sábado, 23 de enero de 2016

Sábado: TIEMPO DE DIFICULTAD (Salmo 46.2-11)

TIEMPO DE DIFICULTAD

Salmo 46.2-11
2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar;
3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah
4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.
5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.
6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra.
7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah
8 Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra.
9 Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra. Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego.
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
11 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

En esta vida, los tiempos de dificultad son inevitables. Algunos sufren la pérdida de seres queridos. Otros son acusados injustamente por algo que no han hecho. Hay muchos, también, que padecen enfermedades atroces. En fin, la lista de dificultades es inmensa, pero solamente podemos hallar consuelo en un lugar.

El pasaje de hoy nos habla de grandes calamidades; algunas de ellas ocasionadas por la naturaleza, y otras por la obra del ser humano (vv. 2, 6). Nos sentimos desconcertados en medio de estas pruebas, pero el versículo 10 nos dice a quién tenemos que acudir: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. En nuestro mundo moderno lleno de tecnología y responsabilidades, nos resulta difícil hacer una pausa para orar. Sin embargo, la clave para vencer las dificultades radica en confiar en Aquel que está en control de todo.

En vez de tratar de resolver el problema solos, o de culpar a otros, tenemos que aprender a esperar, mientras vemos cómo Dios actúa para sacarnos de las dificultades ("Ni nunca oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.", Is 64.4). Esto significa que debemos dedicar tiempo para estar a solas en oración con nuestro Señor, meditar en su Palabra y escuchar su voz. Nuestra naturaleza humana nos hace tratar de arreglarlo todo con nuestras propias fuerzas, pero el Señor nos exhorta a ser pacientes y a esperar en Él. También nos dice que debemos someternos de tal forma que lleguemos a reconocer que su plan es mejor que el nuestro.

¿Cómo responde cuando la dificultad llega a su vida? Puede ver estos problemas como una oportunidad más para crecer en su fe y en la relación que tiene con el Padre celestial. Cualquiera sea la circunstancia que atraviese, debe dedicar tiempo para escuchar la voz de Dios.



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