martes, 4 de octubre de 2016

Martes: CÓMO SE REVELA DIOS A SÍ MISMO Romanos 1.18-21

CÓMO SE REVELA DIOS A SÍ MISMO

Romanos 1.18-21
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.
20 Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
21 Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido.

Observe los delicados nervios de la hoja de un roble, y verá la maravilla de Dios. Mire las olas azotadas por la tormenta en una playa, y será testigo del poder de Dios. El sentido de orden del Señor se revela en la secuencia de las estaciones y en la inclinación del eje y el movimiento de rotación de la Tierra. No hay que mirar más allá de la naturaleza para saber que Dios es real.

Romanos nos dice que la revelación del Señor en la naturaleza es suficiente para declarar sin excusa a quienes niegan su existencia. No existe ninguna explicación lógica para la creación del universo material aparte de que un Dios omnipotente lo hizo todo. La materia y la energía para un “big bang” tuvieron que venir de Alguien.

Pero la naturaleza no puede darnos una revelación completa; la creación no muestra la santidad ni la eternidad de Dios. Por eso Él nos dio su Palabra. La Biblia revela la naturaleza de Dios, contiene sus leyes y dice lo que Él espera de sus hijos. En sus páginas podemos saber quién es nuestro Padre y qué clase de vida espera que tengamos. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Ti 3.16).
La Biblia nos enseña la Palabra viva, Cristo Jesús, quien es la revelación perfecta de Dios. El Padre celestial quiso asegurarse de que la humanidad pudiera conocerle de manera personal, y por eso envió a su Hijo en carne humana para darse a conocer. Jesús dijo: “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto” (Jn 14.7).  

Dedique tiempo al estudio de la Biblia y para orar, y conocerá mejor al Padre.

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Ps. C. Stanley

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