jueves, 31 de diciembre de 2015

Jueves: LA BIBLIA: LA VOZ DE DIOS HOY (2 Timoteo 3.16)

LA BIBLIA: LA VOZ DE DIOS HOY

2 Timoteo 3.16
16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,

Dios habló en los tiempos bíblicos de muchas maneras dramáticas. Pero, a pesar de que el Señor sigue hablando hoy, sus métodos han cambiado. Por tanto, no podemos esperar que hable con voz audible o que envíe a un mensajero angelical cada vez que tenga algo que decir. Debemos aprender a percibir su voz hoy.

El Padre celestial nos habla principalmente por medio de su Palabra escrita: En la Biblia tenemos su revelación completa. No le falta nada que debamos añadirle. ¿Por qué razón? Porque Él ya ha revelado perfectamente su Palabra a quienes dirigió para que la escribieran. Este no es un libro escrito por seres humanos, pues el Espíritu Santo inspiró literalmente su verdad en la mente de hombres fieles, para que pudieran ponerla por escrito (2 Ti 3.16).

La Biblia es la manera que tiene Dios de hablarle a nuestras necesidades, inquietudes, angustias y preocupaciones. Muchas veces, cuando tenemos problemas, vamos aquí o allá para hablar con un amigo o un consejero. Todo eso está bien y es bueno, y es verdad que el Padre nos habla a través de personas piadosas. Pero es a su Palabra donde debemos acudir primero.

El Señor nos ha dado este Libro para que podamos conocer su voluntad, lo cual exige que sistemáticamente dediquemos tiempo a su Palabra. Si usted abre la Biblia solo cuando tiene una pregunta o una emergencia, nunca tendrá una visión amplia de lo que Dios quiere decirle.

La Biblia es un tesoro de los pensamientos de Dios. Dedíquele tiempo cada día, comenzando hoy, para encontrar en ella nuevas verdades y discernimiento para la vida.



miércoles, 30 de diciembre de 2015

Miércoles: ¿QUIÉN ES ESTE JESÚS? (Mateo 16.13-16)

¿QUIÉN ES ESTE JESÚS?

Mateo 16.13-16
13 Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
14 Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.
15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

En toda la historia, nadie ha tenido una influencia más grande  que Jesucristo, pero muchas personas simplemente no entienden quién es en realidad. Algunos creen que su vida comenzó en un pesebre en el antiguo pueblo de Belén, pero, lo cierto es que Él había existido desde hacía mucho tiempo antes ("Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.", Jn 8.58). Como miembro de la Trinidad, Jesús es el Hijo eterno de Dios, lo que significa que no tiene principio ni fin ("En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.", Jn 1.1). Su nacimiento en Belén no fue más que su entrada física al mundo que Él creó.

El Señor Jesús era el Mesías largamente esperado, que vino al mundo para llevar a cabo la misión que le había dado su Padre. En cierto momento, Él preguntó a sus discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mt 16.15). Esta es la pregunta que cada uno de nosotros debe responder. No hay término medio cuando se trata de resolver quién es Jesús, porque el Señor dijo que Él es el único camino al Padre ("Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.", Jn 14.6).

En Mateo 16.16, cuando Pedro respondió: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, Jesús le dijo que el Padre le había revelado esta verdad (v. 17). Nosotros, también, necesitamos la ayuda de Dios para comprender quién es Jesús. La mejor manera de entenderlo es analizando su nacimiento, vida y ministerio, tal como están recogidos en las Sagradas Escrituras.

Saber simplemente lo que dice la Biblia acerca de Jesús, no es suficiente. Después que usted llega a saber quién es Él, y qué vino a hacer, debe responder: ¿Qué hará con Jesús? Escuchar la verdad y rechazarla es suicidio espiritual, pero quienes creen y aceptan a Jesucristo, reciben vida eterna.




martes, 29 de diciembre de 2015

Martes: EN LA ESCUELA DE LA FE (Mateo 16.6-12)

EN LA ESCUELA DE LA FE

Mateo 16.6-12
6 Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
7 Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.
8 Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
9 ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?
11 ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?
12 Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.

El Señor Jesús pasó mucho tiempo alimentando la fe  de sus discípulos, porque sabía que eso sería esencial para las tareas que tendrían por delante. Durante más de tres años asistieron a una escuela de fe con Jesús como su instructor, y con las Sagradas Escrituras como libro de texto. A veces, Cristo utilizó instrucción verbal, pero enseñó muchas lecciones por medio de demostraciones. Sanó a enfermos, echó fuera demonios, alimentó a miles y calmó el mar. La enseñanza a los discípulos incluyó pruebas que revelaban si creían realmente que Jesús era el Mesías.

A veces, la comprensión de los discípulos era lenta, pero Cristo nunca se dio por vencido. Los amonestó cuando demostraron falta de confianza ("Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?", Mr 4.40), y elogió sus señales de progreso (Mt 16.15-17(*)). Su objetivo era establecer firmemente su fe para que Él pudiera realizar su trabajo en y por medio de ellos. Después de su ascensión, mandó a los discípulos a difundir el evangelio de la salvación hasta los lugares más remotos de la Tierra. Sin fe, habrían fracasado.
(*) - Mt 16.15-17
15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

El Señor tiene para nosotros el mismo objetivo de aumentar nuestra fe para que podamos hacer la obra que Él nos ha encomendado. Si nuestra fe es grande, Él logrará cosas sorprendentes por medio de nosotros. El Señor nos utiliza solo en la medida que confiemos en Él.

El desarrollo de la fe es vital para el creyente; por tanto, Dios espera que creamos lo que la Biblia dice acerca de Él, y que pongamos en Él nuestra confianza en medio de las pruebas, no en nuestra propia sabiduría. Cada vez que le creemos al Señor, aumenta nuestra fe.



lunes, 28 de diciembre de 2015

Lunes: PARA ANDAR CON CONFIANZA (Hebreos 11.1-31)

PARA ANDAR CON CONFIANZA

Hebreos 11.1-31
1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de loys que le buscan.
7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.
8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;
10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.
12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
13 Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.
14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver.
16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.
17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito,
18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras.
21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón.
22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.
23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,
26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.
28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.
29 Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
30 Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días.
31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.

El viernes (http://devocionaltemprano.blogspot.com/2015/12/viernes-el-deseo-amoroso-de-dios-1.html) aprendimos que el deseo del Señor es que andemos por fe. Sin embargo, si reflexionamos sinceramente en cuanto a nuestra vida, la mayoría de nosotros descubrirá ciertos aspectos en los que nos resulta difícil tener confianza. Algunos días es más fácil renunciar al control, mientras que en otros nos apresuramos a tomar las circunstancias en nuestras manos.

Felizmente, nuestro Padre celestial es paciente y amoroso. Su Palabra enseña que la santificación es el proceso de hacernos santos, no solo el resultado final. Los niños son un magnífico ejemplo de cómo funciona esto. Cuando aprenden a caminar, empiezan agarrándose de algo, se levantan, y luego dan un paso. Inevitablemente se caerán, y en ese momento los ayudamos a levantarse para que puedan seguir andando. Asimismo, Dios nos muestra cómo vivir conforme a nuestra fe en Él, aunque cometeremos errores. Caerse y levantarse de nuevo es parte del proceso de aprendizaje.

El Señor nos enseña que tenemos un rol en el aprendizaje. Nuestra responsabilidad es estudiar las Sagradas Escrituras para conocer el carácter de Dios y sus promesas. Al hacer esto nuestra confianza en Él crece, lo que nos permite tomar decisiones que exigen que creamos y nos apoyemos en el Señor. Cuando damos un paso por fe y experimentamos la ayuda y la fidelidad de Cristo, nuestra confianza aumenta.

Piense en las respuestas, acciones y decisiones que tomó la semana pasada. ¿Cuántas de ellas fueron guiadas por el Espíritu Santo? ¿Y cuántas fueron reacciones humanas hechas con autosuficiencia? Vivir con confianza en Cristo exige fe y acción. Si usted permite que Él le dirija, su fe crecerá.



domingo, 27 de diciembre de 2015

Domingo: EL DADOR SUPREMO (Romanos 11.33-36)

EL DADOR SUPREMO

Romanos 11.33-36
33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!
34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?
35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

En medio de todos los preparativos, de toda la ornamentación, y de todas las celebraciones de la temporada navideña, tenemos que apartar tiempo para reflexionar en cuanto a los regalos divinos que cambiaron para siempre el curso del destino humano. Cuando ese pequeño bebé entró en nuestro mundo en Belén, se desencadenó desde el cielo el primero de un flujo interminable de bendiciones.

Nos enfocamos, por lo general, en el regalo del Padre, el cual dio a su Hijo para ser el Salvador del mundo ("Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.", 1 Jn 4.14). Pero los tres miembros de la Trinidad tuvieron parte en este despliegue divino de generosidad que continuará hasta la eternidad. El Señor Jesús vino a ofrecer su vida en rescate por muchos, y después de su muerte y resurrección, Él y el Padre enviaron al Espíritu Santo para morar dentro de los creyentes para siempre ("Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.", Mr 10.45; "Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:", Jn 14.16; "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré.", Jn 16.7). El Espíritu, a su vez, da dones espirituales a todos los creyentes y produce su maravilloso fruto en sus vidas (1 Co 12.7-11; Gá 5.22, 23).
1 Co 12.7-11
7 Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho.
8 Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu;
9 a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu.
10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.
11 Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.

Gá 5.22, 23
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Pero estos regalos divinos no terminan en la Tierra. Seguirán en el cielo cuando el Señor evalúe a los cristianos y les recompense por las buenas obras que jamás habrían podido hacer sin el poder de Él (1 Co 3.13, 14(*); "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.", Jn 15.5). Todo el mérito y la gloria pertenecen a Cristo; sin embargo, el Señor cubrirá de alabanzas, por gracia, a los suyos ("Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.", 1 Co 4.5).
(*) - 1 Co 3.13
13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.

Adoramos a un Dios compasivo y generoso. Piense en el derramamiento continuo de bendiciones desde su trono, y pregunte: ¿Cómo responderé hoy? Él no necesita nada de usted, pero quiere ser parte suya —no para controlarle, sino para mostrarle las “abundantes riquezas de su gracia en su bondad” (Ef 2.4-7).
Ef 2.4-7
4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
7 para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.



sábado, 26 de diciembre de 2015

Sábado: LA NAVIDAD: UN TIEMPO PARA DAR (Lucas 2.1-20)

LA NAVIDAD: UN TIEMPO PARA DAR

Lucas 2.1-20
1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado.
2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad.
4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David;
5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta.
6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento.
7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.
8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor.
10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo:
11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
15 Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.
16 Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre.
17 Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño.
18 Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
19 Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
20 Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

La Navidad es una de las celebraciones más gozosas, ya que durante este tiempo la gente es más generosa que en cualquier otra época del año. La práctica de dar no es una tradición reciente pues comenzó en la primera Navidad, cuando nació el Señor Jesús, el regalo más maravilloso que ha existido. Todos los personajes de la historia tuvieron algo para dar.
  • Cuando María se sometió al plan de Dios, de ser la madre de Cristo, dio su cuerpo para ser la primera morada del Salvador encarnado (Lc 1.30-38).
  • También renunció a su buena reputación para cumplir con el llamado del Señor a su vida.
  • José dio su amor y su protección a María, y al niño que no era suyo (Mt 1.18-25).
  • Un ángel dio el anuncio del nacimiento del Mesías a unos humildes pastores que cuidaban sus rebaños durante la noche.
  • Una hueste celestial de ángeles ofreció alabanza y gloria a Dios.
  • Los pastores dieron el primer testimonio personal acerca del Mesías.
  • Los reyes magos renunciaron a sus comodidades para buscar al recién nacido Rey y obsequiarle regalos dignos de un rey (Mt 2.1-11).
A primera vista, puede parecer que estos regalos pertenecen solo a la primera Navidad, pero cada uno tiene una aplicación para nosotros hoy.

Lea la lista otra vez. ¿Qué regalos podría darle usted a Cristo hoy? Tal vez necesite someterse a su voluntad, o soportar malentendidos para obedecerle. ¿Y qué de los demás? ¿Quién necesita su protección, amor, o quizás buenas nuevas de salvación en Cristo?

Mt 1.18-25
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo:
23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.
25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.

Mt 2.1-11
1 Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
2 diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
3 Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
4 Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
6 Y tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, Que apacentará a mi pueblo Israel.
7 Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
8 y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.
9 Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
10 Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
11 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.



viernes, 25 de diciembre de 2015

Viernes: EL DESEO AMOROSO DE DIOS (1 Timoteo 2.1-8)

EL DESEO AMOROSO DE DIOS

1 Timoteo 2.1-8
1 Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres;
2 por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad.
3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.
5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,
6 el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
7 Para esto yo fui constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad.
8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

En la lectura de hoy,  Pablo está hablando acerca de adoración y oración. Pero las está usando para presentar una verdad aun mayor: el deseo de Dios de bendecirnos. Puede ser fácil volvernos complacientes en nuestra fe. Hasta podemos comenzar a pensar que, de algún modo, somos merecedores del amor de Dios. Pero el amor de Dios por nosotros —su venida como hombre para morir por nuestros pecados— tiene que ver con quién es Él, no con quienes somos nosotros.

Dios desea que toda la humanidad sea salva (v. 4). La salvación implica no solo la obra del Señor de liberarnos de la muerte eterna, sino también de darnos vida eterna. Cuando Él mira nuestro corazón, no ve nada que le motive a salvarnos —no hay ninguna virtud o bondad en nosotros.

Pero nuestro Padre decidió salvarnos porque nos ama ("Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,", Ef 2.4). Sus hijos son trofeos de su gracia, la cual Él puede señalar en beneficio de todas las generaciones venideras (v. 7). Los seres humanos somos únicos por la capacidad que tenemos de experimentar la gracia de Dios. La gracia no puede tocar a los ángeles caídos, y los que no cayeron no la necesitan.

Al experimentar la misericordia del Señor en nosotros, también llevamos a cabo su obra. En consecuencia,  podemos ver la bondad de Dios y darle gloria. Es por eso que tenemos la responsabilidad de ser un reflejo de nuestro Padre celestial ("Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.", Mt 5.14).

En esta semana, mientras se prepara para celebrar el nacimiento de nuestro Salvador, piense en el amor que Él le tiene —un amor tan grande que le llevó a morir en su lugar.



jueves, 24 de diciembre de 2015

Jueves: DESCANSAR EN JESÚS (Isaías 26.2-4)

DESCANSAR EN JESÚS

Isaías 26.2-4
2 Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades.
3 Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
4 Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos.

Las guerras, las crisis económicas y las responsabilidades diarias, son solo algunas fuentes comunes de estrés que encontramos. Si nos detenemos a pensar mucho en estas cosas, la ansiedad nos abrumará.

El Señor nos dice qué es lo que debemos hacer. Jesús nos aseguró que aunque enfrentaríamos dificultades, podríamos descansar en Él ("Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.", Jn 16.33). Pero no podemos confiar en alguien que no conocemos. Por esta razón, debemos primero procurar saber quién es Él.

La verdad de la Biblia es el lugar perfecto para comenzar. Por ejemplo, nuestro Dios es Señor y Dueño. Él es omnipresente, omnisciente, fiel y poderoso. Ama incondicionalmente y ofrece el perdón a todos los que confiamos en su Hijo como Salvador. Nos adopta como sus hijos, y quiere lo mejor para la vida de cada uno, tanto así que nos corrige cuando desobedecemos. Y además, desea que lo amemos más que a todos y que a todo en este mundo.

Conocer estas verdades es solo el comienzo. Como en cualquier relación, el tiempo propicia la familiaridad. Podemos leer la Biblia, orar, meditar en la Palabra de Dios y escuchar en silencio que su Espíritu hable a nuestro corazón. Esto nos ayudará a entender cómo piensa Él. Además, ver la manera como obra Dios en la vida de los demás, nos ayudará a conocer sus caminos.

Jesús es fiel, y Él le ofrece descanso en medio de un mundo turbulento. Quiere que usted ponga sus cargas sobre Él y que experimente su paz. ¿Conoce usted a este Dios maravilloso? Saque tiempo diariamente para estar en su presencia y conocerle más y más.


miércoles, 23 de diciembre de 2015

Miércoles: INTIMIDAD CON DIOS (Juan 15.12-15)

INTIMIDAD CON DIOS

Juan 15.12-15
12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado.
13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.

Dios, a veces, nos parece muy lejano. En esos momentos nos preguntamos qué tan involucrado está en nuestra vida. Es entonces cuando debemos confiar en lo que ha dicho en las Sagradas Escrituras.

Por ejemplo, Salmo 139.13-17 dice que el Señor nos formó en el vientre de nuestra madre; Él nos ama incondicionalmente y tiene planes de prosperar nuestra vida espiritual a través de su Hijo ("estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;", Fil 1.6). Estas verdades nos confirman que Dios nos conoce mejor que nadie.
Sal. 139.13-17
13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.
15 No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
16 Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas.
17 ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!

La vida del Señor Jesús es otro testimonio del deseo de Dios de relacionarse con nosotros. El Señor siempre buscó a los que estaban lejos para invitarlos a acercarse a Él. Dio palabras de aliento a sus discípulos y a otros seguidores, les enseñó las profundas verdades que había recibido de su Padre ("Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió.", Jn 7.16), y los responsabilizó de sus acciones. Invitó a algunos a acompañarles en sus profundas experiencias personales, como en la transfiguración y la última noche en Getsemaní ("Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.", Mr. 9.2; Mt 26.36, 37). Todo esto revela una amistad verdadera.
Mt 26.36, 37
36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

La muerte de Jesús en la cruz hizo posible que pasáramos a formar parte de la familia de Dios. El Espíritu Santo, el guía y compañero que mora en todo creyente, da testimonio también de la cercanía de Dios y de lo bien que nos conoce.

Dios ha hecho posible que tengamos intimidad con Él, pero nosotros a menudo no queremos. Por causa de los intereses terrenales le damos mayor prioridad a nuestros familiares y amigos. Dispóngase a poner a Dios en primer lugar, y búsquelo con todo su corazón ("Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento.", Mr 12.30).






martes, 22 de diciembre de 2015

Martes: UNA RELACIÓN CON DIOS (1 Juan 4.7-10)

UNA RELACIÓN CON DIOS

1 Juan 4.7-10
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Una relación cercana se caracteriza por un vínculo estrecho entre dos personas, y el interés por el bienestar mutuo. En otras palabras, los conocidos nos conocen poco, pero los verdaderos amigos conocen nuestros pensamientos, sentimientos y deseos más profundos.

Dios, que es santo y perfecto, ha deseado siempre esa relación con el hombre, pero el pecado hizo que eso pareciera imposible. Para empezar, porque todos nos hemos rebelado contra su autoridad, y merecemos el castigo de la muerte ("por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,", Ro 3.23; "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", 6.23). Pero, más que eso, porque nacimos con una naturaleza corrupta heredada de Adán ("He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.", Sal 51.5). Ni buenas obras ni valores morales pueden borrar eso.

Solo Dios podía remediar la situación. Su solución fue cambiar nuestra naturaleza para que pudiéramos ser parte de su familia. Para que se cumpliera su justicia, solo un sacrificio perfecto podía pagar nuestros pecados ("No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios.", Dt 17.1). Alguien que no tuviera una naturaleza pecaminosa tenía que morir en nuestro lugar y pagar la deuda. El único que calificaba para esto era Jesús, el Dios-hombre perfecto, quien dio su vida por nosotros ("Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.", He 4.15) para que pudiéramos tener una relación con el Padre. Nuestra amistad con Dios se logró con un alto precio para Él: la muerte de su amado Hijo.

Dios hizo todo lo necesario para hacernos parte de su familia, y para que nos relacionemos con Él. ¿Tiene usted esta relación con el Padre por la obra de salvación de Jesús? Si no es así, nazca hoy espiritualmente recibiendo a Cristo como su Salvador personal. En esta época de Navidad, descubra los regalos de la libertad, la satisfacción y el gozo que se encuentran únicamente en Él.




lunes, 21 de diciembre de 2015

Lunes: NUESTRO SALVADOR (Isaías 53)

NUESTRO SALVADOR

Isaías 53
1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?
2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.
3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.
4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.
9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.
10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.
12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Por medio del pasaje bíblico de hoy, vemos que los judíos esperaban un Salvador. Pero Jesús no parecía el Mesías que esperaban.

El pueblo imaginaba a un monarca fuerte que gobernaría a su nación con poder terrenal, pero el Señor era un siervo que pasaba tiempo con los marginados. Esperaban un hombre que pondría fin a la persecución de Israel; pero murió como un delincuente, y advirtió a sus seguidores que no serían aceptados por el mundo. No es de extrañar, entonces, que el pueblo judío lo rechazara. No se ajustó a la clase de rey que querían, pues fue mucho más de lo que entendieron.

Todos estaremos algún día delante de Dios, y por nuestra iniquidad seríamos indignos de permanecer en su presencia. Su juicio del pecado será la muerte, una atroz existencia eterna, apartados de Él. Esto fue lo que le fue advertido a Adán en Génesis 2.17: que si pecaba, moriría. Pero Jesús llevó nuestro pecado para que cualquiera que ponga su fe en Él pueda tener vida eterna (Jn 3.16). Cristo decidió sufrir nuestro castigo —Dios hecho hombre experimentó voluntariamente la muerte de un criminal para que pudiéramos vivir para siempre en su presencia. Jesús fue “el camino” (14.6) que permitió a Dios satisfacer su justicia y al mismo tiempo amar a su pueblo.
Jn 3.16
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

El regalo de salvación es gratuito. No exige nada de nuestra parte, salvo nuestra aceptación y entrega. ¿Ha aceptado usted la muerte del Señor Jesús en la cruz como expiación por su pecado? La muerte del Redentor lleva a la vida, y aunque Él no garantiza un camino fácil, sí promete estar con usted siempre.




domingo, 20 de diciembre de 2015

Domingo: SIN AVERGONZARSE DE COMPARTIR EL EVANGELIO (2 Timoteo 1.6-12)

SIN AVERGONZARSE DE COMPARTIR EL EVANGELIO

2 Timoteo 1.6-12
6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio,
11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles.
12 Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.

El apóstol Pablo comprendía la enorme responsabilidad que tenía al haberle sido confiado el anunciar el evangelio. Puesto que consideraba a este llamado una mayordomía de la que un día rendiría cuentas al Señor, estuvo dispuesto a sufrir por causa de Cristo para cumplir la tarea. Como creyentes, tenemos esta misma obligación de llevar el evangelio a cualquier persona que Dios ponga en nuestra vida.

El apóstol Pablo se sentía obligado a hablar a las personas acerca de Cristo. De hecho, él dijo: “Ay de mí si no lo hago” (1 Co 9.16). Sin importar cómo lo trataban, no se avergonzaba del mensaje de Cristo. El profeta Jeremías tuvo una experiencia semejante (Jer 20.7-9). Aunque se convirtió en el hazmerreír de todos y fue perseguido por comunicar el mensaje del Señor acerca del juicio venidero, descubrió que el no hablar le creaba una sensación interior peor, como un fuego en sus huesos (v. 9).
Jer 20.7-9
7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.
8 Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día.
9 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.

Es posible que no queramos amonestar a las personas sobre el juicio de Dios por temor a alejarlas de Él. Pero, en realidad, los perdidos ya están alejados del Señor y necesitan escuchar su ofrecimiento de perdón. Pablo estuvo dispuesto a morir por proclamar el mensaje, pero nosotros muchas veces no estamos dispuestos siquiera a enfrentar un poco de vergüenza a fin de compartir nuestra fe.

Estamos rodeados de personas hambrientas, y no saben de qué. Pero nosotros tenemos la respuesta a su necesidad, y la responsabilidad de darla. Nunca se avergüence de dar la mejor noticia que se haya ofrecido a la humanidad. Ella tiene el poder de cambiar el destino eterno de una persona.


sábado, 19 de diciembre de 2015

Sábado: LA RAZÓN DE NUESTRA AUDACIA (Filipenses 1.19, 20)

LA RAZÓN DE NUESTRA AUDACIA

Filipenses 1.19, 20
19 Porque sé que por vuestra oración y la suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi liberación,
20 conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.

Aunque la mayoría de los cristianos están familiarizados con el evangelio, muchos son reacios a hablar de su fe porque no se sienten capaces de explicarla a otra persona. Cuando nos falta confianza en nuestro conocimiento de la salvación por medio de Jesucristo, el temor a las reacciones negativas o a las preguntas pueden impedirnos abrir la boca.

Pero recordemos que Dios nos ha dado el mensaje más importante que existe. Puesto que enfrentamos muchas filosofías antibíblicas, y existe mucho engaño religioso, necesitamos tener claro el evangelio, y ser capaces de presentarlo con confianza y denuedo. No podemos dejar que el temor o la ignorancia nos impidan darle a un mundo perdido el único mensaje que puede cambiar el destino eterno de una persona.

El apóstol Pablo recibía con agrado cualquier oportunidad para hablar de Cristo, porque se centraba en el poder transformador del evangelio, no en las reacciones negativas que podía encontrar. A menudo, la razón por la que nos avergonzamos de hablar de nuestra fe es nuestra preocupación por nosotros mismos. Pero si prestamos atención a las personas que están en nuestro entorno, si expresamos interés sincero por ellas, y si le pedimos a Dios que nos abra puertas para compartir nuestra fe, Él responderá nuestra oración.

Tendemos a interesarnos por actividades que se desvanecen con el tiempo. Pero las almas son eternas y las personas necesitan conocer al Salvador. Busque oportunidades para alcanzar a quiénes están cerca de usted. Cuando las necesidades de otras personas conmuevan su corazón, usted estará deseoso de presentarles el evangelio.

viernes, 18 de diciembre de 2015

Viernes: EL DIOS QUE HABLA (Hebreos 1.1, 2)

EL DIOS QUE HABLA

Hebreos 1.1, 2
1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

Dios ha estado hablando de diversas maneras a lo largo de la historia. Sus profetas fueron inspirados por el Espíritu Santo para proclamar y escribir sus palabras, pero su máxima expresión vino por medio de su Hijo. Hoy, la mayoría de los creyentes reconocen que Dios habla básicamente a través de su Palabra escrita, pero la voz que dicta la Biblia no ha cesado. Mediante su Espíritu, el Señor se comunica con todo creyente que le escucha con un corazón abierto y receptivo. 

Haga una pausa para pensar en lo maravilloso que es tener un Dios que le hable —no simplemente una divinidad distante que da órdenes y reprende desde el cielo, ¡sino una que realmente quiere conversar con usted! ¿Por qué razón el Señor de la creación está dispuesto a hacer todo lo posible para comunicarse personalmente con usted? Porque: 

  • Le ama y desea relacionarse con usted. 
  • Quiere que le conozca personalmente mediante una comunicación íntima. 
  • Anhela animarle a confiar en Él. Cuando usted ve que las palabras de Dios se cumplen, su fe se fortalece. 
  • Quiere guiarle. El Señor tiene un propósito maravilloso para su vida, y está dispuesto a guiar sus decisiones y acciones para que pueda experimentar todo lo que Él ha dispuesto para usted. 

En nuestro ajetreado mundo es fácil dejar de apreciar el privilegio inmenso que tenemos de comunicarnos con Dios. Si estamos demasiado ocupados o distraídos para escuchar, nos privaremos de las riquezas de una relación con Dios que está al alcance solo de quienes tienen oídos y corazones receptivos.


jueves, 17 de diciembre de 2015

Jueves: EL ABANDONO DE LA VIDA EGOCÉNTRICA (Jonás 4)

EL ABANDONO DE LA VIDA EGOCÉNTRICA

Jonás 4
1 Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó.
2 Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.
3 Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.
4 Y Jehová le dijo: ¿Haces tú bien en enojarte tanto?
5 Y salió Jonás de la ciudad, y acampó hacia el oriente de la ciudad, y se hizo allí una enramada, y se sentó debajo de ella a la sombra, hasta ver qué acontecería en la ciudad.
6 Y preparó Jehová Dios una calabacera, la cual creció sobre Jonás para que hiciese sombra sobre su cabeza, y le librase de su malestar; y Jonás se alegró grandemente por la calabacera.
7 Pero al venir el alba del día siguiente, Dios preparó un gusano, el cual hirió la calabacera, y se secó.
8 Y aconteció que al salir el sol, preparó Dios un recio viento solano, y el sol hirió a Jonás en la cabeza, y se desmayaba, y deseaba la muerte, diciendo: Mejor sería para mí la muerte que la vida.
9 Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte.
10 Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció.
11 ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?

La vida egocéntrica del creyente está caracterizada por costumbres, actitudes y relaciones que no está dispuesto a dejar. No entregar esas cosas al Señor les da a las personas una sensación de independencia muy apreciada en nuestra cultura de hoy. Sin embargo, cuando vivimos para el “yo”, estorbamos el propósito de Dios. Él quiere que cada aspecto de nuestra vida esté rendido a su voluntad.

Jonás confundió libertad con rebeldía. El cuarto capítulo de su historia contiene la dramática imagen del profeta lleno de odio. Le hirvió la sangre cuando Dios tuvo misericordia de los ninivitas. “Tengo razón para enojarme hasta la muerte”, dijo enfurecido (v. 9 LBLA). Dios lo había usado para salvar a más de 120.000 almas, pero Jonás estaba furioso porque deseaba que fueran destruidas.

Libertad no es lo mismo que autonomía. Solo hay una libertad verdadera: andar en plena obediencia al Señor. Jonás obedeció con su cuerpo, pero no con su corazón. Su amargura demuestra que aferrarse tercamente a nuestro “yo” es una trampa para el espíritu. Las malas actitudes son un impedimento para avanzar. Por eso, Dios está resuelto a hacernos libres de cualquier estorbo.

Lamentablemente, Jonás se resistió a todos los intentos del Señor de romper su orgullo. Los creyentes tenemos el derecho de decidir hacer nuestra voluntad por encima del sometimiento a Dios, pero el costo de hacerlo es alto. Es posible que suframos un colapso emocional como el profeta, o que Dios nos niegue oportunidades para servir. Sean cuales sean las consecuencias, una cosa es segura: la autonomía nos hará perder la bendición de la intimidad con el Señor, y nada es de más valor que esa relación.


miércoles, 16 de diciembre de 2015

Miércoles: QUEBRANTAMIENTO POR REBELDÍA (Jonás 1)

QUEBRANTAMIENTO POR REBELDÍA 

Jonás 1
1 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo:
2 Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.
4 Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.
5 Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.
6 Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.
7 Y dijeron cada uno a su compañero: Venid y echemos suertes, para que sepamos por causa de quién nos ha venido este mal. Y echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás.
8 Entonces le dijeron ellos: Decláranos ahora por qué nos ha venido este mal. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres?
9 Y él les respondió: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.
10 Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
11 Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.
12 El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.
13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos.
14 Entonces clamaron a Jehová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.
15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.
17 Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.

La historia que contamos a los niños sobre Jonás y la ballena presenta al profeta de una manera muy optimista. Después de estar tres días en el vientre del pez, se arrepiente y se va contento a Nínive. Fin de la historia.

El relato bíblico tiene los mismos componentes (una tormenta, un gran pez, unos ninivitas arrepentidos), pero un contexto totalmente diferente. Desde el momento en que Jonás decidió huir, hasta el final del libro, su corazón estuvo en rebeldía contra Dios.

Nínive eran un pueblo conocido por su agresividad y su crueldad. Por ser enemigos de Israel, Jonás tenía buenas razones para odiarlos. Pero Dios amaba a los ninivitas y deseaba su arrepentimiento. Sin embargo, la difícil tarea de predicarles también tenía el propósito de quebrantar el espíritu insensible de Jonás, el cual prefería morir antes que ver salvado al enemigo ("Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida.", Jon 4.3).

Dios anhelaba moldear el carácter del profeta para que reflejara el de Él; quería un siervo obediente y misericordioso, pero Jonás se resistía siempre. El orgullo y el odio lo hacían cada vez más rebelde. Notemos que, aunque convino en ir a Nínive, no se arrepintió. Pero no podía engañar a Dios; Él sabía que el corazón de Jonás seguía siendo duro. Por eso, cuando los ninivitas se regocijaron por la salvación, lo consumía la amargura. La angustia emocional y mental fueron precios muy altos a pagar por la rebeldía.

¿Qué le está impidiendo a usted servir al Señor plenamente? Es probable que Él esté tratando de quebrantarle de alguna manera. El proceso es doloroso, pero es por su bien y para la gloria de Dios. Confíe en Él.