LAS AFLICCIONES DE PABLO
2 Corintios 1.8-11
8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida.
9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;
10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte;
11 cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.
Es fácil creer que los problemas en los tiempos bíblicos eran diferentes a los que enfrentamos hoy. Por eso, uno podría preguntarse qué puede enseñarnos un misionero del siglo I en cuanto al triunfo sobre la adversidad.
Aunque el entorno de Pablo era muy diferente al nuestro, algunas cosas siguen siendo las mismas, como la tentación, las dificultades, la persecución y el pecado. Satanás tampoco cambia. Por tanto, cuando el apóstol escribió que estuvo abrumado más allá de sus fuerzas, sus palabras estaban respaldadas por la experiencia.
Pablo dice: “Perdimos la esperanza de conservar la vida” (1 Co 1.8), pero confiaba en un Dios que resucita a los muertos. Es decir, creyó que el Señor le sostendría durante las luchas. Él había aprendido a confiar en el Señor en la aflicción; como a nosotros le sobrevenían situaciones increíbles, muy difíciles, pero el Señor le daba la victoria. Entendemos el poder de Dios cuando llegamos al límite de nuestras fuerzas y sentimos su presencia sobrenatural.
El poder divino es más que suficiente para superar las dificultades del mundo, las tentaciones de Satanás y las consecuencias del pecado. Eso no significa que los creyentes estemos exentos de tristezas y sufrimientos, sino que tenemos la promesa de que Dios suplirá nuestras necesidades en cada prueba y congoja ("Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.", Fil 4.19). Nuestra fe se fortalece cuando confiamos en Él.
El poder del Señor está al alcance de los creyentes que confiesan su debilidad e insuficiencia. Abracémonos al Señor, y tengamos confianza en que cumplirá su promesa.
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Ps. C. Stanley
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