martes, 5 de abril de 2016

Martes: EL ALTO COSTO DE NO ORAR (Isaías 40.28-31)

EL ALTO COSTO DE NO ORAR

Isaías 40.28-31
28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
29 El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
30 Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
31 pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.

El Padre celestial quiere que sus hijos hablen con Él. Jesús ha extendido una invitación para que hablemos con Dios de lo que sea. Él dijo que si tenemos una necesidad, pidamos; si buscamos respuestas, las tendremos; y si queremos que se abran oportunidades, toquemos y Él responderá (Mt 7.7, 8). Aun así, hay creyentes que no se comunican con el Señor, excepto en las emergencias.
Mt 7.7, 8
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
8 Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

Descuidar la oración es costoso para el bienestar de la persona. Quienes no sacan tiempo para Dios cada día están en una pendiente resbaladiza. Se deslizan hacia el agotamiento, el desánimo y las dudas, para caer en una situación que daña su testimonio. Hoy nos enfocaremos en el primer aspecto: el agotamiento. Mañana examinaremos el resto del deslizamiento.

Ciertas situaciones exigen un precio emocional, físico y espiritual —que llamaremos cargas. Estas pueden agotarnos si tratamos de soportarlas solos. Pero Dios no quiere que tengamos ese peso sobre nuestros hombros. En efecto, la Biblia manda que esas cargas sean puestas en el Señor ("Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo.", Sal 55.22)“Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación. Selah”, clama David en Salmo 68.19. Recuerde que Él está haciendo todo el trabajo para dar un giro a sus circunstancias. Por tanto, no hay necesidad de que usted siga llevando esa carga.

Arrastrar preocupaciones y ansiedades es agotador, porque no estamos hechos para soportar tales cargas. En el plan de Dios, su poder llena por completo al creyente. Imagínese los hombros de Jesús sobre los suyos cargando con sus problemas. La carga no desaparecerá, pero la sentirá felizmente más liviana si se la entrega al Señor.

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