LA PALABRA QUE NUNCA FALTA
Josué 23:14
14 Que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas.
Es increíble ver cómo en estos tiempos modernos la palabra del hombre se ha ido devaluando poco a poco. Esa es la “moda cultural” y la gran enfermedad social de nuestro siglo. Hemos pasado de la palabra “empeñada” a la palabra “empañada”. Se ha perdido el sentido del honor y del compromiso, y ya las palabras no valen nada. Para muchos, faltar a su palabra es un chiste, y aún más, hay quienes han convertido las artimañas de sus palabras en un negocio lucrativo, como han hecho los políticos del todo el mundo. La palabra ha dejado de ser un activo valioso; ha perdido la solidez en la que una sociedad debe apoyarse como garantía para que su gente pueda crecer sana, con principios éticos y valores imperecederos e inamovibles.
A la palabra la nutre la verdad y la debilita la mentira. Cuando la palabra pierde su credibilidad se convierte en una puerta por donde todos los males sociales pueden introducirse. No hay nada más perverso que la mentira generalizada, sin embargo, mentir y embaucar es el pan nuestro de cada día en casi todos los ámbitos: mienten los niños; miente el vendedor ambulante, la secretaria, el jefe, el mecánico, el plomero, el médico, el obrero, el profesor, el policía, el abogado, el político, el empresario, se mienten las naciones entre sí. Se firman acuerdos que no se van a cumplir, y nunca se pretendieron cumplir; se hacen promesas que nunca se tuvo la intención de honrar, en fin, el mundo yace bajo una mentira global, con la honrosa excepción del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.
El caos reina soberano; vivimos en un mundo peligroso e inhóspito dirigido por el poder engañoso de Satanás, quien es el originador de toda maldad y mentira ("Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.", Jn 8:44). Pero ¡qué diferente es nuestro Dios!, que nunca ha dicho una sola mentira. Nuestro fiel y santo Dios nunca ha prometido nada que no vaya a cumplir, que no haya cumplido o que no tenga la intención de cumplir. Las palabras de Josué en la perla de hoy nos fortalecen en nuestra confianza hacia todo lo que Él ha prometido en su Palabra: “No ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas” (Jos 23:14). Todo cuanto Dios prometió a Abraham y a los patriarcas se cumplió al pie de la letra. Todo cuanto fue anunciado por boca de los profetas ha llegado a su fiel cumplimiento en Cristo Jesús: “porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Co 1:20).
Medita en la experiencia de tu propia vida, ¿ha habido alguna promesa que le hayas reclamado a Dios que Él te la haya negado? ¿Qué cosas hay escritas en su Palabra que Dios no haya cumplido? Nada, supongo que esa es tu respuesta. Y aún así, ¿no vamos a esperar y a creer a Dios? Los hombres son mentirosos por naturaleza: “Se desviaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Sal 58:3); "mas, sea Dios veraz y todo hombre mentiroso" (Ro 3:4). Dios es inmanentemente fiel y verdadero, y su Palabra es la verdad única, infalible e inerrante. Fuera de Dios y su revelación, todo es error, mentira, confusión y falsedad; mas su Palabra siempre habrá de cumplirse. Amén
Ad majorem Dei gloriam
Reynaldo Perez
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