2 Corintios 12.7-107 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Cuando usted escucha hablar a alguien, ¿qué da peso a las palabras de esa persona? ¿Qué le hace escuchar lo que dice? Casi siempre, medimos el mensaje de una persona a la luz de su experiencia, rechazando las palabras que no concuerdan con la historia personal de quién habla.
Por consiguiente, cuando llegamos al argumento de Pablo en cuanto a la suficiencia de Dios, preguntamos: “¿Es esto algo de lo que Pablo puede realmente hablar?” Podemos leer la Biblia y ver por medio de la vida del apóstol que la respuesta es un rotundo sí.
El testimonio de Pablo describe las dificultades que enfrentó (2 Co 11.22-28) (*). Fue encarcelado, golpeado, amenazado, apedreado, robado, sufrió naufragios y fue perseguido. Además, tenía un aguijón implacable que lo afligía (12.7, 8).
Uno pensaría que Dios mantiene a sus servidores en perfectas condiciones y con una salud inmejorable. Sin embargo, aquí vemos que, aunque Pablo oró pidiendo ser sanado, la respuesta de Dios no fue la esperada. En vez de recibir una magnífica y total sanidad, Pablo recibió una respuesta más profunda: “Bástate mi gracia” (v. 9).
Por medio de esa dificultad, Dios le enseñó a Pablo una lección vital: no importa lo débil que pensemos ser, o qué tan oprimidos o heridos estemos, en las manos de Dios, nuestra debilidad significa que hay espacio para su poder. Y es por medio de su poder —y solo por su poder— que somos capaces de hacer cosas asombrosas.
(*) = 2 Co. 11.22-28
22 ¿Son hebreos? Yo también. ¿Son israelitas? Yo también. ¿Son descendientes de Abraham? También yo.23 ¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo.) Yo más; en trabajos más abundante; en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces.
24 De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno.
25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
26 en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos;
27 en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez;
28 y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.
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