EL FUNDAMENTO DE LA ESPERANZA
1 Pedro 1.3-9
3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,
4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.
6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;
9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Se puede definir a la esperanza como el deseo de algo bueno y la expectativa de recibirlo. Jesucristo es el único fundamento verdadero de esperanza, porque solo Él sabe lo que es mejor, y tiene la autoridad y el poder para asegurar su cumplimiento.
Todos tenemos expectativas en cuanto al futuro, pero ellas solo atañen a esta vida terrenal. Cristo nos promete la “esperanza viva” de una herencia imperecedera en el cielo. Los deseos se marchitarán, pero nuestro hogar en el cielo será eterno. Esta es nuestra verdadera seguridad y nuestra ancla cuando las tormentas de la vida sean severas.
Pero, ¿cómo podemos soportar los tiempos de prueba ahora mismo? El cielo puede parecer muy distante cuando el dolor se presenta. Una manera es por medio de la esperanza, la cual nos permite aguardar que las cosas mejoren.
¿Y qué de las ocasiones cuando nuestra situación no mejora? Pedro nos dice que Dios está purificando nuestra fe, que resultará en gloria y alabanza cuando Cristo vuelva. Hay algo más valioso para nosotros que el oro, e incluso que el alivio. ¡Qué paradoja! Las dificultades que nos hacen perder la esperanza son las herramientas que el Señor utiliza para aumentar nuestra fe y esperanza en Él.
Cristo nos promete esperanza, no solo para la eternidad, sino también para esta vida. En esas ocasiones, cuando Dios no nos libra de las dificultades, podemos estar seguros de que Él está haciendo una obra mayor dentro de nosotros. Cuando finalmente lleguemos a nuestro hogar eterno, nos daremos cuenta del inmenso valor de la fe que el Señor produjo en nosotros mientras mantuvimos nuestra esperanza en Él.
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Ps. C. Stanley
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