ORAR CON CONFIANZA
1 Juan 5.14, 15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.
15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
La oración es el recurso más poderoso que tenemos para producir cambios. Pero muchas veces nos sentimos inseguros en cuanto a nuestras peticiones al Señor.
Podemos orar con confianza cuando formamos parte de la familia de Dios ("Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;", Jn 1.12). Al recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, Dios se convierte en nuestro Padre celestial y, por tanto, escucha nuestras oraciones (1 Jn 5.14).
Además, podemos orar confiadamente si lo hacemos de acuerdo con la voluntad de Dios. Ciertas cosas no están en el plan de Dios, como la mentira, el engaño y las acciones impulsadas por el orgullo o la ira (vea Pr 6.16-19 (*); "Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.", Col 3.8). Asuntos insignificantes como los colores que usemos, o de sentido común como el uso del cinturón de seguridad, quedan a nuestra discreción. Pero ¿qué de los deseos que tenemos?
(*) = Pr. 6:16-19
16 Seis cosas aborrece Jehová, Y aun siete abomina su alma:
17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre inocente,
18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, Los pies presurosos para correr al mal,
19 El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos. Amonestación contra el adulterio
Para conocer la voluntad de Dios, nuestro espíritu tiene que estar sometido a Él ("Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.", Stg 4.7). Antes de recibir respuesta, debemos estar dispuestos a aceptar su plan, aunque eso implique renunciar a lo que deseamos.
Estudiemos la Biblia, donde la voluntad de Dios se revela por medio de mandamientos y principios. 2 Timoteo 3.16, 17 nos dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia . . .”.
Debemos depender del Espíritu Santo para que nos ayude a orar de acuerdo con los propósitos del Señor ("Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.", Ro 8.26).
Haga que sus oraciones tímidas se vuelvan valientes, alineándolas con la voluntad de Dios, y recuerde que Él quiere decirle “sí” a sus hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario