martes, 9 de febrero de 2016

Martes: UN DIOS ARTÍSTICO (Éxodo 26:1)

UN DIOS ARTÍSTICO 

Éxodo 26:1
Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa. 

Cada uno de los detalles del tabernáculo edificado por Moisés, que como un símbolo de la presencia de Dios les acompañaría durante su larga travesía por el desierto, le fueron dados por revelación divina; por lo que Moisés debía ceñirse estrictamente al diseño dado, sin que pudiera alterar, en lo más mínimo, ningún elemento o medida del mismo, so pena de muerte. Todo lo tenía que hacer conforme a las dimensiones y el modelo que le fueron presentados ("Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte.", Ex 26:30).

Tanto el diseño del templo como el del tabernáculo nos hablan de la vocación artística de nuestro Dios. A diferencia de lo que muchos piensan, nuestro Dios no es un Dios aburrido, enemigo del arte, sino más bien, el inspirador y propulsor del mismo. Todas las bellas artes cultivadas por el hombre desde la noche de los tiempos: pintura, escultura, música, poesía, arquitectura, danza, etc., son un reflejo a pequeña escala de la vena artística de nuestro gran Dios y Creador. Dios pudo haber hecho un mundo monocromático, monótono e insípido, sin embargo, para deleitar y embelesar nuestros sentidos nos regaló un espectáculo de belleza sin par.

Dios vistió este mundo con millones de flores de diferentes tipos, aromas y aspectos; nos colmó de árboles variados e imponentes, ríos caudalosos, montañas magistrales, valles increíbles, fiordos deslumbrantes, volcanes poderosos, criaturas de diferentes tamaños y colores,  especies que vuelan, que se arrastran, que corren velozmente, que saltan, que nadan; en fin, toda la gloria desplegada en la creación no es más que la expresión artística de un Dios sabio, versátil y perfecto. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 19:1),

En la perla de hoy vemos cómo Dios ordenó a Moisés que hiciera cortinas de vistosos colores y diseños variados. Dios mismo ordenó esculpir figuras de querubines y serafines en el velo del templo que separaba al lugar santo del lugar santísimo. Y aunque en el lugar santísimo se manifestaba de forma especial la Shekinah de Dios, es decir, su presencia luminosa en forma de fuego abrasador, no obstante, como forma de balancear todo el misterio encerrado dentro de ese lugar tan terrible y prohibido, Dios mandó que figuras celestiales de querubines y otros diseños adornaran todo el interior del tabernáculo, no con el fin de que fuesen adoradas, porque eso sería idolatría, sino con el propósito de recordarnos que a pesar de que Él es un “fuego consumidor”, también es un Dios de alegría, de belleza; un Dios lleno de gloria, que se deleita en las cosas buenas y hermosas que Él mismo ha creado para su propio deleite, y para la recreación visual, artística y espiritual de su pueblo que lo ama y admira. Amén



No hay comentarios:

Publicar un comentario