lunes, 8 de febrero de 2016

Lunes: ¿ORO O PLATA? (Lucas 10:38-42)

¿ORO O PLATA?

Lucas 10:38-42
38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa.
39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas.
42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.

Los Evangelios mencionan una y otra vez la singular amistad de Jesús con esta familia. Y es que cuando la casa de María, Marta y Lázaro era visitada por el Señor, siempre se convertía en un lugar de reunión muy especial donde sus familiares y amigos eran expuestos a las únicas Palabras que tienen el poder para dar vida eterna.

Desde la sencillez y calidez de este hogar, sus huéspedes escucharían las más hermosas enseñanzas desde los mismos labios del Rey de reyes y Señor de señores. Por eso las faenas necesarias sugerian un esfuerzo que se compadeciese con la importancia de tan excelsa visita. No hay dudas de que este sincero esmero le agradaba al Señor. De hecho, un buen Maestro reconoce las oportunidades que se presentan en un lugar amorosamente preparado.

No obstante, todo intento en asegurar "condiciones ideales" durante una enseñanza se convierte en una fatal distracción. Los muchos oficios la habían desenfocado. El afán de Marta para que todo estuviera perfecto se convirtió en una necedad tal que quizo arrebatar a María de los pies de Jesucristo. La imprudencia de Marta provocó en el Maestro una inevitable pero cariñosa reacción: "Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas."

María había tomado la mejor parte, por eso cuando estamos sirviendo al Señor debemos saber cuando estamos trabajando con plata y cuando es con oro. Lo que se aprende escuchando a los pies del Señor nadie nos lo puede arrebatar; porque quedará eternamente grabado en nuestros corazones para salvación. Aunque la dura reprensión a Marta por su desatino cerró el asunto, podemos imaginar que esa noche la cena fue servida. Todos y el Señor fueron deliciosamente atendidos sólo como Marta sabe hacerlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario