Recordar la bondad de Dios
Leer | Josué 3.14 — 4.7
14 Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto,
15 cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega),
16 las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.
17 Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
4 Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo:
2 Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu,
3 y mandadles, diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche.
4 Entonces Josué llamó a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu.
5 Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,
6 para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?
7 les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre.
Lunes 5 de octubre de 2015
Algunas personas tienen una capacidad excepcional para recordar hechos o imágenes. Pero olvidar la bondad de Dios es muy común, aun para aquellos que tienen buena memoria.
En vista de la tendencia humana a olvidar, los versículos de hoy ofrecen un buen ejemplo que debemos seguir. Dios había sacado a los israelitas de Egipto y conducido a salvo a través del mar Rojo, cuyas aguas fueron divididas.
El Señor sabía que el pueblo estaba a punto de entrar y conquistar a Jericó. ¡Qué misericordioso fue al animarlos con una ilustración tangible de su poder antes de esa batalla!
Pero Dios también sabía cuán fácilmente se habían olvidado de Él. Hoy nosotros hacemos lo mismo; cuando el Señor actúa de una manera grandiosa y evidente es fácil confiar en Él. Pero a medida que pasa el tiempo, nos volvemos autosuficientes hasta que recordamos nuestra necesidad de Él y nos arrepentimos. Por eso, el Padre tenía un plan para ayudar a su pueblo a recordar el milagro que había evidenciado. Le pidió que levantara un altar de doce piedras; cada una de ellas representaba a una tribu de Israel que había pasado a salvo por las aguas. De esta manera, el pueblo de Dios tendría un recordatorio visible de la salvación divina.
Cuando se trata de bendiciones, ¿tiende usted a ser olvidadizo? Si es así, trate de crear recordatorios de la fidelidad de Dios. Algunas personas llevan un diario; otras, escriben palabras de agradecimiento como parte de su actividad diaria. Pero no importa lo que usted haga, asegúrese de recordar la participación del Señor en su vida.
Leer | Josué 3.14 — 4.7
14 Y aconteció cuando partió el pueblo de sus tiendas para pasar el Jordán, con los sacerdotes delante del pueblo llevando el arca del pacto,
15 cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega),
16 las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó.
17 Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.
4 Cuando toda la gente hubo acabado de pasar el Jordán, Jehová habló a Josué, diciendo:
2 Tomad del pueblo doce hombres, uno de cada tribu,
3 y mandadles, diciendo: Tomad de aquí de en medio del Jordán, del lugar donde están firmes los pies de los sacerdotes, doce piedras, las cuales pasaréis con vosotros, y levantadlas en el lugar donde habéis de pasar la noche.
4 Entonces Josué llamó a los doce hombres a los cuales él había designado de entre los hijos de Israel, uno de cada tribu.
5 Y les dijo Josué: Pasad delante del arca de Jehová vuestro Dios a la mitad del Jordán, y cada uno de vosotros tome una piedra sobre su hombro, conforme al número de las tribus de los hijos de Israel,
6 para que esto sea señal entre vosotros; y cuando vuestros hijos preguntaren a sus padres mañana, diciendo: ¿Qué significan estas piedras?
7 les responderéis: Que las aguas del Jordán fueron divididas delante del arca del pacto de Jehová; cuando ella pasó el Jordán, las aguas del Jordán se dividieron; y estas piedras servirán de monumento conmemorativo a los hijos de Israel para siempre.
Lunes 5 de octubre de 2015
Algunas personas tienen una capacidad excepcional para recordar hechos o imágenes. Pero olvidar la bondad de Dios es muy común, aun para aquellos que tienen buena memoria.
En vista de la tendencia humana a olvidar, los versículos de hoy ofrecen un buen ejemplo que debemos seguir. Dios había sacado a los israelitas de Egipto y conducido a salvo a través del mar Rojo, cuyas aguas fueron divididas.
El Señor sabía que el pueblo estaba a punto de entrar y conquistar a Jericó. ¡Qué misericordioso fue al animarlos con una ilustración tangible de su poder antes de esa batalla!
Pero Dios también sabía cuán fácilmente se habían olvidado de Él. Hoy nosotros hacemos lo mismo; cuando el Señor actúa de una manera grandiosa y evidente es fácil confiar en Él. Pero a medida que pasa el tiempo, nos volvemos autosuficientes hasta que recordamos nuestra necesidad de Él y nos arrepentimos. Por eso, el Padre tenía un plan para ayudar a su pueblo a recordar el milagro que había evidenciado. Le pidió que levantara un altar de doce piedras; cada una de ellas representaba a una tribu de Israel que había pasado a salvo por las aguas. De esta manera, el pueblo de Dios tendría un recordatorio visible de la salvación divina.
Cuando se trata de bendiciones, ¿tiende usted a ser olvidadizo? Si es así, trate de crear recordatorios de la fidelidad de Dios. Algunas personas llevan un diario; otras, escriben palabras de agradecimiento como parte de su actividad diaria. Pero no importa lo que usted haga, asegúrese de recordar la participación del Señor en su vida.
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