martes, 24 de mayo de 2016

Martes: PROGRESO MEDIANTE ADVERSIDAD (2 Corintios 12.7-10)

PROGRESO MEDIANTE ADVERSIDAD

2 Corintios 12.7-10
7 Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera;
8 respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí.
9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
10 Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Lo más probable es que a usted le desagraden sus áreas de debilidad. La mayoría de nosotros tendemos a ser solucionadores de problemas; con frecuencia, cuando identificamos una falla en nuestra vida, no nos detenemos ante nada para corregirla.

Nuestra propensión a ser los mejores —o, por lo menos, “normales”— generalmente nos lleva de cabeza por la senda de la autosuficiencia. Después de todo, ¿no quiere el Señor que resolvamos los problemas que enfrentamos?

Aunque es cierto que, con Dios, pueden ocurrir cambios dramáticos en la vida de sus hijos, no nos toca a nosotros atribuirnos el mérito por el poder para cambiar. Nuestro poder es débil y deficiente. Juan 15.5 dice: “Yo soy la vid, y vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”. El poder de Dios es ilimitado ("Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.", Fil 4.13). Pablo capta perfectamente esta imagen en 2 Corintios 4.7, cuando dice: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.

Podemos confiar en esta declaración por los méritos del apóstol Pablo en las adversidades, pues había sido encarcelado, golpeado y, además, había sufrido naufragios y persecuciones. Además, había luchado siempre con un padecimiento al que él llamaba su “aguijón en la carne” (2 Co 12.7).

Dios usó estas cosas en la vida de Pablo para mantenerlo centrado en el poder divino, no en el suyo. El orgullo nos hace enemigos del Señor. ¿Qué debilidades puede Dios estar usando para que usted mantenga su mirada en Él? Alábele hoy por esas cosas que le llevan a depender de Él solamente.

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Ps. C. Stanley 

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