MOISÉS: ADELANTE POR FE
Éxodo 14.10-31
10 Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová.
11 Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?
12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.
13 Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis.
14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
15 Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería;
18 y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19 Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas,
20 e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21 Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.
22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo.
24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios,
25 y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
26 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería.
27 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar.
28 Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno.
29 Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.
30 Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.
31 Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Vivir por fe garantiza dificultades. A la gente no le gusta este mensaje, pero es verdad. Cuando una persona decide rendirse a Dios y obedecerle cueste lo que cueste, ese creyente sufrirá en ocasiones y se le pedirá que haga dolorosos sacrificios. Para poder servir al Señor, Moisés tuvo que decidir ir adelante por fe a pesar de los intimidantes desafíos.
Por haberse criado en el palacio de Faraón, Moisés conocía bien el orgullo del gobernante egipcio, y también la importancia de la mano de obra esclava hebrea. Por tanto, entendía perfectamente la dificultad de llevar a cabo la orden de Dios de liberar a su pueblo. Pero él había dejado su vida cómoda para poder obedecer.
Sin embargo, el trabajo de Moisés no terminó con la liberación de los esclavos; pasó más de cuarenta años después conduciendo a este pueblo errante, intercediendo por ellos cuando desobedecían a Dios, y clamando por salvación cuando enfrentaban problemas.
La vida de Moisés estuvo caracterizada por retos y sacrificios, pero más que eso, fue moldeada por una relación estrecha con Dios. Cada dificultad anulaba su confianza en sí mismo y fortalecía su fe en el Señor. Cada vez que surgía un nuevo reto, Moisés acudía primero a Dios en busca de dirección y ayuda.
La Biblia nos dice que las adversidades crean una intimidad más profunda con el Señor (“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”, 1 P 5.10). La vida de Moisés así lo demuestra, y esto es cierto para los creyentes hoy. Las dificultades son inevitables. Podemos intentar hacer todo lo posible para evitarlas, pero lo más seguro es que fracasemos. Una actitud más sabia es encarar los retos y seguir adelante por fe.
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Ps. C. Stanley
Éxodo 14.10-31
10 Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová.
11 Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?
12 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto.
13 Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis.
14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.
15 Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen.
16 Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.
17 Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería;
18 y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19 Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas,
20 e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21 Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas.
22 Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.
23 Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo.
24 Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios,
25 y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios.
26 Y Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería.
27 Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar.
28 Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno.
29 Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.
30 Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar.
31 Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo.
Vivir por fe garantiza dificultades. A la gente no le gusta este mensaje, pero es verdad. Cuando una persona decide rendirse a Dios y obedecerle cueste lo que cueste, ese creyente sufrirá en ocasiones y se le pedirá que haga dolorosos sacrificios. Para poder servir al Señor, Moisés tuvo que decidir ir adelante por fe a pesar de los intimidantes desafíos.
Por haberse criado en el palacio de Faraón, Moisés conocía bien el orgullo del gobernante egipcio, y también la importancia de la mano de obra esclava hebrea. Por tanto, entendía perfectamente la dificultad de llevar a cabo la orden de Dios de liberar a su pueblo. Pero él había dejado su vida cómoda para poder obedecer.
Sin embargo, el trabajo de Moisés no terminó con la liberación de los esclavos; pasó más de cuarenta años después conduciendo a este pueblo errante, intercediendo por ellos cuando desobedecían a Dios, y clamando por salvación cuando enfrentaban problemas.
La vida de Moisés estuvo caracterizada por retos y sacrificios, pero más que eso, fue moldeada por una relación estrecha con Dios. Cada dificultad anulaba su confianza en sí mismo y fortalecía su fe en el Señor. Cada vez que surgía un nuevo reto, Moisés acudía primero a Dios en busca de dirección y ayuda.
La Biblia nos dice que las adversidades crean una intimidad más profunda con el Señor (“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”, 1 P 5.10). La vida de Moisés así lo demuestra, y esto es cierto para los creyentes hoy. Las dificultades son inevitables. Podemos intentar hacer todo lo posible para evitarlas, pero lo más seguro es que fracasemos. Una actitud más sabia es encarar los retos y seguir adelante por fe.
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Ps. C. Stanley
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