tendrá mucho más que darnos, que nosotros que pedirle. Las fuentes del cielo nunca estarán cerradas para socorrer al más humilde creyente que con esperanza y fe se acerca a Él en busca de su misericordia. Cuando todas las puertas se hayan cerrado, ¡no os desaniméis!, el Señor siempre guarda la llave maestra que tiene todas las combinaciones para abrir los cerrojos más herméticos con que las circunstancias cambiantes de la vida nos han acorralado. Él siempre hará su obra, su extraña obra; su operación, su misteriosa operación. Lo hizo en el pasado con el pueblo de Israel, lo hace en el presente con la iglesia, y lo hará igualmente en el futuro con todos los que le aman de veras. Amén

domingo, 27 de marzo de 2016

Domingo: A LA EXPECTATIVA (Marcos 14.42-46)

A LA EXPECTATIVA

Marcos 14.42-46
42 Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.
43 Luego, hablando él aún, vino Judas, que era uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos.
44 Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle, y llevadle con seguridad.
45 Y cuando vino, se acercó luego a él, y le dijo: Maestro, Maestro. Y le besó.
46 Entonces ellos le echaron mano, y le prendieron.

Después de la crucifixión, un acaudalado líder judío llamado José de Arimatea preguntó a Pilato si podía entregarle el cuerpo de Jesús para darle sepultura. Con toda seguridad, José sabía el gran peligro que representaba pedir permiso a Roma para dar una digna sepultura a un malhechor condenado por traición. Y, sin duda, también estaba consciente de que su reputación y su estatus en la comunidad religiosa estarían en peligro.

¿Qué dio a José, un seguidor secreto de Jesús, la valentía para dar un paso al frente, mientras que los amigos más cercanos del Señor dieron un paso atrás por temor? Fue porque José había estado esperando con ansias la llegada del reino de Dios (Ver Marcos 15.43 "José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.").

El sacrificio de Cristo lo cambia todo —tanto nuestro destino como nuestra vida diaria— permitiéndonos vivir con la conciencia de una esperanza sin límites y de una determinación firme. Sin embargo, a veces me pregunto: ¿Cuántas veces ignoro o paso por alto la presencia de Dios? ¿Estoy realmente a la expectativa de su llegada?

El sacrificio de Cristo lo cambia todo —permitiéndonos vivir con la conciencia de una esperanza sin límites y de una determinación firme.

Estas son preguntas importantes cada día de mi vida. Porque dónde aparece, qué piensa y qué dice el Señor, muchas veces no es lo que me mantiene alerta. No soy el único que batalla con esto. Piense en José de Arimatea, Pedro, Juan y las mujeres que descubrieron la tumba vacía. A pesar de la garantía de Jesús, no esperaban su muerte. Y después que fue sepultado, ¿qué expectativa tenían? Su sorpresa e incredulidad cuando apareció otra vez nos dan la respuesta.

Un amigo le envía una carta a otro amigo donde decía que luchaba con el mismo problema. “Lo único que puedo hacer”, escribió, “es vivir cada momento como se presente, y estar consciente de que Dios está en él”. Su conclusión era: “Quiero dejar que la lucha, el dolor y la herida coexistan con el gozo, la paz y la esperanza”.

Es posible que no sea fácil vivir a la expectativa de la llegada de Cristo entre las realidades presentes y las realidades futuras, pero creo que es la mejor actitud. Una madre enlutada por la muerte de su hijo, dijo: “Estoy descubriendo cómo danzan juntos el dolor y la esperanza”.

¡Eso es vivir estando a la expectativa!


sábado, 26 de marzo de 2016

Sábado: LA CRUZ DE CRISTO (Hebreos 10.1-14)

LA CRUZ DE CRISTO

Hebreos 10.1-14
1 Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.
2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.
3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;
4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.
5 Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.
6 Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.
7 Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí.
8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),
9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.
10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.
11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

En los tiempos del Antiguo Testamento, las personas expiaban su pecado por medio de sacrificios de animales. Pero eso era una medida temporal, ya que la sangre de los toros y de los machos cabríos solo cubría el pecado sin quitarlo (He 10.4). Sin embargo, la ofrenda de animales apuntaba hacia la solución definitiva: la sangre derramada de Jesús en la cruz —el sacrificio perfecto y de una vez por todas para el perdón de los pecados.

El Calvario no fue una solución improvisada para corregir el sistema original; el plan desde el principio fue que Jesús diera su vida por nosotros ("como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.", Mt 20.28). La Escritura dice que Dios nunca estuvo satisfecho plenamente con holocaustos, no importa cuánto le habían costado a la persona que buscaba el perdón (He 10.5-7). Para erradicar el pecado, había que ofrecer la perfección. Por eso vino Jesús (Fil 2.7, 8) —y por eso la cruz es un recordatorio del sacrificio más grande jamás hecho por amor.
Fil 2.7, 8
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Para erradicar el pecado, había que ofrecer la perfección. Por eso vino Jesús.

La cruz es también un ejemplo que Cristo nos dejó. Cuando Santiago exhortó a los creyentes con las palabras: “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Stg 1.2), probablemente recordaba cómo el Señor “por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz” (He 12.2). Jesús dijo a quién quisiera ser su seguidor: “Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará” (Lc 9.23, 24). Es como si dijéramos: “Fue lo mismo que decir: Ven y trae tu silla eléctrica contigo. Toma la cámara de gas, y sígueme”. Él no tenía en mente una hermosa cruz de oro, ni una cruz en la torre de una iglesia, o en la portada de una Biblia. Jesús tenía en mente un lugar de ejecución.

Dios no nos exige nuestra sangre para nuestra expiación, sino que quiere darnos vida de una manera diferente —como un sacrificio vivo ("Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.", Ro 12.1), ofrecido en el servicio a su reino. La cruz de Cristo es más que el madero en el que su cuerpo fue clavado hace casi 2.000 años. Es más que un símbolo de lo que el Señor Jesús hizo por nosotros. La cruz debe ser un recordatorio constante de la deuda que tenemos para con Dios, y de la disposición de vivir para Él, o de morir por Él.


viernes, 25 de marzo de 2016

Viernes: LA MESA DE SANIDAD (Lucas 22.7-20)

LA MESA DE SANIDAD

Lucas 22.7-20
7 Llegó el día de los panes sin levadura, en el cual era necesario sacrificar el cordero de la pascua.
8 Y Jesús envió a Pedro y a Juan, diciendo: Id, preparadnos la pascua para que la comamos.
9 Ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que la preparemos?
10 El les dijo: He aquí, al entrar en la ciudad os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle hasta la casa donde entrare,
11 y decid al padre de familia de esa casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?
12 Entonces él os mostrará un gran aposento alto ya dispuesto; preparad allí.
13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.
14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.
15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.
17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros;
18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga.
19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

Jesús sabía lo que estaba a punto de suceder. Sentía que la muerte y la oscuridad se cernían sobre Él, pero no se recluyó con el fin de prepararse para lo que vendría. Por el contrario, el Señor decidió pasar las horas finales con sus amigos alrededor de una mesa con pan, vino y valor espiritual . . . Jesús quería estar cerca de aquellos a quienes “amó hasta el fin” ("Antes de la fiesta de la pascua, sabiendo Jesús que su hora había llegado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.", Juan 13.1).

El evangelista Lucas señala que el Señor y sus discípulos se reunieron en el aposento alto para celebrar la Pascua. Allí, tuvieron una comida conocida como el Séder (Passover), cuya liturgia y alimentos simbólicos recordaban cómo Dios había liberado a Israel de la esclavitud en Egipto, aplastado los ejércitos de Faraón, y cuidado de los antiguos esclavos en el desierto, hasta que llegaron a la tierra que Él les había preparado como hogar. En cada Pascua, las familias judías hasta hoy día cuentan la gran historia de la provisión y del rescate de Dios —un recordatorio de que Dios sigue estando con ellos, de que Él restaurará y sanará espiritualmente a su pueblo una vez más.


Jesús sentía que la muerte y la oscuridad se cernían sobre Él, y decidió pasar las horas finales con sus amigos.

Por eso, la comida de Jesús con sus discípulos contenía todos estos ecos de la historia de Israel, y avivaba de nuevo la fe de los suyos en la garantía de las promesas de Dios. En los días que vendrían después, esos hombres enfrentarían el abatimiento y la turbación. Heridos por el horror de la cruz, temblarían de miedo e indignación. Se aferrarían a la esperanza, a cualquier posibilidad de que la historia que Jesús había comenzado, aún no había terminado. Pero toda esta angustia estaba por venir. Por ahora, Jesús comía y bebía con sus discípulos, y trataba de explicar a sus desconcertados amigos cómo iba a derramar su cuerpo y su vida por la sanidad de ellos.

Al ofrecer esta copa y este pan partido, Jesús sabía que su muerte iba a cumplir lo que el profeta Isaías había anunciado —que serían necesarias sus heridas para que fuéramos curados ("Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.", Isaías 53.5). Aunque los discípulos no fueron capaces en ese momento de comprender el significado de sus palabras, nuestro Salvador presentó la promesa de morir y después resucitar de entre los muertos a favor de ellos, y de los que creamos en ella.

jueves, 24 de marzo de 2016

Jueves: EL PAN (Juan 6.35)

EL PAN

Juan 6.35
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.

Durante miles de años, el pueblo judío ha tenido un conjunto de instrucciones especiales para su evento más importante del año —la Pascua. Rebosante de drama y de intensidad, la Pascua incluye un orden de palabras, símbolos, alimentos, sabores, olores y rituales cuidadosamente preparados. Por tanto, si el padre de la familia se sale de lo acostumbrado mientras dirige la comida pascual, todos los presentes lo notarían de inmediato.

Y eso es exactamente lo que sucedió cuando el Señor reunió a sus discípulos al aproximarse a su muerte. La noche comenzó como la de una típica comida de Pascua; estaban celebrando la cena de la misma manera que los judíos han hecho durante siglos . . . hasta que Jesús se salió de lo acostumbrado y comenzó a hablar de sí mismo. Cuando tomó el pan de la Pascua en sus manos, dijo algo absolutamente sorprendente: “Tomad, comed; esto es mi cuerpo” (Mateo 26.26).

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Cada paso, es Jesús quien lo da.

La Pascua tiene que ver básicamente con la liberación de un pueblo (los judíos), de la esclavitud a la libertad verdadera. Pero toda la historia de la Biblia apunta a una liberación aun más profunda de una servidumbre más trágica ­—la liberación del pecado de toda la humanidad. Mientras sostenía el pan en sus manos, Jesús anunció tranquilamente que su cuerpo partido sería la única fuente de esa profunda y universal salvación y libertad.

“Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado” (Lucas 22.19) —algunos historiadores de la iglesia llaman a esta frase “palabras de institución”, porque nuestro Salvador estaba instituyendo o inaugurando un nuevo capítulo en la historia acerca de Dios y del género humano. Pero notemos que Jesús se apartó de la tradición para que supiéramos que este nuevo capítulo (pacto) vendría por medio de su iniciativa, no de la nuestra.

Aun cuando estaba siendo entregado a la muerte, el Señor estuvo actuando misericordiosamente para salvarnos, perdonarnos y bendecirnos. Cada paso, es Jesús quien lo da. Jesús escribe (o modifica) lo establecido. Nos da la Cena del Señor, una comida para que la tengamos juntamente con Él —con Aquel que dijo: “Yo soy el pan de vida”.

Y con un simple trozo de pan, Jesús declara cómo viene la salvación —no por nuestros esfuerzos, sino por su gracia; no como un proyecto humano, sino como un regalo divino.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Miércoles: EL CORDERO DE DIOS (Apocalipsis 7.17)

EL CORDERO DE DIOS

Apocalipsis 7.17
17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

Los abejorros, tejones, leones, zorrillos, osos negros y perros sabuesos tienen una cosa en común: si son amenazados, nos picarán, morderán, rociarán o atacarán. A diferencia de los corderos que nunca atacan; antes bien, a lo largo de la historia, son los lobos y otros depredadores quienes los han atacado a ellos. Cuando la Biblia se refiere a los corderos, lo hace, por lo general, en el contexto de una ofrenda. Por ejemplo, en la Pascua —el evento central del Antiguo Testamento— Dios salva a su pueblo por medio de la sangre de un cordero.

Por tanto, usted podrá imaginarse la impresión de los discípulos cuando Juan el Bautista presenta a Jesús, su Señor y Mesías, como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1.29). El Dios de toda la creación, “por medio de [quien] todas las cosas fueron creadas” (v. 3 NVI) viene a la Tierra como . . . ¿un cordero?

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Alguien tenía que encontrarnos y salvarnos, incluso si eso significaba que muriera en lugar nuestro.

Es una historia extraña. El cristianismo es la perspectiva de vida que presenta a un Dios vulnerable —a un Dios que, en y por amor, se sometió voluntariamente a ser atacado por los seres que Él mismo había creado. Por supuesto es importante tener en cuenta que Jesús, el vulnerable Cordero, es también el poderoso Cordero que gobierna desde su trono, que juzga al mundo y que triunfa en la guerra (Ap 5.6; 14.9-11; 17.14) —pero aún así es el Cordero “que fue inmolado desde el principio del mundo” (13.8).

Es también una historia osada y original, la historia de todos nosotros —seres quebrantados que nos hemos extraviado siguiendo la dirección equivocada, tan hundidos en el pantano del pecado, que no podíamos encontrar el camino para volver a casa, o salir de la zanja en que nos encontrábamos. Alguien tenía que descender al abismo que habíamos elegido; alguien tenía que encontrarnos y salvarnos, incluso si eso significaba que muriera en lugar nuestro. Y esa es la historia de Jesús, el león que vino como un cordero. A diferencia de los millones de corderos pascuales sacrificados a lo largo de la historia, Jesús dio voluntariamente su vida “para quitar los pecados del mundo”.

martes, 22 de marzo de 2016

Martes: ALABAR AL CORDERO DE DIOS (Apocalipsis 5)

ALABAR AL CORDERO DE DIOS

Apocalipsis 5
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

La revelación que hace Juan del trono celestial es una imagen impactante de auténtica alabanza. El lugar estalla de adoración al Señor Jesús. Los presentes —los ancianos y los “millones de millones” de ángeles (v. 11) son motivados a cantar su amor a Cristo, porque saben quién es Él. Es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (vv. 9, 12; Jn 1.29). Y es el León de Judá (Ap 5.5), el único digno de juzgar la Tierra y renovarla. Jesucristo es maravilloso, y ninguna parte de la creación pueden resistirse a decirlo.

¿Qué le motiva a usted a adorar a Dios? ¿No debe ser la alabanza a nuestro Salvador por ser Él quien es, la razón para levantar nuestras manos y voces? Para hacerlo, debemos tomarnos el tiempo para conocerle. No basta con leer la Biblia solo los domingos y orar en forma esporádica. Tenemos que comprometernos a descubrirle por medio del estudio regular de la Palabra, la oración abnegada y el servicio a su reino.

Después que el creyente vislumbre otro aspecto del carácter de Cristo, más grande y más sorprendente de lo que se había percatado antes, anhelará saber más. Tendrá hambre y sed de Dios, porque solo el Señor puede satisfacer (Mt 5.6). Es en la adoración que el corazón del cristiano se llena.

La alabanza es parte de un ciclo: se aprende más del carácter de Dios; se le ama más profundamente; se le adora y se le sirve mejor; y se logra satisfacción espiritual. Lo asombroso es que cuando estamos satisfechos, anhelamos más de su presencia en nuestra vida, y entonces ahondamos en su Palabra para tener más de ella, y comenzar de nuevo el ciclo.

lunes, 21 de marzo de 2016

Lunes: DANIEL: UNA INFLUENCIA PIADOSA (Daniel 6)

DANIEL: UNA INFLUENCIA PIADOSA

Daniel 6
1 Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas, que gobernasen en todo el reino.
2 Y sobre ellos tres gobernadores, de los cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey no fuese perjudicado.
3 Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo sobre todo el reino.
4 Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.
5 Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios.
6 Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive!
7 Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.
8 Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
9 Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.
10 Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
11 Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios.
12 Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada.
13 Entonces respondieron y dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace su petición.
14 Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.
15 Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado.
16 Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre.
17 Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se alterase.
18 Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño.
19 El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones.
20 Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?
21 Entonces Daniel respondió al rey: Oh rey, vive para siempre.
22 Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.
23 Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios.
24 Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.
25 Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada.
26 De parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin.
27 El salva y libra, y hace señales y maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los leones.
28 Y este Daniel prosperó durante el reinado de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

Daniel tuvo la inusual oportunidad de influenciar a cuatro reyes. Su fidelidad a Dios significó en varias ocasiones poner su vida en peligro, pero nunca vaciló en sus convicciones. La historia de su vida nos enseña lo que se requiere de alguien que quiera tener una influencia piadosa en quienes le rodeen.

La confianza plena en el poder del Señor para protegerle y sostenerle, invistió a Daniel con poder para tomar decisiones audaces. Dio malas noticias a reyes, a pesar de que hacer eso podía significar la muerte (Dn 2.26-44; 5. 17-28). Y más aún, desafió una ley que le exigía violar el mandamiento de Dios de adorarlo a Él solamente (6.7-11).

La intención de Daniel no era ser popular; estaba comprometido a hacer lo recto ante los ojos del Señor. Y cuando tuvo que enfrentar las consecuencias de elegir una línea de acción poco popular, lo hizo con un espíritu tranquilo y a la manera de Cristo. Sin ninguna queja, Daniel aceptó el castigo de ser arrojado al foso de los leones —en realidad, él había violado la ley de los hombres.

Es muy tentador pensar que si hacemos lo correcto, debemos ser premiados o al menos protegidos. Pero vivimos en un mundo caído y, a veces, hacer lo correcto traerá castigo sobre nosotros. Nuestra manera de responder a las consecuencias de la obediencia a Dios es, en realidad, tan importante como hacer la voluntad de Dios. Nuestra reacción está siendo observada y evaluada por quienes están dentro de nuestra esfera de influencia, que quieren ver si realmente creemos en nuestra aseveración de que el Señor tiene el control. Dios está usando nuestras experiencias y testimonio para alcanzar a otros para su reino.
I

domingo, 20 de marzo de 2016

Domingo: LOS REQUISITOS DE UNA INFLUENCIA PIADOSA (Daniel 1)

LOS REQUISITOS DE UNA INFLUENCIA PIADOSA

Daniel 1
1 En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió.
2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
3 Y dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real de los príncipes,
4 muchachos en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, sabios en ciencia y de buen entendimiento, e idóneos para estar en el palacio del rey; y que les enseñase las letras y la lengua de los caldeos.
5 Y les señaló el rey ración para cada día, de la provisión de la comida del rey, y del vino que él bebía; y que los criase tres años, para que al fin de ellos se presentasen delante del rey.
6 Entre éstos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de los hijos de Judá.
7 A éstos el jefe de los eunucos puso nombres: puso a Daniel, Beltsasar; a Ananías, Sadrac; a Misael, Mesac; y a Azarías, Abed-nego.
8 Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse.
9 Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos;
10 y dijo el jefe de los eunucos a Daniel: Temo a mi señor el rey, que señaló vuestra comida y vuestra bebida; pues luego que él vea vuestros rostros más pálidos que los de los muchachos que son semejantes a vosotros, condenaréis para con el rey mi cabeza.
11 Entonces dijo Daniel a Melsar, que estaba puesto por el jefe de los eunucos sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías:
12 Te ruego que hagas la prueba con tus siervos por diez días, y nos den legumbres a comer, y agua a beber.
13 Compara luego nuestros rostros con los rostros de los muchachos que comen de la ración de la comida del rey, y haz después con tus siervos según veas.
14 Consintió, pues, con ellos en esto, y probó con ellos diez días.
15 Y al cabo de los diez días pareció el rostro de ellos mejor y más robusto que el de los otros muchachos que comían de la porción de la comida del rey.
16 Así, pues, Melsar se llevaba la porción de la comida de ellos y el vino que habían de beber, y les daba legumbres.
17 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.
18 Pasados, pues, los días al fin de los cuales había dicho el rey que los trajesen, el jefe de los eunucos los trajo delante de Nabucodonosor.
19 Y el rey habló con ellos, y no fueron hallados entre todos ellos otros como Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así, pues, estuvieron delante del rey.
20 En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.
21 Y continuó Daniel hasta el año primero del rey Ciro.

Las empresas gastan millones de dólares para influenciar al público. Pero junto con el dinero, hay también muchas ideas y estrategias en cuanto al diseño de campañas publicitarias y de eventos que puedan captar el interés de la gente.

Como creyentes, estamos involucrados en una tarea mucho más importante: la de conquistar los corazones con la verdad del evangelio por medio de nuestra influencia. Si queremos influir positivamente en los demás, necesitamos dar testimonio fiel de Dios delante de las personas.

Tener una convicción fuerte acerca de la Palabra de Dios es la base de la buena influencia espiritual; debemos creer que la Biblia es veraz y practicar sus enseñanzas diariamente. En la lectura de hoy, Daniel y sus amigos rechazaron la comida y el vino del rey, porque la Palabra les decía que no comieran nada que hubiera sido ofrecido a los ídolos, una práctica común en ese tiempo ("Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios;", Éx 34.15). ¡Daniel se puso a sí y a sus amigos en peligro de muerte por un asunto de comida! Pero procedió de tal manera pues sabía que el Padre celestial quería que obedeciera la Palabra, costara lo que costara.

Si queremos influenciar a otros, debemos ser fieles a nuestras convicciones. La vida de un creyente es, a menudo, el único ejemplo de principios bíblicos que otras personas verán. Por tanto, como Daniel, debemos disponer nuestra mente para obedecer a Dios, sin importar las circunstancias. Y como sucedió con las personas que estaban dentro en la esfera de influencia de Daniel, aquellos a quienes usted toque verán las buenas obras hechas para el Señor por usted, y lo glorificarán a Él ("Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.", Mt 5.16).

sábado, 19 de marzo de 2016

Sábado: UN MENSAJE QUE PERDURA (Job 23.10-14)

UN MENSAJE QUE PERDURA

Job 23.10-14
10 Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro.
11 Mis pies han seguido sus pisadas; Guardé su camino, y no me aparté.
12 Del mandamiento de sus labios nunca me separé; Guardé las palabras de su boca más que mi comida.
13 Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo.
14 El, pues, acabará lo que ha determinado de mí; Y muchas cosas como estas hay en él.

Imagínese que vamos a un lujoso restaurante para cenar. La mesa está arreglada con un fino mantel, vajilla de porcelana y copas de cristal. El camarero le coloca su plato, pero en medio de ese bello plato de porcelana hay apenas un malvavisco. ¡Qué decepción! En vez de recibir una nutritiva y sustanciosa comida, lo que le sirven es una pelota esponjosa de azúcar que no le ofrece ninguna satisfacción.

Si no somos cuidadosos, nuestra vida puede llegar a parecerse a esa decepcionante cena. En vez de ser cristianos con un mensaje lleno de esperanza, podremos llegar a ofrecer solo un poco de dulzor. El mensaje de Dios es para nutrir y sostener; nuestros familiares, amigos, e incluso nosotros mismos, no podemos quedar satisfechos con una pobre nutrición. Nuestro Padre celestial quiere que influenciemos a las personas, a tal punto que les resulte imposible ser las mismas después de habernos conocido.

Si el Señor está creando un mensaje valioso en nuestra vida, debemos recibir todo lo que nos presente como venido de Él. Cuando algo malo es filtrado por la voluntad permisiva de Dios, Él sacará algo bueno de eso (Cf. "Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.", Ro 8.28). A decir verdad, una persona puede dar un mensaje de esperanza con mayor efectividad si ha sufrido. En medio de sufrimiento, buscamos consuelo de quienes han enfrentado algún dolor parecido al nuestro. De igual modo, los demás confiarán en el consuelo que les demos, si ya hemos pasado por lo mismo.

Sean cuales sean las circunstancias, debemos evaluar lo que Dios está haciendo en nosotros. Cuando buscamos primero sus propósitos y sus lecciones, apresuramos el momento en que nuestro mensaje de vida refleje la esperanza que se encuentra en Cristo Jesús.


viernes, 18 de marzo de 2016

Viernes: UN MENSAJE DE VIDA (Mateo 5.13-16)

UN MENSAJE DE VIDA

Mateo 5.13-16
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

¿Qué mensaje está transmitiendo? Cada persona da testimonio de sus convicciones y prioridades según la manera como vive. Jesús dijo que, para un mundo que nos observa, los creyentes debemos ser como la sal y la luz, que simplemente no pueden ser ignoradas. Si añadimos sal a la sopa, el mejor sabor es evidente; y cuando iluminamos una habitación, la oscuridad huye. Nuestro carácter, conducta y conversación deben ser una declaración fuerte y clara de la importancia de Dios, la necesidad de Jesucristo, y el poder del Espíritu Santo.

Para vivir de una manera que glorifique al Señor, debemos comenzar por la lectura y el estudio de las Sagradas Escrituras. Al meditar en su Palabra, Dios nos habla, y nosotros asimilamos gradualmente sus principios. Esto nos permite influenciar positivamente al mundo.

Una buena manera de aprender las lecciones de la Biblia es mediante el estudio de la vida de grandes siervos de Dios, como Abraham, Moisés, Daniel, David, Ester, María y Pablo. Uno pudiera dedicar muchas semanas en el mensaje de vida de cada uno de ellos, como está revelado en la Biblia. Sus historias tienen mucho que enseñarnos en cuanto a la manera de enfrentar las situaciones, lo que descubrieron mediante sus errores y cómo se relacionaban con Dios.

Por estos relatos bíblicos, y también por otros pasajes, aprendemos que nuestro Padre celestial tiene un propósito para nosotros. Él desea conformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Reconociendo esto, podemos establecer un ejemplo que los demás podrán imitar. Como dijo Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Co 11.1).

jueves, 17 de marzo de 2016

Jueves: CÓMO ENTENDER EL SACRIFICIO DE CRISTO (Mateo 26.36-46)

CÓMO ENTENDER EL SACRIFICIO DE CRISTO

Mateo 26.36-46
36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
42 Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
43 Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
44 Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45 Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
46 Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.

Jesús descendió al más profundo abismo de la desesperación horas antes de su crucifixión. En el huerto de Getsemaní, en repetidas ocasiones oró pidiendo que “la copa” pasara de Él (Mt 26.39-44). Cristo estaba mirando un cáliz de ira y de juicio que debió haber sobrecogido su alma ("Despierta, despierta, levántate, oh Jerusalén, que bebiste de la mano de Jehová el cáliz de su ira; porque el cáliz de aturdimiento bebiste hasta los sedimentos.", Is 51.17). La humanidad había llenado la copa con los hechos y los pensamientos más depravados que podía concebir. Según la Biblia, Jesús no únicamente murió por nuestros pecados; Él se hizo pecado por nosotros ("Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.", 2 Co 5.21). El Cordero santo y perfecto tomó sobre sí todo lo vil y perverso de este mundo.

Además, Jesús sabía las consecuencias de aceptar el pecado de la humanidad. La santidad de Dios impedía que hubiera pecado en su presencia. Por tanto, el Padre tendría que separarse del Hijo. Jesús había gozado siempre de unidad y relación perfectas con Dios. Contemplar una separación y un rechazo tan desgarradores debió haber sido aterrador para Él.

No había duda de que Jesús cumpliría la voluntad de Dios. Se convertiría en pecado y se separaría del Padre, si eso es lo que se requería para salvar a la humanidad. En un momento en el huerto, imploró otra vía para nuestra redención. Sin embargo, cuando estaba claro que la respuesta del Padre era “No, esta es la única manera”, Jesús se sacrificó obedientemente.

Pero Jesucristo sacrificó más que su vida. Sustituyó la maldad con santidad, y la separación con santa unión. El Salvador hizo esto para que pudiéramos ser transformados en hombres y mujeres santos con un futuro eterno. No es de extrañar que toda la creación lo alabe (Ap 5.11-14), y por tanto, debemos hacer lo mismo cada día de nuestra vida.
Ap 5.11-14
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.
13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.
14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Miércoles: LA SANGRE PRECIOSA DE CRISTO (1 Pedro 1.17-21)

LA SANGRE PRECIOSA DE CRISTO

1 Pedro 1.17-21
17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.

Muchas iglesias han dejado de mencionar la sangre de Jesús. Sin embargo, el derramamiento de sangre es esencial para la fe cristiana; sin un sacrificio, nadie puede relacionarse con Dios. Por esa razón, el Señor entretejió la historia de la muerte, renovación y reconciliación con un hilo rojo, desde Génesis hasta Apocalipsis.

¿Qué queda si se le saca toda la sangre a un cuerpo? Un cuerpo sin vida, ¿verdad? Lo mismo sucede con la Biblia. Las Sagradas Escrituras no serían más que literatura histórica si eliminamos las partes “desagradables” que tienen que ver con el sacrificio de Jesús en la cruz, o del poder de su sangre.

Dios diseñó el sistema de redención de tal manera que cualquier persona pudiera entender la conexión entre la sangre derramada y la libertad del pecado. El Señor dio instrucciones detalladas acerca de cómo ofrecer un sacrificio perfecto, de modo que su santidad quedara satisfecha. Dios quería también que sus seguidores entendieran que el pecado había tenido consecuencias terribles, cuyo resultado era la muerte. La primera víctima mortal en la Biblia fue el animal cuya piel fue utilizada para cubrir la desnudez de Adán y Eva ("Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.", Gn 3.21). Cada vez que un israelita traía a los sacerdotes un cordero o un par de palomas, reconocía que “la paga del pecado es muerte” ("Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", Ro 6.23).

Dios eligió una solución definitiva para el problema de pecado del mundo. Por tanto, los creyentes no pueden andarse con escrúpulos al hablar de lo que ocurrió realmente en el Gólgota. Las palabras que elegimos influencian a los oyentes: “Jesús derramó su sangre por usted”, es una declaración impactante. Es también el mensaje que repite Dios en toda la Biblia.

martes, 15 de marzo de 2016

Martes: EL PELIGRO DE LA CONVERSACIÓN FRÍVOLA (Proverbios 12.13-22)

EL PELIGRO DE LA CONVERSACIÓN FRÍVOLA

Proverbios 12.13-22
13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; Mas el justo saldrá de la tribulación.
14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.
15 El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que obedece al consejo es sabio.
16 El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.
17 El que habla verdad declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño.
18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
19 El labio veraz permanecerá para siempre; Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.
20 Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal; Pero alegría en el de los que piensan el bien.
21 Ninguna adversidad acontecerá al justo; Mas los impíos serán colmados de males.
22 Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento.

Pregunte la definición de chismear, y le dirán algo acerca de esparcir rumores. Es correcto, pero no lo es todo. Chismear incluye cualquier conversación frívola o maliciosa que dañe a alguien. En otras palabras, la conversación perniciosa es un pecado universal de lo que todos hemos sido culpables.

Por ejemplo, ¿ha hecho usted alguna vez un comentario negativo acerca de la manera como se vistió una persona? ¿Le dijo a un amigo que alguien que usted conoce debiera pensar en cambiar de trabajo? ¿Hizo comentarios acerca de la vida personal de otro individuo? Permítame hacerle una última pregunta: ¿Sintió algo en su espíritu mientras hablaba? Todos estos pueden ser ejemplos de chismes, de palabras que sí dañan, a pesar de lucir inofensivas.

Los comentarios frívolos se hacen a menudo de un modo que los hace parecer como si no fueran chismes. Las personas enmascaran el chisme de tres maneras comunes: 1) en son de broma, 2) usando detalles personales de los demás “como ejemplo” y 3) disfrazando la difusión de la información como una petición de oración. Por supuesto, no toda broma o ilustración es un chisme. El cuerpo de Cristo está llamado, sin duda, a orar por quienes están enfrentando situaciones difíciles. Por tanto, debemos conocer la diferencia entre la conversación sabia y la frívola.

La diferencia está en la motivación del corazón ("Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.", Sal 19.14). La lengua se suelta fácilmente cuando la intención es arruinar la reputación de una persona o hablar de las desgracias ajenas. Por el contrario, el deseo de agradar a Dios y mostrar su gracia a nuestro prójimo, nos mueve a decir lo que es bueno para edificar ("Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.", Ef 4.29).


lunes, 14 de marzo de 2016

Lunes: LAS PALABRAS DE NUESTRA BOCA (2 Timoteo 2.23-3.5)

LAS PALABRAS DE NUESTRA BOCA

2 Timoteo 2.23-3.5
2:23 Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.
24 Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido;
25 que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad,
26 y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él.
3:1 También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos.
2 Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos,
3 sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno,
4 traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
5 que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.

Chismear es considerado un pasatiempo relativamente inofensivo, en especial, cuando se le compara con pecados como el asesinato o el adulterio. Satanás ha pintado al chisme como algo insignificante, pero si examinamos esta mentira, veremos la horrible verdad. Dios, en la Biblia, pone al chisme entre los pecados más viles (Ro 1.28-31).
Ro 1.28-31
28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;
29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;
30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,
31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;

Nada en cuanto al chisme es inofensivo. Ya sea que lo dicho dañe intencionalmente, o solo sea algo frívolo, una persona puede ser herida o avergonzada. Un amigo mío se propuso encontrarle el origen a una dañina habladuría acerca de él. Le preguntó a una persona tras otra: “¿Dónde escuchó usted eso?” Después de conversar con diecisiete pastores, descubrió a la persona que había originado el rumor. Esta persona reconoció que había especulado en voz alta en cuanto a una situación que no conocía bien. Una reacción en cadena había comenzado con un hombre que sacó una conclusión apresurada mientras conversaba con un amigo.

Aunque la víctima nunca se entere de lo que se habla a sus espaldas, el chisme siempre tiene consecuencias. Las personas que riegan cuentos revelan su condición interna: “Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Mt 12.34). De una lengua venenosa brotan la envidia, los resentimientos o el orgullo que llevan por dentro.

El chisme tiene el poder de herir, destruir reputaciones y dividir iglesias. No tenemos el derecho de dañar la vida de nadie. Dios es el único a quien debemos acudir cuando oigamos un rumor. Los que enfrentan pruebas necesitan de oración, no de lenguas que pregonen su desgracia ("Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.", Gá 6.2).