LA FUENTE DE NUESTRA ESPERANZA
Tito 2.11-14
11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres,
12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente,
13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,
14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
Hay muchas opiniones variadas en cuanto a quiénes irán al cielo. Hay quienes creen que la conducta ética y el carácter moral son la clave para ser aceptados por Dios. Otros, aunque reconocen sus pecados, dicen que el esfuerzo por superarse les hará aceptables. Un tercer grupo cree que estará excluido del cielo por las malas decisiones del pasado.
Ninguna de estas opiniones se ajustan a lo que asegura la Palabra de Dios. La Biblia nos dice claramente que el carácter y la conducta no determinarán nuestro destino eterno (Ef 2.8, 9); la barrera entre nosotros y Dios es nuestra naturaleza pecaminosa. Romanos 5.12 enseña que el pecado de Adán y Eva en el huerto del Edén hizo que toda la humanidad naciera muerta a las cosas de Dios, y bajo sentencia de condenación. Ninguna cantidad de buenas obras podrá cambiar nuestra naturaleza pecaminosa, ni tampoco podrá empeorar nuestra mala conducta.
Ef 2.8, 9
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
9 no por obras, para que nadie se gloríe.
Sin la ayuda directa de Dios viviríamos sin ninguna esperanza; la entrada al cielo nos estaría vetada, y nuestro destino eterno sería la separación eterna del Señor. Pero el Padre celestial tenía un plan para nuestra naturaleza corrompida, y para llevarnos al cielo con Él. Envió a su Hijo Jesús como nuestro sustituto, quien tomó voluntariamente sobre sí nuestros pecados, y recibió el castigo que merecíamos. Lo que no éramos capaces de hacer, Dios lo hizo por nosotros, de modo que ahora, por la fe en Jesucristo, tenemos la seguridad de que viviremos para siempre con el Señor.
Saber que iremos al cielo da esperanza y significado a nuestra vida. Hablemos a los demás del Señor Jesús, la fuente de nuestra esperanza.
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