jueves, 7 de julio de 2016

Jueves: CÓMO SUPERAR LA POSTERGACIÓN HABITUAL (Hechos 24.24-27)

CÓMO SUPERAR LA POSTERGACIÓN HABITUAL

Hechos 24.24-27
24 Algunos días después, viniendo Félix con Drusila su mujer, que era judía, llamó a Pablo, y le oyó acerca de la fe en Jesucristo.
25 Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó, y dijo: Ahora vete; pero cuando tenga oportunidad te llamaré.
26 Esperaba también con esto, que Pablo le diera dinero para que le soltase; por lo cual muchas veces lo hacía venir y hablaba con él.
27 Pero al cabo de dos años recibió Félix por sucesor a Porcio Festo; y queriendo Félix congraciarse con los judíos, dejó preso a Pablo.

Nos gusta creer que nuestros hábitos dilatorios no tienen importancia, y nos decimos a nosotros mismos que nadie está siendo perjudicado por las cosas que aplazamos. Con el tiempo, sin embargo, nuestras decisiones de postergar nuestras responsabilidades pueden convertirse en un patrón. En la lectura de hoy, el gobernador Félix postergó tomar una decisión en cuanto a Cristo y, al final, nunca lo hizo.

Para encarrilarnos, debemos cambiar nuestra actitud en cuanto a dejar las cosas para después, reconociendo que es un problema grave y tomando acción. Es importante identificar cualquier sentimiento de duda y de malestar que podamos tener, confesar que la falta de resolución controla nuestra vida, y luego darle la espalda. Dígale a Dios: “Quiero vivir de acuerdo con tu plan y agradarte con mi obediencia”.

El arrepentimiento debe estar acompañado por el compromiso de adoptar nuevas maneras vivir. Utilice la Palabra de Dios para luchar contra este serio problema. Lo que somos en Cristo y lo que Él es para nosotros son las verdades necesarias para vencer los malos hábitos. La Biblia dice que somos nuevas criaturas y que ya no somos esclavos del pecado ("Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.", Gá 5.1). Jesús, nuestro Salvador, es también nuestro Señor. Él nos da todo lo que necesitamos ("Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo,", 2 P 1.3). Su gracia convierte en fortaleza nuestra debilidad  ("Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.", 2 Co 12.9). La victoria es nuestra por medio de Él ("Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.", Ro 8.37).

Si ordenamos nuestra vida de conformidad con la Palabra, viviremos por fe, no por sentimientos. Jesús ofrece hacernos libres de la esclavitud de la irresponsabilidad. ¡No postergue aceptar su invitación!

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P. C. Stanley 

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