domingo, 31 de enero de 2016

Domingo: CÓMO ANDAR CON DIOS (Génesis 5:21-24)

CÓMO ANDAR CON DIOS

Génesis 5.21-24
21 Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén.
22 Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas.
23 Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años.
24 Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios.

El caminar de Enoc con Dios era tan íntimo, que la Biblia dice que “desapareció, porque le llevó Dios” (Gn 5.24). Esto implica que Enoc no murió, sino que fue llevado directamente a la presencia de Dios. ¡Qué testimonio tan maravilloso!

Al buscar seguir a Dios con esa misma pasión, reflexionemos en cuanto a ciertos “pasos” específicos que nos ayudarán a mantenernos firmes en nuestro caminar con el Señor.

Reconciliación. Esta palabra significa fundamentalmente “Dios se mueve hacia nosotros”. El gozo de este paso es que la responsabilidad no es nuestra. Por medio de la cruz de Cristo, Dios ya tomó la iniciativa de moverse en dirección nuestra ("Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.", 2 Co 5.18). Cuando venimos a Cristo, inmediatamente participamos en esa reconciliación.

Confianza en Dios. Debemos tener fe, no solo en que Dios está interesado en nuestro andar con Él, sino que también, por medio de Cristo, el Señor nos ha dado los medios para caminar estrechamente con Él.

Aceptación. Para poder apreciar la intimidad que Dios desea tener con nosotros, debemos aceptar lo que las Sagradas Escrituras enseñan acerca de su Hijo, su Palabra, la iglesia y nuestro pecado.

Comunión. Así como nuestras relaciones humanas desaparecen sin el contacto regular, nuestra intimidad con Dios se debilita si no pasamos tiempo con Él.

Caminar con Dios no es una misión imposible, pero sí requiere que prestemos especial atención a ciertos aspectos de la vida espiritual. Cuando tomamos en cuenta a Dios en todas nuestras acciones, Él nos ayuda a lo largo del camino (Pr 3.5, 6).
Pr 3.5, 6
5 Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia.
6 Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.


sábado, 30 de enero de 2016

Sábado: CÓMO MANTENER LA MIRADA PUESTA EN EL CAMINO (Salmo 25.15)

CÓMO MANTENER LA MIRADA PUESTA EN EL CAMINO

Salmo 25.15
15 Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.

¿Alguna vez ha intentado hacer una línea recta con sus huellas en la nieve? ¡No es tan fácil como parece! La mayoría de las personas lo hacen despacio y de manera firme, con la mirada en sus pies. Sin embargo, cada vez que alguien intenta dicho método, la línea termina torcida.

Cuando usted está caminando con la mirada puesta en los pies, no tiene idea de adónde va. La experiencia gira totalmente en torno a usted. No tiene perspectiva, porque no se puede ver cómo encaja en el panorama más amplio. Falta el enfoque genuino, ya que cada paso que da lo hace sobre el punto focal del último paso. No se ha visto a sí mismo como parte de un panorama más amplio. Así que simplemente anda con dificultad sobre la nieve sin un rumbo fijo.

La única manera de hacer una línea recta de huellas en la nieve es ignorar nuestros pies. En vez de esto, hay que mirar hacia adelante y detectar el poste de una cerca, un letrero en la calle, o ver un árbol a lo lejos. Luego, con los ojos fijos en ese objetivo, comenzar a caminar hacia el mismo. Si usted ha puesto su enfoque en algo fuera de sí, su camino será recto en todo momento.

Lo mismo ocurre en nuestro andar espiritual. Si vamos por la vida concentrándonos en nosotros, dejamos de ver el panorama completo, y es probable que perdamos el rumbo. Pero cuando nos enfocamos más allá de nosotros, manteniendo nuestros pensamientos y ojos espirituales en Jesucristo, podemos confiar en que el camino será recto y confiable a cada paso que demos ("Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.", Is 26.3).


 

viernes, 29 de enero de 2016

Viernes: EL GRAN PODER DE DIOS (Proverbios 19.21)

EL GRAN PODER DE DIOS

Proverbios 19.21
21 Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; Mas el consejo de Jehová permanecerá.

Un día, cuando un joven contaba una historia la cual decía: “Me había puesto una pistola en el pecho e iba a suicidarme”, comenzó diciendo. “Pero, por alguna razón, encendí el televisor y en ese momento presentaban una predica que hablaba acerca del suicidio. Después de escucharla durante un rato, supe que el Señor me estaba hablando, bajé el arma y le entregué mi vida a Jesucristo”.

No podría contar todas las historias parecidas como esta —alguien, en su desesperación, prende la radio o el televisor, y escucha una predicación que le habla directamente a su necesidad. Yo no creo ni por un segundo que lo hizo la prédica. Dios, que es todopoderoso, interviene en la vida de las personas para que sintonicen un programa que pueda ayudarles. Además, solo un Dios que controla todas las cosas es capaz de transformar a un joven desesperado en un servidor entusiasta y diligente— exactamente la clase de hombre de la historia contada al principio.

El mundo habla de accidentes y de buena y mala suerte, pero todo eso implica que somos víctimas de las circunstancias. La verdad es que Dios es soberano y que todo el mundo está bajo su control. Todo lo que nos sucede en la vida, ya sean bendiciones o pruebas, nos llega porque Dios lo ha permitido. Y en algunos casos, inclusive, permite el mal, y nos preguntamos por qué no le pone fin, pues sabemos que podría hacerlo. Pero Dios tiene un propósito, y la historia ha demostrado que Él saca el bien aun de las tragedias humanas más espantosas.




jueves, 28 de enero de 2016

Jueves: EL TRUENO DEL PODER DE DIOS (Job 26:14)

EL TRUENO DEL PODER DE DIOS

Job 26:14
14 He aquí, estas cosas son sólo los bordes de sus caminos; ¡y cuán leve es el susurro que hemos oído de Él!  Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender? 

El conocimiento más profundo y elevado que cualquier hombre sobre la tierra pudiera alcanzar con relación a la persona de Dios, siempre vendrá a ser como una simple gota de agua en comparación con el océano insondable de su infinitud e inmensidad. A pesar de que nosotros los creyentes poseemos la luz de su Palabra revelada, el conocimiento de su gracia, el testimonio fiel de su Espíritu, y la gloria desplegada de la creación, que como testigo mudo y ancestral nos grita a voz en cuello que hay un Dios en los cielos, todo eso no es más que un leve susurro en nuestro oído; un murmullo lejano que llega hasta nosotros cuando contemplamos la realidad de la inefable perfección de nuestro Dios, y las inescrutables riquezas de su gloria y sabiduría.

Job quiere que comprendamos una vez más la pequeñez del hombre en relación a la grandeza del Creador. Noten cómo él establece un contraste magistral de pensamientos, valiéndose de una lógica impecable: si ante lo poco que conocemos de su gloria revelada, que por el puro afecto de su voluntad nos ha hecho partícipes de este alto privilegio, nos sentimos estremecidos y extasiados por la grandeza de su poder, de forma tal que nuestras palabras se tornan inadecuadas e insuficientes para describir el grado de tan majestad suprema, sabiendo que todo eso constituyen, apenas, los bordes de sus caminos, ¿podríamos imaginar por un segundo qué sería ser sumergidos en las aguas inescrutables de su gloria, esplendor y perfecciones?

Con sobrada razón nos dice el texto de hoy: “… ¡Cuán leve es el susurro que hemos oído de Él! Pero el trueno de su poder, ¿quién lo puede comprender?" Nadie, absolutamente nadie podría soportar a Dios manifestándose en toda la plenitud de su gloria, su poder, su majestad y furor, como bien dice el himnólogo: ¡Alto es, no podemos jamás comprenderlo! El hombre más grande sobre esta tierra viene a ser como un insignificante pigmeo ante la magnificencia de Dios. Recordemos que el hombre fue hecho del polvo de la tierra, según se nos narra en Gn 2:7 ("Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente."); pero esa misma tierra es el estrado donde Dios descansa su pie ("ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.", Mt 5:35), es decir, de donde Dios pone sus pies, de ahí fue hecho el hombre. ¡He ahí el tamaño verdadero del hombre!

En salmos 29:3-9 se nos da una descripción gloriosa del trueno del poder de Dios en plena acción:
Voz de Jehová sobre las aguas; truena el Dios de gloria, 
Jehová sobre las muchas aguas; voz de Jehová con potencia; 
Voz de Jehová con gloria; voz de Jehová que quebranta los cedros; 
Quebrantó Jehová los cedros del Líbano; los hizo saltar como becerros; 
Voz de Jehová que derrama llamas de fuego; voz de Jehová que hace temblar el desierto; 
Hace temblar Jehová el desierto de Cades; voz de Jehová que desgaja las encinas, 
Y desnuda los bosques; en su templo todo proclama su gloria. 

Y todo eso sigue siendo los bordes de sus caminos y el leve susurro que oímos de Él. Amén

 

miércoles, 27 de enero de 2016

Miércoles: LA GRANDEZA DE DIOS: NUESTRA FUENTE DE CONSUELO (Salmo 89.1-10)

LA GRANDEZA DE DIOS: NUESTRA FUENTE DE CONSUELO

Salmo 89.1-10
1 Las misericordias de Jehová cantaré perpetuamente; De generación en generación haré notoria tu fidelidad con mi boca.
2 Porque dije: Para siempre será edificada misericordia; En los cielos mismos afirmarás tu verdad.
3 Hice pacto con mi escogido; Juré a David mi siervo, diciendo:
4 Para siempre confirmaré tu descendencia, Y edificaré tu trono por todas las generaciones. Selah
5 Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Jehová, Tu verdad también en la congregación de los santos.
6 Porque ¿quién en los cielos se igualará a Jehová? ¿Quién será semejante a Jehová entre los hijos de los potentados?
7 Dios temible en la gran congregación de los santos, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.
8 Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿Quién como tú? Poderoso eres, Jehová, Y tu fidelidad te rodea.
9 Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.
10 Tú quebrantaste a Rahab como a herido de muerte; Con tu brazo poderoso esparciste a tus enemigos.

El sincero clamor de David pidiendo ayuda llena los Salmos. Sus oraciones eran una mezcla de peticiones y de adoración que recordaban la grandeza de Dios. Orar con el reconocimiento de los maravillosos atributos de Dios nos recuerda que Él tiene poder, sabiduría y compasión para suplir nuestras necesidades.
  • “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?”  (Sal 139.7). Dios está presente en todas partes. No está limitado por el tiempo o el espacio, lo que significa que nunca hemos tomado un respiro fuera de su presencia. Incluso cuando nos sentimos solos o sin amigos, no lo estamos porque la presencia de Dios cubre al mundo.
  • “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (Sal 147.5). Dios lo sabe todo. Cuando nos arrodillamos para orar, Él ya está consciente de los sentimientos y de las necesidades que vamos a expresarle. Por eso, podemos estar seguros de que cuando le pidamos dirección, nos dará la guía clara si estamos sometidos a su voluntad.
  • “En el cual [Dios] no hay mudanza, ni sombra de variación” (Stg 1.17). El carácter de Dios es siempre el mismo. Puesto que Él será siempre fiel, confiable y misericordioso, podemos poner nuestra confianza en el Señor en cualquier circunstancia.
Cuando recordamos un atributo de Dios que responde a nuestra necesidad, hacemos del Señor el centro de nuestra oración. Cuando incluimos alabanzas en nuestras oraciones, terminamos pidiendo menos, adorando mejor y recibiendo más por haber puesto énfasis en lo realmente importante.

martes, 26 de enero de 2016

Martes: CÓMO SERVIR A DIOS (Tito 3.5-8)

CÓMO SERVIR A DIOS

Tito 3.5-8
5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador,
7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
8 Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres.

Cuando se nos presentan oportunidades de servir a Dios, no siempre reaccionamos de la manera que Él merece. Quizás por pensar que nuestra agenda está muy saturada o por sentirnos poco capaces.

Estas respuestas cierran la puerta antes de que sepamos si el Señor quiere o no que la atravesemos. Quizás nunca ha pensado que negarse a servir a Dios es idolatría, pero eso es doblegarse a sí mismo en vez de someterse a Él.

El Señor quiere que sus siervos estén dispuestos, primero, a hacer lo que sea; y después, a buscar conocer su plan específico para ellos. Dios dota de manera especial a sus seguidores para que le sirvan conforme a su voluntad. Pero cuando ya hemos decidido que no podemos hacerlo, que no lo haremos, o que no estamos bien preparados, estamos actuando entonces de acuerdo con nuestra voluntad, y eso no está bien.

Usted puede servir al Señor como buen padre, o como quien habla del evangelio a sus compañeros de trabajo, o como amigo que escucha a quienes estén sufriendo. No hay ninguna restricción en lo que Dios puede hacer con un ayudador dispuesto. El poder de su Espíritu supera las limitaciones humanas. ¿No se siente usted lo suficientemente valiente? Dios puede cambiar eso. ¿No tiene las aptitudes adecuadas? Dios puede cambiar eso.

Dejar las excusas es lo más sabio que podemos hacer para servir a Dios. Confíe en que el Señor le capacitará para hacer lo que Él le pida, y que se ocupará de dotarle y prepararle debidamente (Ef 2.10; 2 Ti 3.16, 17). Lo único que Él le pide es que diga “sí”.

Ef 2.10
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

2 Ti 3.16, 17
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,
17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

lunes, 25 de enero de 2016

Lunes: CÓMO DESARROLLAR NUESTRAS CONVICCIONES (Jeremías 17.5-8)

CÓMO DESARROLLAR NUESTRAS CONVICCIONES

Jeremías 17.5-8
5 Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.
6 Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.
7 Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová.
8 Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.
La bellota necesita nutrientes y tiempo para convertirse en un árbol grande y resistente. Asimismo, las personas desarrollamos convicciones sólidas mediante el estudio dedicado de la Biblia y la oración. ¿Está usted listo para plantarse firmemente en la verdad bíblica? He aquí cómo hacerlo.

La bellota necesita nutrientes y tiempo para convertirse en un árbol grande y resistente. Asimismo, las personas desarrollamos convicciones sólidas mediante el estudio dedicado de la Biblia y la oración. ¿Está usted listo para plantarse firmemente en la verdad bíblica? He aquí cómo hacerlo.

Haga una lista de los asuntos en los que necesita formarse una convicción. Estas son algunas preguntas que le ayudarán a comenzar:
  • ¿Considera a la Biblia verdadera y confiable?
  • ¿Cree que Jesucristo es el único camino para ser salvo?
  • ¿Cuál es el papel del Espíritu Santo?
  • ¿Debemos perdonar a los demás en todas las situaciones?
  • ¿Cómo deben ver los cristianos el dinero?
  • ¿Cuál es su propósito en la vida?
  • ¿Cuál es su papel en la iglesia local y en su trabajo?
  • ¿Qué piensa con respecto a la homosexualidad, el aborto y el racismo?
Mi esperanza es que estas preguntas le ayuden a reflexionar en cuanto a sus filosofías personales. Si hay algo que necesita cambiar, estudie la Biblia, y haga de la Palabra de Dios la base de su pensamiento. Una concordancia le llevará a los pasajes bíblicos que tienen que ver con los temas antes mencionados. Evalúe lo que dice la Biblia, en vez de ver cualquiera de esos asuntos con el lente de su opinión personal.

Después de saber lo que Dios dice, tome la decisión de creerle y de vivir de acuerdo con sus preceptos ("Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.", Stg 1.6). Arráiguese en la Palabra de Dios, y sea llamado uno de sus robles de justicia ("a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.", Is 61.3).


domingo, 24 de enero de 2016

Domingo: LA PROMESA DE VIDA ETERNA (1 Juan 5.5-12)

LA PROMESA DE VIDA ETERNA

1 Juan 5.5-12
5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.
7 Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
8 Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.
9 Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.
10 El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
11 Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Nuestra sociedad está obsesionada con la longevidad. Aunque el deseo de tener una vida larga y buena es natural, es también limitado. Si bien la Biblia nos exhorta a tener una vida consagrada a Él en el presente, también nos recuerda que los creyentes seguiremos viviendo mucho tiempo después de que este mundo ya no exista.

No hay píldora o dieta que pueda prolongar nuestros días sobre la Tierra más allá del número que el Señor ha dispuesto. Pero hay una manera de vivir para siempre en un hogar perfecto, con un cuerpo perfecto, haciendo lo que sacia al alma. Cuando creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios, y confiamos en Él como nuestro Salvador, recibimos el regalo de la vida eterna. Los creyentes tendrán toda la eternidad para servir al Señor y tener comunión con Él.

Aunque tenemos la promesa de un lugar en el cielo, la vida eterna no consiste en un lugar. El verdadero valor de tener un alma que jamás morirá es que estaremos siempre en la presencia de Dios. Para aquellos que rechacen la oferta de vida eterna con el Señor, hay una alternativa llamada infierno. Las almas que terminan allí sufren un destino terrible: sufrimiento y separación total del Dios vivo. Después de la muerte, no hay misericordia o gracia que pueda tender un puente entre el cielo y el infierno. El asunto debe arreglarse mientras estemos en la Tierra ("27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,", He 9.27).

La vida eterna está asociada irrevocablemente con la persona de Jesucristo. Como escribió Juan: “El que tiene al Hijo, tiene la vida” (1 Jn 5.12). Llegar a la vejez con salud es un objetivo loable, pero nada es más importante que recibir al Salvador y el don de la eternidad en su presencia.



sábado, 23 de enero de 2016

Sábado: TIEMPO DE DIFICULTAD (Salmo 46.2-11)

TIEMPO DE DIFICULTAD

Salmo 46.2-11
2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah
4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.
6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra.
7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah
8 Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra.
9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego.
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

En esta vida, los tiempos de dificultad son inevitables. Algunos sufren la pérdida de seres queridos. Otros son acusados injustamente por algo que no han hecho. Hay muchos, también, que padecen enfermedades atroces. En fin, la lista de dificultades es inmensa, pero solamente podemos hallar consuelo en un lugar.

El pasaje de hoy nos habla de grandes calamidades; algunas de ellas ocasionadas por la naturaleza, y otras por la obra del ser humano (vv. 2, 6). Nos sentimos desconcertados en medio de estas pruebas, pero el versículo 10 nos dice a quién tenemos que acudir: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. En nuestro mundo moderno lleno de tecnología y responsabilidades, nos resulta difícil hacer una pausa para orar. Sin embargo, la clave para vencer las dificultades radica en confiar en Aquel que está en control de todo.

En vez de tratar de resolver el problema solos, o de culpar a otros, tenemos que aprender a esperar, mientras vemos cómo Dios actúa para sacarnos de las dificultades ("Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.", Is 64.4). Esto significa que debemos dedicar tiempo para estar a solas en oración con nuestro Señor, meditar en su Palabra y escuchar su voz. Nuestra naturaleza humana nos hace tratar de arreglarlo todo con nuestras propias fuerzas, pero el Señor nos exhorta a ser pacientes y a esperar en Él. También nos dice que debemos someternos de tal forma que lleguemos a reconocer que su plan es mejor que el nuestro.

¿Cómo responde cuando la dificultad llega a su vida? Puede ver estos problemas como una oportunidad más para crecer en su fe y en la relación que tiene con el Padre celestial. Cualquiera sea la circunstancia que atraviese, debe dedicar tiempo para escuchar la voz de Dios.



viernes, 22 de enero de 2016

Viernes: DAR CON SACRIFICIO (2 Corintios 8.1-5)

DAR CON SACRIFICIO

2 Corintios 8.1-5
1 Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia;
2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad.
3 Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas,
4 pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos.
5 Y no como lo esperábamos, sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego a nosotros por la voluntad de Dios;

En la escuela primaria aprendimos a restar: sustraíamos y teníamos menos que al comienzo. Pero, contrariamente a las leyes de la matemática, Dios nos dice que si damos recibiremos más a cambio: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” (Lc 6.38).

El plan de Dios en cuanto al dar requiere que dependamos de su revelación, no de nuestra razón. La lógica nos dice que debemos ver cuánto ganamos antes de decidir cuánto podemos diezmar. Pero la Biblia dice que todas las riquezas son del Señor, y que debemos darle los primeros frutos de nuestro trabajo (Dt 10.14; 18.4, 5) (*). Cuando obedecemos, confiamos en que Él cuidará de nosotros, lo que a veces significará ignorar lo que tiene lógica, humanamente hablando. Pero Dios no siempre nos da de la manera que esperamos y confiamos, sino que satisface nuestras necesidades y nos bendice de la forma que Él sabe que será mejor para nosotros.
Dt 10.14
14 He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella.
Dt 18.4, 5
4 Las primicias de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la lana de tus ovejas le darás;
5 porque le ha escogido Jehová tu Dios de entre todas tus tribus, para que esté para administrar en el nombre de Jehová, él y sus hijos para siempre.

Cuando enfrentamos circunstancias difíciles de tipo económico, podemos sentirnos tentados a justificar la acumulación de nuestro dinero. Pero Dios, que entiende la situación perfectamente, exige que le demos no de lo que nos sobra, sino de lo que nos falta. La iglesia de Macedonia, por ejemplo, dio con generosidad a pesar de que estaba teniendo gran tribulación (2 Co 8.2). Esto agradó al Señor, porque estaban dando con fe.

Pídale a Dios que le diga qué quisiera Él que usted diera, y que le dé la valentía para obedecer. Después de hacerlo, espere con entusiasmo sus bendiciones.


*****
La ofrenda es una acto de adoración. Es una actividad ejercida sólo por creyentes, los que han aceptado a Cristo como Salvador. 

Los incrédulos no adoran a Dios, por eso no entienden el privilegio de soportar la obra). 
~~ Perspectiva agregada por el administrador del blog ~~


jueves, 21 de enero de 2016

Jueves: LA BENDICIÓN DE DAR (1 Timoteo 6.17-19)

LA BENDICIÓN DE DAR

1 Timoteo 6.17-19
17 A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas la s cosas en abundancia para que las disfrutemos.
18 Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos;
19 atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.

Cuanto más entendido sea alguien en una actividad, más la disfrutará. Por ejemplo, si una orquesta toca una hermosa composición, un buen músico la disfrutará más que una persona que no tenga el oído entrenado. Puede sorprenderle saber que lo mismo sucede con el dar.

Dios tiene muchas razones para pedirnos que demos. Primero, al devolver una parte de nuestro dinero al Señor, estamos reconociendo que todo lo que tenemos le pertenece a Él ("Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados.", Sal 50.10). Segundo, dar es una manera de obedecer ("cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.", Dt 16.17). Tercero, cuando damos para un ministerio o para ayudar a los necesitados, participamos en la obra del reino, lo cual es motivo de alegría. Cuarto, nuestra ofrenda le permite a Dios revelar su carácter; cuando mostramos generosidad, Él provee fielmente para nuestras necesidades y nos bendice con abundancia ("Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre ", 2 Co 9.8). El principio “no podemos superar a Dios en generosidad” es una gran verdad.

Pero dar involucra más que nuestro dinero. Dios nos ha bendecido con talentos, tiempo, recursos y numerosas oportunidades para compartir con los demás. Es importante confiar en la guía del Espíritu Santo; así sabremos qué, a quiénes y cuánto debemos dar.

Recuerde que el Señor nos da constantemente salvación, consuelo, aliento, respiración, vida e innumerables bendiciones más. Estamos en deuda con Él, y por eso debemos darle, no por obligación, sino por gratitud y alegría ("Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre ",2 Co 9.7). Pídale a Dios que le revele todo egoísmo o estorbo que le esté impidiendo dar —y que le ayude a ser un mejor dador.

miércoles, 20 de enero de 2016

Miércoles: ORAR CON CONFIANZA (1 Juan 5.14, 15)

ORAR CON CONFIANZA

1 Juan 5.14, 15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

La oración es el recurso más poderoso que tenemos para producir cambios. Pero muchas veces nos sentimos inseguros en cuanto a nuestras peticiones al Señor.

Podemos orar con confianza cuando formamos parte de la familia de Dios ("Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;", Jn 1.12). Al recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Dios se convierte en nuestro Padre celestial y, por tanto, escucha nuestras oraciones (1 Jn 5.14).

Además, podemos orar confiadamente si lo hacemos de acuerdo con la voluntad de Dios. Ciertas cosas no están en el plan de Dios, como la mentira, el engaño y las acciones impulsadas por el orgullo o la ira (vea Pr 6.16-19 (*); "Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.", Col 3.8). Asuntos insignificantes como los colores que usemos, o de sentido común como el uso del cinturón de seguridad, quedan a nuestra discreción. Pero ¿qué de los deseos que tenemos?
(*) = Pr. 6:16-19
16 Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma:
17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio

Para conocer la voluntad de Dios, nuestro espíritu tiene que estar sometido a Él ("Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.", Stg 4.7). Antes de recibir respuesta, debemos estar dispuestos a aceptar su plan, aunque eso implique renunciar a lo que deseamos.
Estudiemos la Biblia, donde la voluntad de Dios se revela por medio de mandamientos y principios. 2 Timoteo 3.16, 17 nos dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia . . .”.
Debemos depender del Espíritu Santo para que nos ayude a orar de acuerdo con los propósitos del Señor ("Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.", Ro 8.26).
Haga que sus oraciones tímidas se vuelvan valientes, alineándolas con la voluntad de Dios, y recuerde que Él quiere decirle “sí” a sus hijos.




martes, 19 de enero de 2016

Martes: LA ORACIÓN A LA MANERA DE DIOS (Lucas 18.1-8)

LA ORACIÓN A LA MANERA DE DIOS

Lucas 18.1-8
1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,
2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.
3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,
5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.
6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.
7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?
8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Nos gusta que las cosas sean sencillas: seguir algunos pasos, y alcanzar el resultado elegido. La oración, sin embargo, no puede ser reducida a una simple fórmula. No es una actividad estática, donde la repetición de ciertas palabras trae la solución deseada. Es una comunicación permanente con el Padre celestial que implica escuchar, hablar y actuar de acuerdo con lo que Él nos diga.

Dios ha prometido responder las oraciones de sus hijos, pero normalmente espera antes de respondernos, y lo hace por muchas razones.

Preparación. A veces, Dios tiene que prepararnos para que podamos recibir lo que quiere darnos. Podemos tener algunas actitudes o comportamientos fuera de su voluntad ("Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.", Stg 4.3). Él se ocupará de ellos antes de concedernos nuestra petición.

Crecimiento espiritual. El Señor puede usar la demora para poner a prueba nuestra fe o hacer más profunda nuestra relación con Él.

Momento oportuno. El cronograma de Dios normalmente no coincide con el nuestro. El Señor sabe lo que quiere lograr en nuestra vida espiritual y en nuestra relación con Él. Podemos confiar en que Dios hará buen uso del tiempo que hay entre nuestra petición y su respuesta.

Dios incluye la demora como parte de la vida de oración del creyente. En ciertas situaciones, tenemos que seguir clamando como lo hizo la viuda perseverante, antes de que Dios nos responda (vea Lc 18.1-8).

Jesús nos llama a “pedir, buscar y llamar” —un estilo de vida caracterizado por la confianza en la promesa de Dios de responder a sus hijos. ¿Qué tan perseverante es usted?


lunes, 18 de enero de 2016

Lunes: LA ORACIÓN BÍBLICA (Mateo 7.7-12)

LA ORACIÓN BÍBLICA 

Mateo 7.7-12
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

Dios quiere que sus hijos pidan lo que está en sus corazones, porque Él se deleita en dar. Aun más, quiere tener comunión con nosotros. ¡Qué gozo podemos tener cada vez que nos reunimos con nuestro Padre celestial mediante la oración!

El privilegio de la oración se basa en la relación que tenemos con Dios por medio de su Hijo Jesucristo. Solo quienes somos parte de la familia de Dios podemos decir que Él es nuestro Padre ("Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;", Jn 1.12), y recibir respuesta a la oración. Él no promete esto a los incrédulos. La única excepción es el pecador que pide perdón y recibe a Jesucristo como su Salvador y Señor. Su oración siempre es respondida con la salvación, conforme a su promesa ("que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.", Ro 10. 9).

En el Sermón del monte, Jesús usa tres verbos para describir la oración: pedir, buscar y llamar. Note la progresión en la intensidad: petición, búsqueda y acción. La oración es más que presentar peticiones a Dios. Implica buscar que su voluntad guíe nuestras súplicas. Significa “tocar la puerta” explorando diferentes soluciones, y recibir el consejo piadoso para ayudarnos a determinar el sentir de nuestro Señor. Jesucristo prometió que recibiremos y encontraremos, y que Dios nos abrirá la puerta. Tenemos su garantía de que el Señor responderá, y lo que Él hace es bueno.

Orar es sencillo, pero a veces nos resulta difícil hacerlo. Tratamos diferentes métodos, pero a menudo nos sentimos insatisfechos, y nos preguntamos si nuestras oraciones están teniendo algún efecto. Pídale al Señor que le enseñe más acerca de la oración bíblica. Ponga en práctica lo que aprenda, ¡y espere su respuesta con confianza!



domingo, 17 de enero de 2016

Domingo: UNA LECCIÓN SOBRE LA PODA (Juan 15.1-4)

UNA LECCIÓN SOBRE LA PODA

Juan 15.1-4
1 Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo:
2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan.
3 Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
4 Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

(Historia de experiencia personal)
Hace algunos años viví en Fruitland, Carolina del Norte. Era una región manzanera, y varios de mis feligreses eran agricultores. Una vez me detuve a visitar a uno de ellos, y su esposa me dijo que él estaba en la granja. Fui a verlo, y lo encontré cortando las ramas de uno de los árboles. Sin pensar, le dije: “¡Vas a matar a ese árbol!” Él se dio vuelta, y me ha dijo: “Pastor, encárguese usted de predicar, y déjeme a mí la poda”.

Este hombre y yo nos hicimos amigos, y fue él quien me enseñó el porqué de la poda. Para producir una cosecha abundante de la mejor fruta, tenía que cortar el árbol como lo hacía. Aunque podía parecer que el árbol iba a morir, era precisamente de las heridas de donde saldrían nuevos retoños. Nuestras pláticas me ayudaron a entender por qué el Señor actúa a veces como una operación de poda en la vida de las personas.

Para obtener una cosecha abundante de fruto espiritual, nuestro Padre celestial tiene que quitar todo lo que nos distraiga o desvíe de su servicio. El procedimiento es a menudo doloroso. Sé que he gritado: “¿Más, Señor?” cuando ha usado el “hacha” conmigo. Pero el resultado es siempre beneficioso; soy un mejor y más auténtico reflejo de Jesucristo después que Dios corta de mí un hábito carnal o una actitud mundana.

Ser amado por Dios no significa que seremos mimados; su interés principal no es que nos sintamos cómodos. El agricultor debe podar el manzano para lograr una cosecha abundante. Igualmente, Dios permite a veces que sintamos dolor para poder producir mayor crecimiento y más fruto espiritual en nosotros.



sábado, 16 de enero de 2016

Sábado: COMPLETAMENTE DISPONIBLE (Mateo 5.13-16)

COMPLETAMENTE DISPONIBLE

Mateo 5.13-16
13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres.
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.

Hágase esta pregunta: ¿Qué clase de luz soy? ¿Está su brillo un poco apagado, al punto tal que resulta difícil verlo, a menos que alguien esté prestando mucha atención? ¿O es usted la clase de luz que ilumina todo cuando entra en una habitación? Como cristianos, debemos “brillar” con intensidad, no importa dónde estemos. Aunque una llama sea pequeña, si es fuerte ilumina toda una habitación.

La poca visión puede opacar nuestro brillo, y eso puede hacer que perdamos bendiciones. Antes de aceptar cooperar con el Señor, podemos pensar que tenemos que saber exactamente lo que Él piensa hacer. Pero hemos sido llamados solamente a ser embajadores fieles que confían en que su Espíritu hará el resto de la obra en el corazón de las personas. Dios nos dice: “No me des una agenda; simplemente confía en mí. Observa lo que hago, a mi manera y en mi tiempo, y verás lo que sucede”.

Como creyente, usted es alguien especial. Y como miembro de la familia de Dios, en usted mora su Espíritu; su luz es el resplandor interior que hay en su vida. En cuanto al beneficio para el reino, su vida tiene un potencial inimaginable. No tiene idea de las cosas increíbles que Dios puede hacer —ya sea en el lugar de trabajo, la escuela, o con la familia, vecinos o amigos— por medio de su disposición de hacer brillar la luz de su gran amor.

Si usted se pone de rodillas y ora, diciendo: “Señor, estoy disponible; haz lo que quieras con mi vida, y muéstrame lo que debo hacer”, puede tener la seguridad de que Él le indicará el siguiente paso. Dios está dispuesto y listo para actuar en la vida de cualquier persona que decida estar disponible para Él.



viernes, 15 de enero de 2016

Viernes : INSTRUIR EN LA PIEDAD (Deuteronomio 4.9, 10)

INSTRUIR EN LA PIEDAD

Deuteronomio 4.9, 10
9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
10 El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb, cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán a sus hijos;
 
Nuestro deseo como padres cristianos es ayudar a nuestros hijos a convertirse en hombres y mujeres de Dios. Queremos que sepan que el Señor tiene un plan para ellos, y que son responsables ante Él.

Recuerdo que enseñé a mis hijos, desde muy pequeños, estas importantes verdades, porque quería que su manera de pensar y sus decisiones fueran conformes a los preceptos de la Biblia. Después de declararles la voluntad de Dios, les decía que tendrían que rendir cuentas al Señor por sus conductas, como lo hacían con su madre y conmigo. Si los niños creen que su responsabilidad es solo con sus padres, cuando no estén con mamá y papá es probable que piensen que no tienen que responder ante nadie más.

Cuando mis hijos objetaban mis decisiones, les decía que hablaran con su Padre celestial al respecto. Con el tiempo, desarrollaron la costumbre de hablar las cosas con Él. Esta enseñanza se volvió muy importante en sus años de adolescencia. En vez de darles un rápido “no” a algunas de sus peticiones, les decía: “Pregúntenle a Dios qué quiere que hagan. Lo que ustedes decidan, yo lo aceptaré”. Sabía que era arriesgado, pero tenía que confiar en el Señor, y darles a mis hijos la oportunidad de practicar lo que les había estado enseñando: que eran responsables ante Dios.

Instruir en la piedad comienza antes de que los niños tengan una relación personal con Cristo. Debemos continuar el proceso siendo modelos de rectitud toda la vida. Los niños necesitan conocer el plan del Señor para ellos, y saber que son responsables ante Él. También necesitan padres que intercedan en oración a favor de ellos delante del Señor.


jueves, 14 de enero de 2016

Jueves: INSTRUYAMOS A NUESTROS NIÑOS (Proverbios 22.6)

INSTRUYAMOS A NUESTROS NIÑOS

Proverbios 22.6
6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Desde temprana edad, los niños observan la conducta de los adultos que los rodean. ¡Qué maravillosa oportunidad de influenciar a la nueva generación para Cristo! ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos sabiamente? Podemos comenzar invirtiendo tiempo en ellos. Los niños necesitan de la compañía de sus padres. Ya sea teniendo actividades al aire libre, leyendo juntos o conversando tranquilamente, podemos ser modelos de una vida cristiana.

Escuchar atentamente es otra parte de la educación de nuestros hijos. Para inclinarlos a hacer el bien, tenemos que saber lo que están pensando; en otras palabras, lo que es importante para ellos y lo que les molesta.

Proteger a los niños por medio de la disciplina es otro aspecto de la educación que le agrada al Señor. Si se hace con amor, les ayudará a entender lo sabio de los límites que Dios ha puesto y la importancia del dominio propio.

También es necesario que reconozcamos nuestros errores, ya que la honestidad ayuda a los niños a acercarse más a los padres. Si parecemos perfectos, los niños tendrán dificultades para confesarnos sus faltas. Quizás el aspecto más importante de la instrucción sea el amor incondicional. Mi madre me amaba siempre, obtuviera o no buenas calificaciones en la escuela. Por el gran amor que me tenía, yo trataba de hacer lo que a ella le resultaba grato.

Instruir a un niño en la piedad requiere la ayuda de padres, familiares, maestros y amigos cristianos. Busque oportunidades para pasar tiempo con sus hijos, saber qué piensan y demostrarles el amor que les tiene Cristo. Ser un modelo de piedad cristiana podrá influenciarlos para el Señor.



miércoles, 13 de enero de 2016

Miércoles: LA MUERTE DESPUÉS DEL PARTO (Salmos 14:1)

LA MUERTE DESPUÉS DEL PARTO

Salmos 14:1
Dice el necio en su corazón: No hay Dios.

Amados, si hay una actitud cargada de necedad en el corazón del hombre ignorante e incrédulo es cuando él insiste inútilmente en negar la existencia de Dios. Hay un escritor húngaro que ilustró este hecho maravillosamente, presentando un contraste entre la actitud del hombre ateo e incrédulo y la expectativa de la vida del creyente, a través de la figura de dos niños que conversaban animadamente en el vientre materno sobre la vida después del parto.  Permítanme utilizar este escrito, pues lo encontré sumamente interesante e ilustrativo y no pude resistir la tentación de compartirlo con ustedes:

En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
 - ¿Tú crees en la vida después del parto?
 - Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
 - ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
 - No lo sé, pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
 - ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
 - Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
 - Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
 - Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
 - ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella ahora?
 - ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
 - ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
 - Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... 

Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

Como ese bebé, hay muchas personas que tienen la misma perspectiva estrecha y negativa sobre realidades trascendentes y espirituales que ellos no conocen, ni entienden y ni les interesa saber. La verdad es que, como el segundo bebé, albergamos la esperanza de una gloriosa realidad después del parto de la muerte, y que no todo se circunscribe a este término de espacio y tiempo que llamamos “la vida terrenal”. Y como esa madre que cuida a sus hijos mientras están la matriz hasta el feliz alumbramiento, así Dios cuida a cada uno de sus hijos hasta el momento en que saltemos a aquella novedad de vida, la vida eterna, a través del túnel de la muerte o en la segunda venida de Cristo. 

Sí, nuestro Dios es real; y sí, hay vida después de esta vida. Amén.



martes, 12 de enero de 2016

Martes: NUESTRO MEJOR AMIGO (Juan 15.9-17)

NUESTRO MEJOR AMIGO

Juan 15.9-17
9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
17 Esto os mando: Que os améis unos a otros

Para algunos cristianos el Señor Jesús es Salvador, Señor y Maestro, pero pocas veces Amigo. Podemos tener dificultad para entender el concepto, pero para Él no. Una vez que seamos capaces de entender qué clase de compañero es, nos daremos cuenta de que una vida verdaderamente gozosa solo es posible al tener su amistad.

Él nos acepta. Su aceptación incondicional significa que podemos acercarnos al Señor, incluso con toda nuestra sucia carga de pecado. Su intención no es dejarnos en nuestro estado presente.

Él nos acompaña en nuestras pruebas. La promesa de Dios de que nunca nos dejará ni desamparará se repite a lo largo de toda la Biblia ("Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.", Dt 31.6; "Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré;", He 13.5). Esa promesa es real para cada creyente, gracias a la compañía del Espíritu Santo, quien actúa como nuestro Consolador y amigo fiel durante los momentos dolorosos.

Él nos responde. El Señor no tiene necesidad de dormir, comer o irse de vacaciones. A diferencia de los humanos, nunca está demasiado ocupado para suplir nuestras necesidades o dar respuesta a nuestras oraciones.

Él nos escucha. Podemos hablarle de nuestras dudas, tristezas y alegrías, pues desea que acudamos a Él. Todo lo que le digamos —incluso con gritos y lágrimas— será recibido con la garantía de que Él nos ama, tiene un plan para nosotros y nos auxiliará cuando sea necesario. El Señor hace más que simplemente escuchar: habla por medio de la Biblia. En la Palabra de Dios, encontraremos su respuesta a cada circunstancia que enfrentemos.

Como dice el antiguo himno: “¡Oh qué amigo nos es Cristo!”

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https://m.youtube.com/watch?v=NwXJCbICYWw

Oh qué amigo nos es Cristo


¡Oh, qué amigo nos es Cristo!
El llevó nuestro dolor,
Y nos manda que llevemos
Todo a Dios en oración.
¿Vive el hombre desprovisto
De paz, gozo y santo amor?
Esto es porque no llevamos
Todo a Dios en oración.

¿Vives débil y cargado
De cuidados y temor?
A Jesús, refugio eterno,
Dile todo en oración.
¿Te desprecian tus amigos?
Cuéntaselo en oración;
En sus brazos de amor tierno
Paz tendrá tu corazón.

Jesucristo es nuestro amigo,
De esto prueba nos mostró,
Pues sufrió el cruel castigo
Que el culpable mereció.
El castigo de su pueblo
En su muerte El sufrió;
Cristo es un amigo eterno,
¡Sólo en El confío yo!