UNA RELACIÓN CON DIOS
1 Juan 4.7-10
7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.
8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.
10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.
Una relación cercana se caracteriza por un vínculo estrecho entre dos personas, y el interés por el bienestar mutuo. En otras palabras, los conocidos nos conocen poco, pero los verdaderos amigos conocen nuestros pensamientos, sentimientos y deseos más profundos.
Dios, que es santo y perfecto, ha deseado siempre esa relación con el hombre, pero el pecado hizo que eso pareciera imposible. Para empezar, porque todos nos hemos rebelado contra su autoridad, y merecemos el castigo de la muerte ("por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,", Ro 3.23; "Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", 6.23). Pero, más que eso, porque nacimos con una naturaleza corrupta heredada de Adán ("He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.", Sal 51.5). Ni buenas obras ni valores morales pueden borrar eso.
Solo Dios podía remediar la situación. Su solución fue cambiar nuestra naturaleza para que pudiéramos ser parte de su familia. Para que se cumpliera su justicia, solo un sacrificio perfecto podía pagar nuestros pecados ("No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios.", Dt 17.1). Alguien que no tuviera una naturaleza pecaminosa tenía que morir en nuestro lugar y pagar la deuda. El único que calificaba para esto era Jesús, el Dios-hombre perfecto, quien dio su vida por nosotros ("Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.", He 4.15) para que pudiéramos tener una relación con el Padre. Nuestra amistad con Dios se logró con un alto precio para Él: la muerte de su amado Hijo.
Dios hizo todo lo necesario para hacernos parte de su familia, y para que nos relacionemos con Él. ¿Tiene usted esta relación con el Padre por la obra de salvación de Jesús? Si no es así, nazca hoy espiritualmente recibiendo a Cristo como su Salvador personal. En esta época de Navidad, descubra los regalos de la libertad, la satisfacción y el gozo que se encuentran únicamente en Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario