EL PELIGRO DE LA CONVERSACIÓN FRÍVOLA
Proverbios 12.13-22
13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; Mas el justo saldrá de la tribulación.
14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.
15 El camino del necio es derecho en su opinión; Mas el que obedece al consejo es sabio.
16 El necio al punto da a conocer su ira; Mas el que no hace caso de la injuria es prudente.
17 El que habla verdad declara justicia; Mas el testigo mentiroso, engaño.
18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina.
19 El labio veraz permanecerá para siempre; Mas la lengua mentirosa sólo por un momento.
20 Engaño hay en el corazón de los que piensan el mal; Pero alegría en el de los que piensan el bien.
21 Ninguna adversidad acontecerá al justo; Mas los impíos serán colmados de males.
22 Los labios mentirosos son abominación a Jehová; Pero los que hacen verdad son su contentamiento.
Pregunte la definición de chismear, y le dirán algo acerca de esparcir rumores. Es correcto, pero no lo es todo. Chismear incluye cualquier conversación frívola o maliciosa que dañe a alguien. En otras palabras, la conversación perniciosa es un pecado universal de lo que todos hemos sido culpables.
Por ejemplo, ¿ha hecho usted alguna vez un comentario negativo acerca de la manera como se vistió una persona? ¿Le dijo a un amigo que alguien que usted conoce debiera pensar en cambiar de trabajo? ¿Hizo comentarios acerca de la vida personal de otro individuo? Permítame hacerle una última pregunta: ¿Sintió algo en su espíritu mientras hablaba? Todos estos pueden ser ejemplos de chismes, de palabras que sí dañan, a pesar de lucir inofensivas.
Los comentarios frívolos se hacen a menudo de un modo que los hace parecer como si no fueran chismes. Las personas enmascaran el chisme de tres maneras comunes: 1) en son de broma, 2) usando detalles personales de los demás “como ejemplo” y 3) disfrazando la difusión de la información como una petición de oración. Por supuesto, no toda broma o ilustración es un chisme. El cuerpo de Cristo está llamado, sin duda, a orar por quienes están enfrentando situaciones difíciles. Por tanto, debemos conocer la diferencia entre la conversación sabia y la frívola.
La diferencia está en la motivación del corazón ("Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.", Sal 19.14). La lengua se suelta fácilmente cuando la intención es arruinar la reputación de una persona o hablar de las desgracias ajenas. Por el contrario, el deseo de agradar a Dios y mostrar su gracia a nuestro prójimo, nos mueve a decir lo que es bueno para edificar ("Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.", Ef 4.29).
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