EL JUICIO DE LOS CREYENTES
2 Corintios 5.1-10
1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
7 (porque por fe andamos, no por vista);
8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
Como creyentes en Jesucristo, tenemos la seguridad de nuestra salvación. No tenemos que temerle a la eternidad, porque sabemos que moraremos para siempre con el Señor en el cielo. ¡Qué bendición!
Pero la salvación implica más que solo entrar al cielo. También tiene que ver con el proceso de ser cada vez más como Jesucristo mientras vivamos en la Tierra. Pero un día se nos pedirá que demos cuenta de la manera como utilizamos las oportunidades, capacidades y recursos que tuvimos.
En su parábola de los talentos, el Señor Jesús habló de la importancia de invertir sabiamente todo lo que nuestro Padre celestial nos ha concedido (ver Mt 25.14-30). Dios da a sus hijos diferentes tipos y cantidades de riquezas, dones, bendiciones y circunstancias. Lo que le importa al Señor es cómo utilizamos esas cosas, no cuánto tenemos. ¿Acaso vivimos usando solo para nuestro bien y nuestra protección todo lo que Él nos ha dado? ¿O tomamos con generosidad y alegría lo que tenemos para usarlo en el servicio a los demás? Estas son preguntas que tendremos que responder en el día del juicio.
Esta rendición de cuentas, por supuesto, no será la llave para nuestra eternidad en el cielo (este asunto ya fue resuelto cuando aceptamos a Cristo como Señor y Salvador), pero seremos recompensados por la manera en que invertimos nuestra vida. Piense en las bendiciones que tiene. ¿Cómo utiliza todo lo que el Padre celestial le ha dado, es decir, tiempo, capacidades y dinero? Cada uno de nosotros debe decidir cómo vivirá. Nuestra responsabilidad es ser fieles al Dios vivo, haciendo todo lo que nos llame a hacer.
Mt 25.14-30
14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.
15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.
16 Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos
17 Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.
18 Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
19 Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.
20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos.
21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
22 Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos.
23 Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí.
27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.
29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.
30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.
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