viernes, 29 de julio de 2016

Viernes: EL JOVEN RICO (Lucas 18.18-23)

EL JOVEN RICO
Lucas 18.18-23
18 Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
20 Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás;no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre.
21 Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
22 Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.
23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.

Tres de los cuatro evangelios contienen el relato del joven que hizo una pregunta muy importante a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” (Lc 18.18). Era un líder muy rico, y se consideraba un hombre de gran moralidad porque había guardado los mandamientos de Dios.

Pero se conducía bajo la falsa suposición de que realizar buenas obras hace a una persona digna de la salvación. Le preguntó a Jesús qué más tendría que hacer para asegurar su lugar en el cielo, además de todas las cosas buenas que ya había realizado.

Esto es lo que se llama “el gran engaño” —la falsa creencia de que la vida eterna puede ganarse con nuestros esfuerzos. Si damos crédito a esta mentira, entonces no entendemos el problema de nuestro pecado, y de cómo nos separa de Dios. La Biblia nos dice que hemos heredado una naturaleza pecaminosa a partir del primer hombre ("Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.", Ro 5.12). Desde entonces, la humanidad ha estado en rebeldía contra el Señor y bajo el juicio divino. No hay nada que podamos hacer para pagar por nuestro pecado.

Si este fuera el final de la historia, seríamos seres sin esperanza. Pero la buena noticia es que el Padre celestial reconoció nuestra difícil situación, y misericordiosamente nos facilitó el camino al cielo ("Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.", Jn 14.6).

Cuando Dios nos hizo a su imagen, nos creó para vivir eternamente. Por eso, aunque nuestro cuerpo terrenal perecerá, nuestro espíritu no morirá jamás. La pregunta acerca de la vida eterna es importante, ya que pasaremos la eternidad, bien sea con Dios en el cielo, o bien en un estado insufrible, separados para siempre de Él (Mt 25.34, 41).

Mt 25.34, 4134 Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
41 Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

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Ps. C. Stanley

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