martes, 30 de agosto de 2016

Miércoles: LA SENDA DE LA BONDAD DE DIOS (Salmo 25.4-15)


LA SENDA DE LA BONDAD DE DIOS

Salmo 25.4-15

4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas.
5 Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día.
6 Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetuas.
7 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; Conforme a tu misericordia acuérdate de mí, Por tu bondad, oh Jehová.
8 Bueno y recto es Jehová; Por tanto, él enseñará a los pecadores el camino.
9 Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.
10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios.
11 Por amor de tu nombre, oh Jehová, Perdonarás también mi pecado, que es grande.
12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.
13 Gozará él de bienestar, Y su descendencia heredará la tierra.
14 La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.
15 Mis ojos están siempre hacia Jehová, Porque él sacará mis pies de la red.

A pesar de que el Señor derrama su bondad sobre todas las personas, la capacidad de percibirla y disfrutarla está limitada por la negativa a adorarle como Dios. Para experimentar la plenitud de su bondad, debemos honrarlo eligiendo el camino de la sumisión y la obediencia a Él. El Señor jamás negará el bien a los que andan en integridad con Él.

Con amor y sabiduría, el Padre ha creado específicamente una senda para cada uno de sus hijos. Porque no hay dos personas iguales, cada senda se verá diferente. Lo que puede ser mejor para una persona, puede no ser bueno para otra. La comparación de los caminos de Dios en vidas diferentes solo conducirá al desaliento y a hacer juicios equivocados. No tenemos ni la sabiduría ni la perspectiva para entender por qué el Señor conduce a algunas personas por sendas de dolor y adversidades, pero podemos saber que Él siempre es bueno.

Cada paso en la senda de Dios representa una decisión deliberada de seguirlo. Por mirar a nuestro alrededor en vez de fijar nuestra mirada en Jesús, podemos pensar que nos estamos perdiendo de algunas experiencias o cosas realmente buenas. Si dejamos la senda del Señor para seguir un camino que se ve mejor, perderemos sus buenas bendiciones y descubriremos, como Adán y Eva, que cualquier otro camino lleva a la perdición.

Tome tiempo para preguntarse regularmente: ¿Estoy en la senda que el Señor ha elegido para mí, o he tomado un desvío para seguir otra dirección que parece buena?Hacernos nuestro propio camino y hacer caso omiso de la bondad y la abundancia de su senda es una locura. Solo Dios conoce el camino que debemos tomar.

----
Ps. C. Stanley

Martes: LA SANTIFICACIÓN: EL GRANDIOSO PLAN DE DIOS (Jeremías 29.11)

LA SANTIFICACIÓN: EL GRANDIOSO PLAN DE DIOS
 
Jeremías 29.1111 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
El Padre celestial tiene un plan grandioso para la vida de cada uno de sus hijos, y puede resumirse en la palabra santificación. Si usted nunca ha estado seguro del significado del término, no es el único; muchas personas no tienen clara su definición. Pero los creyentes debemos entenderlo, pues esa palabra nos define.

En su forma verbal —santificar— el término significa “hacer santo” o “apartar”. Por eso, cuando algo es santificado es apartado de su uso común anterior y dedicado a propósitos sagrados. El Antiguo Testamento menciona varias cosas que el Señor santificó, entre ellas: el séptimo día y  la tribu de Leví como sacerdotes, e incluso consagró lugares como el lugar santísimo dentro del tabernáculo ("Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.", Gn 2.3; Nm 3).

El Padre celestial sigue santificando a personas en el presente. Antes de que alguien ponga su fe en el Salvador, esa persona está muerta espiritualmente y, en realidad, es enemiga de Dios (Ef 2.1-3; "Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.", Ro 5.10). Pero en el momento que decide confiar en Jesucristo, sus pecados son borrados y es adoptado en la familia de Dios. Esa persona es apartada como un hijo de Dios, con un propósito sagrado. Esto significa que los creyentes no estamos aquí para ir tras nuestro beneficio personal, sino para servir al Señor y darle honra y gloria.
Ef 2.1-3
1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Como miembros de la familia de Dios, llamados a reflejar su gloria, a los creyentes se les conoce como “santos”. Se nos ha dado este apelativo —que comparte su raíz con santificación— no porque estemos libres de pecado o seamos perfectos, sino porque vivimos una vida congruente con Aquel a quien representamos.
 
----
Ps. C. Stanley

lunes, 29 de agosto de 2016

Lunes: LAS HERRAMIENTAS DE DIOS PARA SANTIFICARNOS (1 Tesalonicenses 5.23, 24)

LAS HERRAMIENTAS DE DIOS PARA SANTIFICARNOS
 
23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.


La santificación es el proceso que Dios usa para conformar a los creyentes a la imagen de su Hijo. Los escritores de la Biblia utilizaron imágenes que hablan del trabajo de moldeado de Dios en la vida de sus santos. Isaías, por ejemplo, comparó al Señor con un artista alfarero: “Nosotros [somos] barro, y tú el [alfarero] que nos formaste […] obra de tus manos somos” (Isaías 64.8). Algunas de las herramientas que Él utiliza para moldearnos y perfeccionarnos son:

La Biblia. El salmista describe a la Palabra de Dios como “lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino” (Salmo 119.105). El Espíritu Santo ilumina lo que leemos, para que nos arrepintamos de nuestros pecados y crezcamos en nuestra fe.

La iglesia. Como parte del cuerpo de Cristo, aprendemos las cosas de Dios por medio de la enseñanza del pastor y de los maestros que han sido llamados a servir y a enseñar. El Padre celestial también llama a sus hijos a tener comunión unos con otros ("no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.", He 10.25), en parte para poder utilizarlos en el proceso de santificación de cada uno de ellos.

El sufrimiento. Dios nos ofrece generoso consuelo y ayuda en tiempos de dificultades, pero también usa nuestras circunstancias dolorosas para moldearnos. Cuando nos sometemos a la obra que Él está haciendo, emergemos de nuestras luchas pareciéndonos más a Cristo.

Desde el mismo momento en que una persona deposita su confianza en el Señor Jesucristo, la obra de Dios santificadora se volverá evidente en su vida. Como hijos del Rey, debemos glorificarlo siendo un reflejo fiel de Él. Y para lograrlo, lo único que debemos hacer es dejarnos moldear con sus herramientas de santificación.

----
Ps. C. Stanley

domingo, 28 de agosto de 2016

Domingo: APARTADOS PARA DIOS (Romanos 12.1-3)

APARTADOS PARA DIOS
 
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.
2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.


Cuando una persona pone su fe en Jesucristo se convierte en un nuevo creyente y es santificada, es decir, apartada para el propósito de Dios. A diferencia de la salvación, que tiene lugar en un instante, la santificación es un proceso que dura toda la vida. Quienes somos seguidores del Salvador debemos dejar que el Espíritu Santo controle nuestra vida. Si es así, ahora mismo estamos siendo santificados, no importa lo que podamos sentir o cómo parezcan nuestras acciones a los demás. Dicho en otras palabras, estamos madurando de manera progresiva en nuestra fe.

Si estamos progresando, debemos estar esforzándonos hacia el logro de algo. El apóstol Pablo explicó la misión del cristiano: “Porque a los que [Dios] antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo” ("Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.", Ro 8.29). Nuestro carácter, conducta y conversación deben ser reflejos de Cristo, quien vive en nosotros. Dejados por nuestra cuenta, pondríamos demasiado énfasis en la conducta y nos ocuparíamos de reglas y ceremonias que parecen cristianas, sin reflejar verdaderamente a Cristo. Pero Dios ha dado a cada creyente el Espíritu Santo como maestro y guía. El Espíritu trabaja para transformar nuestra mente y corazón, de modo que hablemos y actuemos de acuerdo con nuestra verdadera identidad: de hijos de Dios.

Nuestro Padre celestial quiere que seamos ejemplos vivientes de Él. Dios no espera perfección; sabe que no podemos estar totalmente apartados del pecado. Pero nos enseña cómo pensar y actuar para que podamos “[andar] como es digno de la vocación con que [fuimos] llamados” (Ef 4.1).

----
Ps. C. Stanley

sábado, 27 de agosto de 2016

Sábado: LA MISIÓN DEL SALVADOR (Juan 14:6)


LA MISIÓN DEL SALVADOR
6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.


Muchos creyentes saben que Jesucristo es el Hijo de Dios, pero debemos entender también su misión, la manera como la cumplió, y lo que eso significa para cada uno de nosotros. Cristo tuvo un doble propósito al venir al mundo como un niño: darnos una imagen tangible de quién es Dios, y morir en nuestro lugar para pagar nuestra deuda de pecado.

¡Qué plan tan maravilloso! El Señor omnipotente y omnisciente había existido desde siempre ("En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.", Jn 1:1; "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.", 1:14; "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.", 8:58), pero, por un tiempo, dejó de lado el poder y la grandeza que le pertenecían legítimamente, para convertirse en uno de nosotros. Gracias a que vino a vivir entre los hombres, podemos entender mejor a nuestro Padre celestial ("El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.", Col 1.15).

Por medio del sacrificio de Cristo somos invitados a una relación eterna con Dios. La Biblia dice que todos los descendientes de Adán son pecadores ("Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.", Is 53.6; "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,", Ro 3.23), y que la paga del pecado es muerte ("Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.", Ro 6.23). El castigo tenía que pagarse mediante el derramamiento de sangre ("Porque la vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona.", Lv 17.11).Pero el Padre no podía aceptar nada que no fuera un sacrificio perfecto ("No ofrecerás en sacrificio a Jehová tu Dios, buey o cordero en el cual haya falta o alguna cosa mala, pues es abominación a Jehová tu Dios.", Dt 17.1). Por eso, el Señor, que era Dios perfecto y hombre perfecto, y ciento por ciento inocente, sufrió una muerte humillante y dolorosa para saldar la deuda que nosotros no podíamos pagar. Él era el único que podía entregar su vida para salvarnos y tender un puente entre cada persona y el Padre celestial.

No hay ninguna manera posible de ganar la salvación. Ella es un regalo maravilloso que el Padre ofrece gratuitamente a cada una de nosotros. La única condición es que recibamos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, y que le obedezcamos.

----
Ps. C. Stanley

viernes, 26 de agosto de 2016

Viernes: RAZONES PARA RENDIR NUESTRA VIDA A CRISTO (1 Corintios 6.19, 20)

RAZONES PARA RENDIR NUESTRA VIDA A CRISTO

19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
Como vimos ayer, Dios nos dice que rindamos nuestra vida a Él. Esta no es una tarea fácil. Todos nuestros planes, todos los deseos que sentimos, cada derecho que una vez pareció ser nuestro, todo es puesto a un lado para dar paso a la voluntad de nuestro Rey. Pero quizás usted se ha preguntado por qué nos pide Dios esto. El Señor tiene pleno derecho a exigirnos que le demos nuestro todo.

Primero, las Sagradas Escrituras nos enseñan que Él es el Rey soberano del universo entero ("Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.", Sal 135.6). Por eso, estamos bajo su autoridad, ya sea que decidamos someternos a Él o no. Luego, por medio de su muerte y resurrección, el Señor Jesús nos salvó del pecado y sus consecuencias. Por tanto, nuestra deuda con Él es impagable. Por último, Él nos sostiene; debemos considerar cada respiración y cada latido del corazón como un regalo de Dios.

Sin duda, el Señor tiene derecho a pedirnos que rindamos nuestra vida a Él. Al mismo tiempo, la entrega nos conviene. El Padre celestial promete que obedecerle lleva a la esperanza y a un futuro seguro. Salmo 31.19 dice: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen!” Así que, aunque Él es el Todopoderoso, con toda la autoridad para exigir nuestra vida, promete cuidar de nosotros y hacer lo que más nos favorecerá.

¿Está usted dispuesto a obedecer a Jesús? Su camino es el mejor y ofrece esperanza, gozo y paz. No siempre nos gustará lo que Él decida hacer, pero promete disponer todas las cosas para nuestro bien.  ¿Quisiera usted confiar en Dios lo suficiente como para entregarle su vida?

----
Ps. C. Stanley

jueves, 25 de agosto de 2016

Jueves: LA CONDICIÓN DE DIOS PARA SU BENDICIÓN PLENA (Mateo 16.24-27)

LA CONDICIÓN DE DIOS PARA SU BENDICIÓN PLENA
24 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.
26 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
27 Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

El Señor quiere darnos abundantes bendiciones. Veamos lo que se requiere para que podamos recibirlas.

El pasaje de hoy aclara la única condición necesaria para recibir lo mejor de Él: la entrega total. Cada aspecto de nuestro ser —cuerpo, alma y espíritu— debe ser un sacrificio vivo. Esto puede sonar sombrío, pero contrariamente a la lógica humana, la verdadera libertad solo se encuentra cuando nos rendimos totalmente a Cristo.

Los sacrificios eran muy comunes en el Antiguo Testamento. Para expiar el pecado, la persona podía traer un cordero al altar. El animal era apartado para los propósitos de Dios como una ofrenda sagrada, y por medio de su muerte se hacía restitución.

Cuando nos damos como sacrificio, no hay necesidad, afortunadamente, de derramar nuestra sangre. Jesús murió para expiar todos nuestros pecados. Pero por amor y gratitud, cada aspecto de nuestra vida debe ser rendido a Él.

¿Qué implica una vida rendida a Cristo? Un compromiso total con Él, que no cambia en nada por la influencia del mundo. Nuestros deseos y viejas maneras de actuar no son ya las fuerzas motivadoras. En vez de eso, su Espíritu nos guía, y su voluntad es la meta. Rendirse a Él significa seguir su dirección en actitud, palabras, pensamientos y acciones —y hacerlo sin pedir disculpas por eso, sin vacilaciones y sin temor.

Usted tiene una opción: conformarse con algo inferior a lo que Dios puede darle, o rendirse totalmente a Él. La entrega total no es un camino fácil; significa morir a sus deseos y al interés personal. Pero recuerde que Él está dispuesto y es capaz de hacer más de lo que nosotros podemos imaginar ("Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,", Ef 3.20).

----
Ps. C. Stanley

miércoles, 24 de agosto de 2016

Miércoles: LA PACIENCIA DE DIOS (2 Pedro 3.8, 9)

LA PACIENCIA DE DIOS

8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

La aparente reacción lenta del Señor ante el pecado, muchas veces desconcierta a los creyentes. ¿Por qué no castiga de inmediato a quienes violan sus principios? La breve respuesta se encuentra en 2 Pedro 3.9.

Por nuestra condición humana, queremos que las personas sufran por sus malas acciones. Jonás huyó de su deber de predicar en Nínive porque temía que si sus habitantes se arrepintieran, su Dios misericordioso no destruiría la ciudad. Y eso fue precisamente lo que sucedió. En vez de alegrarse por el triunfo del Señor, el profeta se quejó por haber tratado a los ninivitas con paciencia y misericordia ("Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.", Jon 4.2).

Jonás estaba enojado con Dios, a pesar de que él mismo había experimentado su misericordia. (Con todo y lo desagradable que fue aquello, hay peores formas de disciplina que ser tragado y vomitado por un pez).

Los creyentes debemos estar agradecidos de que el Señor, a diferencia de los seres humanos, es lento para la ira. Cuando somos rebeldes y testarudos, Él espera pacientemente que reconozcamos nuestra falta. La disciplina es dolorosa tanto para quien la recibe como para quien la aplica. Dios prefiere que veamos el error de nuestra actitud, que dejemos de pensar que estamos quedando impunes por nuestro pecado y que volvamos al camino recto.

El Señor da un valor tan alto al arrepentimiento y a la preservación de la comunión con Él, que está dispuesto a retrasar el castigo por el pecado.  Pero solo por un tiempo. Al final, su justicia exige una sanción. No espere a   que Él lo discipline. En lugar de eso, haga lo correcto y vuelva su corazón a Dios.

----
Ps. C. Stanley

martes, 23 de agosto de 2016

Martes: PARA DESARROLLAR LOS MÚSCULOS DE LA FE (1 Reyes 18.22, 23)

PARA DESARROLLAR LOS MÚSCULOS DE LA FE

1 Reyes 18.22, 2322 Y Elías volvió a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta de Jehová; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos cincuenta hombres.
23 Dénsenos, pues, dos bueyes, y escojan ellos uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, pero no pongan fuego debajo; y yo prepararé el otro buey, y lo pondré sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.

“Quisiera tener una fe grande”. Son palabras que casi todos los cristianos han dicho en algún momento. Pero la fe es como un músculo; tiene que ser ejercitado para que se vuelva fuerte; el solo desearlo no hará que eso suceda.

Los cristianos tienen que creerle a Dios, no solo en cuanto a la salvación, sino también en todo lo demás. En vez de ser una “meseta” espiritual, la fe es un proceso que implica grados cada vez mayores de confianza a lo largo de la vida. La fe pequeña espera que Dios haga lo que Él dice, pero la fe fuerte sabe que lo hará.

Elías era un hombre con una fe grande. Veía los retos cada vez mayores como oportunidades para que Dios hiciera su trabajo; el profeta no tenía ninguna duda de que el Señor actuaría de manera sobrenatural. Lo mismo puede hacer usted. El Señor no hará todos los milagros que le pida, pero sí hace una obra extraordinaria en —y por medio de— toda persona obediente si está dispuesta a confiar en Él.

Es posible que usted esté pensando: No soy lo suficientemente bueno para que Dios me use. Pero la Biblia está llena de ejemplos de personas débiles e imperfectas que el Señor utilizó para realizar sus propósitos. Él está buscando, no la perfección, pero sí a personas dispuestas a creerle. El Señor no solo actúa a través de las personas de fe; también las transforma.

Comience leyendo la Palabra de Dios para saber qué quiere Él que usted haga. Las situaciones y las necesidades de cada día son oportunidades para confiar en Él. Pídale al Señor que le recuerde versículos que se apliquen a sus circunstancias. Confíe en Dios y haga lo que Él dice; así Él será glorificado.

----
Ps. C. Stanley

lunes, 22 de agosto de 2016

Lunes: CÓMO DERROTAR A LOS FALSOS MAESTROS (2 Pedro 2.1-3)

CÓMO DERROTAR A LOS FALSOS MAESTROS

2 Pedro 2.1-3
1  Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
2 Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado,
3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.

Una tarde, estando fuera de un supermercado, vi como dos hombres confrontaban a los clientes con unas afirmaciones equivocadas en cuanto a la enseñanza de la Biblia. Cualquiera que pareciera inseguro en cuanto a la fe cristiana era invitado a aprender en un estudio bíblico “lo que Dios había dicho realmente”. Yo no fui invitado porque esos hombres se alejaron de mí rápidamente cuando utilicé la Palabra de Dios para defender mis creencias.

El maestro falso quiere crear incertidumbre en sus oyentes. Para conseguir seguidores, debe convencer a su público que posee un conocimiento que ellos no tienen. Las personas que aceptan esta información engañosa como la verdad absoluta, por lo general volverán al falso maestro para recibir más enseñanzas. El tener seguidores complace el ego de estos farsantes y le da una “prueba” de que están en lo correcto.

Los que tienen una sana doctrina no serán engañados. Por eso es tan importante que nuestra fe descanse en las verdades bíblicas. Por ejemplo: que Jesucristo murió por los pecados de la humanidad; que el Espíritu Santo mora en los creyentes, y que los cristianos serán resucitados corporalmente. Pero a estos falsos maestros no se les derrota con “mi pastor dice ...”. Cuando seamos confrontados, debemos defender nuestra fe con la Biblia que hemos estudiado. Si la leemos regularmente y aplicamos la Palabra de Dios, estaremos mejor preparados cuando se nos diga una mentira.

Tener una sana doctrina protege a los creyentes de los mensajes distorsionados, y los arma para defender su fe. No sea tomado desprevenido. Si no ha empezado todavía, comience a estudiar la Biblia hoy mismo.

----
Ps. C. Stanley

domingo, 21 de agosto de 2016

Domingo: CÓMO DESENMASCARAR A LOS FALSOS MAESTROS Mateo 7.15-20

CÓMO DESENMASCARAR A LOS FALSOS MAESTROS

Mateo 7.15-20
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?
17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.
20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Los escritores del Nuevo Testamento nos alertaron en cuanto a las falsas enseñanzas que parecen buenas, pero que se oponen a la verdad ("Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,", 2 Ti 4.3; "Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.", 1 Jn 4.1). Los líderes perversos tuercen sutilmente la verdad para que los cristianos desprevenidos puedan ser atraídos por sus mentiras. Es por eso que la Biblia nos dice que evaluemos el mensaje de cualquiera que quiera ser nuestro guía ("Así que, por sus frutos los conoceréis.", Mt 7.20).

Los maestros falsos son engañosos. Mateo 7.15 nos describe como lobos rapaces disfrazados de ovejas. Aparentan desear que las personas conozcan la verdad acerca de Dios, pero su interpretación de la Biblia puede contener una mezcla distorsionada de verdades y errores. Los creyentes prudentes estudian la Palabra de Dios y son capaces de detectar a esta clase de falsos maestros. Los lobos son, además, desenmascarados por su estilo de vida pecaminoso, que no concuerda con la rectitud (Mt 7.16). Un estudio detenido de sus decisiones, acciones y palabras revelará que esas personas no obedecen la voluntad del Señor ni los preceptos de la Biblia.

La vida y el mensaje de los falsos maestros son autoindulgentes. Sus ideas tentadoras apelan a la naturaleza carnal de sus oyentes. Algunos hablan de la gracia como una licencia para vivir sin ninguna restricción ("Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.", Jud 4). Pablo denuncia esta mentira al enseñar que los creyentes han muerto al mundo, y que no deben seguir viviendo en el pecado (Ro 6.1, 2).
Ro 6.1, 21  ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?
2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
De los creyentes en Cristo se espera que usen la Biblia como el estándar con el cual evaluar el estilo de vida y las palabras de un líder. Si procuramos conocer la verdad divina, recibiremos discernimiento para reconocer la diferencia entre un mensaje de parte de Dios y uno falso.

----
Ps. C. Stanley