El secreto del contentamiento
10 En gran manera me gocé en el Señor de que ya al fin habéis revivido vuestro cuidado de mí; de lo cual también estabais solícitos, pero os faltaba la oportunidad.
11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.
13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.
Viernes 25 de septiembre de 2015
Después de su encuentro con Jesús en el camino de Damasco, Pablo tuvo que aprender mucho en cuanto a la salvación y el seguir a Cristo. Hasta el final de su vida, el apóstol compartió lo que iba descubriendo. En su carta a la iglesia en Filipos, escribió acerca de una lección muy importante para la vida: el secreto del contentamiento.
¿Qué clase de vida cree usted que trae contentamiento? Podría pensar que es una vida sin problemas o con éxito. Es posible que usted desee tener buena salud, seguridad económica y una familia feliz. La vida de Pablo no fue en absoluto nada de esto; estuvo en peligro de muchas maneras (
2 Co 11.23-26). Algunas veces, la gente lo escuchaba, pero eran hostiles a su mensaje. Tuvo también una “espina clavada en el cuerpo” que Dios se negó a quitarle (
2 Co 12.7-9 NVI). E, incluso, pasó tiempo considerable en la cárcel, encadenado a un guardia. Sin embargo, escribió con osadía: “He aprendido el secreto de vivir en todas y cada una de las circunstancias” (
Fil 4.12 NTV).
El secreto que descubrió fue el de vivir según su posición en el Señor, no de sus sentimientos. Como hijo de Dios, Pablo sabía que era espiritualmente rico, pues tenía un Padre celestial amoroso, y la guía del Espíritu Santo ("Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,", Ef 1.3).
El contentamiento en nuestra sociedad está influenciado por los medios de comunicación, es difícil de encontrar y más difícil aún de conservar. Siempre hay algo más nuevo, más grande o mejor para comprar, y alguien tiene lo que uno quiere. Cuando se sienta insatisfecho, responda sobre la base de su posición como coheredero con Cristo
("Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.", Ro 8.17), en vez de a sus sentimientos.
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