miércoles, 9 de septiembre de 2015

Miércoles: La salvación: La obra de nuestro Dios soberano (Efesios 2.1-10)

La salvación: La obra de nuestro Dios soberano

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 
en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 
entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, 
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), 
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, 
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 
no por obras, para que nadie se gloríe. 
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Miércoles 9 de septiembre de 2015
La salvación se refiere a la libertad que se tiene cuando Dios rescata a alguien de la esclavitud del pecado y convierte a esa persona en parte de su familia. Esta liberación se logra solo por medio de su Hijo Jesús, quien murió en nuestro lugar para que pudiéramos ser reconciliados con el Padre ("en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;", Col 1.22). Esta afirmación provoca a menudo preguntas:
¿Qué tal si trato de vivir moralmente bien, de trabajar duro y de ser bueno para con mi familia —no me aceptará Dios?Tales preguntas dan por sentado que el Señor nos salva según nuestra manera de vivir. Pero Romanos 3.10 dice: “No hay justo, ni aun uno”. Delante de Dios, aun nuestros actos virtuosos son como trapos de inmundicia (Is 64.6). Dios no tendrá ningún trato con los injustos, si no es por medio del Salvador, Jesucristo.
Isaías 64:6 Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.
¿Acaso no nos aceptará el Señor debido a su santidad? Dios es bueno y amoroso, pero también es justo. No pasará por alto el pecado, no importa cuán pequeño pensemos que sea. El orgullo nos hace rechazar la idea de que necesitamos el perdón o la limpieza del pecado.
Si servimos en nuestra iglesia o ayudamos a los pobres en nombre de Dios, ¿No somos parte de su familia? Las buenas obras no resuelven nuestro problema de pecado, ni nos reconcilian con Dios. Esto solo lo hace el Señor Jesús ("Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;", Ro 5.1). Las buenas obras son un resultado importante de la salvación, no la base para ésta.
La salvación es una obra de la gracia de Dios, no el producto del esfuerzo del hombre. Cuando respondemos al impulso del Espíritu Santo, creemos en Jesús, y nacemos de nuevo como hijos de Dios (Jn 3.3), podemos estar seguros de nuestro lugar en el cielo. ¿Qué tan seguro está usted.
Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.


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